Estas palabras son el inicio de un texto autobiográfico e inacabado que Pasolini escribió en 1966, con 44 años, cuando se encontraba en Nueva York aquejado de una grave úlcera. Interpretado por el actor Laurent Sauvage, el monólogo cobra vida frente a la cámara en Qui Je Suis (1996), la primera película del director francés Bertrand Bonello (Saint Laurent, Nocturama), un mediometraje de 41 minutos donde se reproduce el poema, acompañado de imágenes rodadas por el director en Italia y fotogramas pertenecientes a varios filmes del artista.  

Qui Je Suis es conocida por ser una cinta mítica y escurridiza: no está disponible en ninguna plataforma y apenas ha tenido recorrido en salas y festivales, excepto ocasiones muy contadas. Este miércoles se estrena por primera vez en España en el marco del ciclo Libertad Pasolini, organizado por Cineteca Madrid con motivo de los 60 años de Accattone, su primera película. "Uno de los retos de Qui Je Suis era especialmente conseguir que el lenguaje de Pasolini fuera escuchado, hacer oír este texto, que para mí es uno de los más bellos de PPP", cuenta Bonello por email a elDiario.es. "Es una película muy trabajada y libre, estoy muy apegado a ella".

"Queríamos complementar el ciclo dedicado a Pasolini con películas que recogieran el influjo tan grande que ha tenido, y decidimos hacerlo de forma un poco libre, buscando asociaciones no necesariamente evidentes, en algunos casos, o con una filiación más obvia, como es el caso de la película de Bertrand Bonello", explica Gonzalo de Pedro, director artístico de Cineteca Madrid. Además de cintas tan conocidas de Pasolini como Teorema (1968), Los cuentos de Canterbury (1972), Las mil y una noches (1974) o Saló o los 120 días de Sodoma (1975),  en el ciclo también se han proyectado obras de cineastas contemporáneos como Abel Ferrara (Pasolini, 2014) o Albert Serra (Liberté, 2019).

Como si respondiera a las preguntas imaginarias de una entrevista, interpelando a su propio padre y en ocasiones a la figura del crítico de cine, Pasolini desgrana su recorrido vital en Qui Je Suis, sin eludir cuestiones espinosas. Poniendo nombre a las diferentes secciones del texto original, conocido en nuestro país como Quién soy o Poeta de las cenizas, el filme de Bonello se divide en cinco partes: "pasado", "mi compromiso", "mis juicios", "mi realidad" y "mis obras futuras". "Tuve este libro en mi escritorio durante muchos años", relata el director francés. "Cogimos una cámara de 16 mm, la metimos en el maletero de un coche y nos fuimos a Italia, sólo el director de fotografía y yo. Fue un poco loco decidir adaptar este poema, pero podía sentir que había una forma de encontrarlo, entre el lenguaje y el montaje. Este libro significó mucho política y poéticamente para mí. Todavía lo hace".

El manuscrito de Poeta de las cenizas fue encontrado entre los papeles personales del artista poco después de su asesinato. Se publicó por primera vez en julio de 1980, en la revista italiana Nuovi Argomenti (Nº 67/68), dirigida por Alberto Moravia, Attilio Bertolucci y Enzo Siciliano, explica el traductor Arturo Carrera en el prólogo de la edición argentina de 1997. "Según las indicaciones de Siciliano —el biógrafo del cineasta—, el texto era de unas treinta y dos páginas escritas a máquina a doble espacio, ‘atormentadas de correcciones en birome’, y que supuestamente fueron escritas en agosto de 1966, en Nueva York", escribe Carrera. 

Entre las respuestas que ofrece Pasolini en Qui Je Suis está su concepción sobre el cine, al menos la que tenía durante aquel verano de 1966, cuando su película Pajaritos y Pajarracos acababa de ser estrenada en el Festival de Cine de Montreal. "¿Por qué me pasé de la literatura al cine?", se pregunta, en boca de Sauvage, Pasolini, quien no comenzó a rodar su primera obra hasta los 39 años. Sus "oscuros" motivos tenían que ver con "dar la espalda a todo lo italiano", que él había defendido hasta el punto de publicar inicialmente en dialecto friulano y ser uno de los fundadores de la Academia Friulana de la Lengua. Para Pasolini, el cine "no es solamente una experiencia lingüística, sino también, en tanto que búsqueda lingüística, una experiencia filosófica".

El monólogo constituye un mapa biográfico con datos muy relevantes para ahondar en la obra del artista, como la tensa relación con su padre, un fascista por quien sentía "un odio mezclado por compasión", o el hecho de que en 1949 Pasolini fuera expulsado del Partido Comunista por un supuesto escándalo sexual con menores. Huyó a Roma con su madre, "la persona más importante, a la que se ha unido ahora Ninetto" —Ninetto Davoli, su amigo y uno de sus actores fetiche—. Allí vivió "como puede vivir un condenado a muerte, siempre cargando con este pensamiento: deshonra, desempleo, miseria". 

También están presentes en Qui Je Suis, como no podía ser de otra forma, el compromiso político de Pasolini y su afilada crítica a la sociedad de los 60. "Italia nunca ha sido tan odiosa, sobre todo con la traición de los intelectuales, con el revisionismo del Partido Comunista", opina. "Sí, el comunista también es un burgués. Desde ahora, la forma racial de la humanidad". "Tal vez luchar contra eso no implique escribir, como hombres comprometidos, diría yo, sino vivir", dice el artista a través de la mirada limpia de Bonello, a quien vemos declamar en francés, lo que implica que los subtítulos de la película sean una versión más simplificada si se comparan con la traducción de Carrera. Pasolini, definiéndose como "un pequeñoburgués que dramatiza todo" y "un poeta marxista privilegiado", exhorta en Qui Je Suis a no comprometerse solo con la escritura, "sino también con la vida", 

"Cada día me pregunto qué pensaría él de nuestro tiempo. Qué escribiría o rodaría hoy", concluye Bonello. "Su pensamiento contemporáneo se echa mucho de menos. Pero creo que Qui je suis sigue ofreciendo respuestas". Pasolini, que vivió casi toda su vida "en el seno de un poema lírico, como poseído", entendía que no había más poesía que "la acción real". Termina el monólogo con una confesión: "Querría ser compositor de música, vivir con instrumentos en la torre de Viterbo (...) Allí componer música, la única acción expresiva, quizá, tan alta e indefinible como las acciones de la realidad".