“En los primeros treinta años no había voces de escritoras femeninas entrevistadas”, explica Sandra Ollo, directora y editora de Acantilado. De las casi 500 entrevistas publicadas por The Paris Review, solo 87 fueron a escritoras frente a las más de 400 a hombres. Las escritoras que forman parte la antología que publica ahora la editorial son: Dorothy Parker, Isak Dinesen, Eudora Welty, Joyce Carol Oates, Joan Didion, Elizabeth Bishop, Nadine Gordimer, Marguerite Yourcenar, Doris Lessing, Iris Murdoch, Margaret Atwood, Toni Morrison, P. D. James, Susan Sontag, Mavis Gallant y A. S. Byatt.

Si algo une estas entrevistas son los rituales a la hora de ejercer el arte literario, las costumbres y los entresijos para enfrentarse a la hoja en blanco, y la conciliación laboral y familiar. “Durante un tiempo creí que debía elegir entre mis dos mayores deseos: tener hijos y ser escritora. Al final me arriesgué”, expresó Margaret Atwood. Todos estos márgenes quedaron registrados mediante largas conversaciones dilatadas en el tiempo (algunas con años de diferencia entre encuentros) donde la pregunta-respuesta se convierte en un baile que cabalga entre el ensayo y lo biográfico. Más de medio siglo de historia recogido en dos volúmenes, en una edición digna de coleccionismo, de la cual extraemos la esencia de tres mujeres referentes en el oficio de escribir.

Dorothy Parker (Nueva Jersey, 1893 - Nueva York, 1967) 

Parker es la primera escritora que recoge la antología. Fue entrevistada en 1956 en un hotel de Nueva York donde entonces estaba residiendo. La periodista la describe como una persona con “un humor con la particularidad de combinar el comentario social perspicaz con una inventiva devastadora”, y añade: “Nadie es tan crítico con Dorothy Parker como ella misma”. Parte de la conversación entre ellas trata sobre las etiquetas con las que la escritora vivía pues se le había catalogado como “maestra del verso ligero” y “humorista”. A lo que Parker replicaba: “No me molestaba cuando decían que los chistes eran buenos, pero durante mucho tiempo me atribuyeron cualquier cosa que implicara algún tipo de broma… y de ahí salió luego que lo mío es contar chistes larguísimos, aburridos y malos”.

“Dios sabe que soy feminista y fiel a mi sexo. No olvide que he luchado por la igualdad de derechos para las mujeres desde mi primera juventud, cuando en esta ciudad todavía corrías el riesgo de que te atacara un búfalo. Pero cuando salíamos a manifestarnos aguantando abucheos de los hombres y nos encadenábamos a las farolas para exigir igualdad, querida mía, no nos podíamos imaginar que ahora tendríamos ese tipo de escritoras”. Criticaba así Parker a las escritoras que “como artistas no ofrecen nada, pero como fuentes de ingresos son auténticos pozos petrolíferos: producen a chorro”.

Toni Morrison (Ohio, 1931 - Nueva York, 2019)

"Para lo que yo necesitaba permiso no era para escribir, sino para triunfar", dijo Chloe Ardelia Wofford, nombre real de Toni Morrison, ganadora del Premio Pulitzer en 1988 y del Premio Nobel de Literatura en 1993. La entrevista a Morrison se publicó en The Paris Review en 1993 tras un encuentro con la autora en la Universidad de Princeton, donde trabajaba, aunque la periodista Elissa Schappell se encontró con ella en otras ocasiones. En esta, la autora deja claro que detesta el distintivo de "escritora poética" y que acepta el de "escritora negra". Morrison escribía preferentemente sobre "papel pautado amarillo" y con "un buen lápiz del número dos", y confesaba revisar varias veces sus textos “para pulir el tono, para darle al texto una combinación de lenguaje coloquial, estándar y lírico".

"Al principio, escribir antes del amanecer fue una necesidad: cuando empecé a escribir mis hijos eran pequeños y necesitaba aprovechar el tiempo antes de que me llamaran, que era siempre sobre las cinco de la mañana. Muchos años más tarde, cuando dejé de trabajar en Random House, me quedé un par de años en casa. Descubrí cosas de mí misma en las que no había pensado nunca", cuenta Morrison.

"Al principio no sabía cuándo quería comer, porque siempre había comido a la hora del almuerzo, de la cena o del desayuno. El trabajo y los hijos habían motivado todos mis hábitos… No conocía los sonidos de mi casa entre semana; todo me mareaba un poco", recordaba Toni Morrison cómo fue su vida tras dejar su puesto en Penguin Random House, donde fue la primera editora afroamericana de la historia de la editorial. En sus 16 años en Random House, Morrison editó a escritoras afroamericanas como Angela Davis y nunca dijo a sus jefes que escribía. De hecho, estos se enteraron de que su editora también era escritora gracias a una crítica que publicó The New York Times sobre el primer libro de Morrison, Ojos azules (Holt, 1970), el cual publicó con 39 años.

Susan Sontag ( Nueva York, 1933 - Nueva York, 2004)

La diversa obra de Sontag se construye mediante ensayos, novelas, guiones de cine, dirección de largometrajes, textos teatrales. No obstante, no le gustaba que la llamasen “intelectual” y la de “feminista” era “una de las pocas etiquetas con las que estoy satisfecha”. En 1994, el periodista de The Paris Review la entrevistó durante tres jornadas de siete horas. Entonces, Sontag acababa de llegar a su apartamento de Manhattan desde Sarajevo pues estaba yendo y viendo a Bosnia y Herzegovina para apoyar a las víctimas del conflicto bélico. La guerra de Bosnia fue la tercera guerra que Sontag conoció con sus propios ojos.

“Lo que yo quería, en realidad, era vivir todas las vidas posibles, y la vida de escritora parecía la más inclusiva”, decía para describir cómo la literatura la “arrolló”. Sontag enumeró algunas de sus autoras predilectas: “Dickinson, Woolf, Tsvietáieva, Ajmátova, Elizabeth Bishop, Elizabeth Hardwick… y la lista es mucho más larga. Dado que las mujeres son una minoría en el ámbito cultural, mi conciencia minoritaria hace que siempre me regocije con los logros de las mujeres. Pero mi conciencia de escritora hace que me regocije con cualquier obra que admire, sea de un hombre o de una mujer”.

“He estado muy activa en el movimiento antibélico desde 1964, cuando todavía no se podía hablar de ‘movimiento’ en el sentido estricto de la palabra. Y mi activismo ha ido ocupando cada vez más tiempo. Tuve una depresión. Esperé. Leí. Viví en Europa. Me enamoré. Mis gustos evolucionaron. Hice algunas películas. Sufrí una crisis de confianza sobre mi forma de escribir, porque siempre he pensado que un libro tiene que ser necesario, y que cada libro que escribo debe ser mejor que el anterior. Son unos principios muy exigentes, pero los sigo con mucha fidelidad”, declaró Susan Sontag en su entrevista para The Paris Review.