Esa es la razón por la que PHotoESPAÑA, el festival de fotografía más importante de nuestro país, ha lanzado un concurso en el que invita a todos los ciudadanos a mandar fotos realizadas desde sus balcones (la convocatoria está abierta hasta el próximo 17 de mayo). Posteriormente, se seleccionarán 50 que serán expuestas a partir de junio en todas las ciudades participantes para arrancar la 23ª edición del festival.

“Es una actividad que ha querido unir a la gente, crear una propuesta colectiva en torno a la fotografía y en un momento que compartimos todos. Inspirándonos en la historia del arte, nos parecía una temática preciosa para que cada uno se pueda expresar. Y el resultado esta aquí para demostrarlo, hoy en día, tenemos mas de 50 000 fotografías y muchas de gran calidad”, explica a eldiario.es Claude Bussac, directora de PHotoESPAÑA.

Además, desde el festival también han querido extender la propuesta a los Ayuntamientos para organizar una exposición al aire libre con las instantáneas locales más destacadas. Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza… Ya son 47 ciudades las que han accedido a participar y las que, a partir de junio, expondrán en forma de imágenes lo que Bussac considera un “homenaje a los ciudadanos por su compromiso y generosidad para afrontar estos momentos difíciles”. “Se trata, en definitiva, de un mensaje de esperanza”, añade.

Creatividad entre cuatro paredes

Cuando pensamos en imágenes míticas, en aquellas que pasaron a la historia por su significado en la historia, las que se nos vienen a la mente suelen estar tomadas en exteriores. La madre migrante de Dorothea Lange, la Muerte de un miliciano de Capa, la Niña del napalm de Nick Ut…. Sin embargo, aunque a priori pueda no parecerlo, entre interiores también aparece la creatividad.

“Grandes maestros como Cartier Bresson, Robert Frank o Ramón Masats nos han acostumbrado a una fotografía de exterior, pero no es la única. Son muchos otros que por su trabajo en estudio están habituados a las cuatro paredes”, señala Bussac para poco después poner de ejemplos a autores como Manuel Outumuro o Alicia Martin.

De hecho, la considerada como primera fotografía de la historia, Vista desde la ventana en Le Gras (1826), no fue realizada en un gran estudio ni en un lugar emblemático, sino desde una ventana. Como explican en National Geographic, el científico francés Joseph Nicéphore Niépce tomó esta instantánea desde la azotea de la casa de campo de su familia, para lo cual tuvo que dejar una cámara oscura durante ocho horas en el alfeizar. El resultado, donde a penas se podía distinguir el patio exterior, acabó impregnado en una placa fotosensible untada con betún. Había nacido la fotografía.

"El trabajo del artista esta muy ligado al trabajo del taller, es su laboratorio donde muy a menudo se confina para crear. Eso explica que haya tantas referencias en la historia del arte. También está la luz, que entra por las ventanas y que no cesa de ser motivo de inspiración, ya sea de dentro hacia fuera o a la inversa”, observa Claude Bussac. La separación entre el espacio interior y lo exterior, entre lo personal y lo ajeno, se difumina a través de imágenes que captan ambas realidades.

Es lo que se puede apreciar a través de algunas instantáneas presentadas en esta convocatoria: los aplausos a los sanitarios, la convivencia con los más pequeños, las azoteas convertidas en lugar de juegos… Este confinamiento también nos está dejando escenas nada habituales que, gracias a la fotografía, en un futuro servirán para recordar cómo hemos ganado la batalla a la COVID-19.