Rodado en 2018, el documental está dirigido y narrado por Boy Olmi. Producido por Jonathan Herzfeld, el proyecto nació de la búsqueda, hace dos, de material sobre el genial artista dentro en un ciclo de entrevistas realizado conjuntamente con Olmi.

El material, según sus responsables, "estuvo esperando el momento preciso para ver la luz", y ese momento ha llegado hoy 25 de mayo. Una cinta que es, a su vez, retrato de una generación que creció con las preguntas de Mafalda, un "espejo de la clase media argentina y de la juventud progresista" preocupada por el futuro de la humanidad, la sostenibilidad y la paz. Una rebelde por naturaleza, que se negaba a aceptar el mundo legado por sus mayores, lleno de carencias y estrecheces.

Un homenaje a un genio

Joaquín Salvador Lavado nació en Mendoza, Argentina, en 1932. Hijo de padres andaluces, republicanos y anticlericales por convicción, creció en un ambiente que siempre le alentó a la reflexión sobre la autoridad —emanase de quien emanase—, su naturaleza y las razones de la injusticia.

Tal vez por eso, su personaje más popular, Mafalda, sea especialista en cuestionar el orden de las cosas, en no aceptarlas tal y como son porque siempre han sido así. "La Guerra Civil española me marcó muchísimo", cuenta el propio Quino en el documental dirigido por Boy Olmi. "Muy pronto empecé a preguntarme sobre el bien y el mal, Abel y Caín. Y Dios, que distingue entre lo que está bien y lo que está mal. Bueno, ese es el rol que se le ha adjudicado, no sé si con razón o no. Habría que preguntarle a él". 

De pequeño ya le llamaban Quino, para distinguirlo de su tío Joaquín Tejón, pintor y diseñador gráfico del que aprendió el que sería su oficio. Firmaría como Quino por primera vez en 1954, en el semanario Esto Es. El antibelicismo, la empatía y el combate razonado al odio por el odio y la sinrazón, ocuparon siempre sus bocadillos.

En 1964 se publicó por primera vez una viñeta de Mafalda, un personaje que le granjearía un éxito que cruzaría fronteras publicándose a lo largo y ancho de América del Sur, y luego conociéndose en Europa, y en España, donde se le otorgó el premio Príncipe de Asturias en 2014. Hoy ya forma parte del imaginario colectivo de más de una generación en todo el mundo.

Sin embargo, el que fuese vivaz dibujante, tiene actualmente 87 años, una movilidad reducida y padece una severa afección en la vista. Buscando a Quino nos lo muestra tal y como es, de la mano de Boy Olmi. El actor y director visita el hogar del genio en Mendoza, donde vive alejado de los focos desde hace años.

En este documental, de hecho, se ofrece la que es la última entrevista que ha concedido hasta la fecha. "Todos los que lo conocen, me advierten del riesgo. Me dicen que Quino siempre fue tímido, lacónico y reservado. Que casi todo lo dijo en sus exquisitos dibujos, pero que no le gusta hablar", dice Olmi. "Siempre he preferido dibujar", contesta Quino. En su obra dijo mucho en pocas palabras.

Buscando a Quino se resuelve como un homenaje necesario a una figura imprescindible de la viñeta latinoamericana. "Con Quino se inicia el gran volcán de la inteligencia en el humor gráfico argentino", afirma Miguel Rep, humorista gráfico, durante el documental, en el que también participan Serrat, Tute y otras personalidades muy cercanas al creador de Mafalda.

Aunque también se convierte, a lo largo de su escasa media hora de metraje en una exploración de su figura, de sus raíces y de los temas que han vehiculado su obra siempre ligada a una forma muy particular de ver la vida. De hecho, el propio Quino, si se encontrase con él mismo de niño, solo le diría una cosa: "¿Viste que no era para tanto? Vivir es jodido, pero no es para tanto".