"¡Permita el libre cierre de puertas!", ¡Permita el libre cierre de puertas!", es la indicación que suena en los altavoces del Sistema de Transporte Colectivo (STC), el metro de la Ciudad de México, cuando una persona interrumpe dicha acción de manera accidental o deliberada.

Un solo segundo perdido altera su funcionamiento porque el metro de la capital mexicana es una especie de reloj que no se permite fallos y que este miércoles cumple 50 años.

"Cada uno de los trenes tienen una hora aproximada de salida de las terminales", explicó este martes en entrevista con Efe el gerente de control central del metro, Mauricio Vargas, quien supervisa y vigila que se cumpla la continuidad en la circulación de los trenes desde el puesto de control central.

A modo de ejemplo, en un día normal, 37 trenes cumplen 499 vueltas en la emblemática Línea 1, la rosa, que va de Observatorio a Pantitlán. Del poniente al oriente de la ciudad.

"Con el hecho de que un tren se detenga un lapso en una estación, nos obliga a que detener a los trenes que van detrás", destacó Vargas.

Un cierre de puertas interrumpido por una entrada de última hora o un incidente menor entre los usuarios son dos de los inconvenientes más recurrentes que impiden la marcha normal del convoy, sumando ligeros retrasos.

Justamente el trabajo de Vargas y su equipo en el puesto de control central, un edificio en el centro histórico de la capital, es supervisar el funcionamiento del metro mediante los tableros de control óptico y las mesas de mando y regulación de tráfico de las líneas.

Con mesas y tableros de hace 50 años, pero que han sido actualizados, los llamados jefes reguladores de transportación son quienes llevan el mando de los trenes y se ayudan de teléfonos y ahora de cámaras remotas para darle cause a su trabajo.

Las 12 líneas del metro funcionan de manera similar para dar un servicio imprescindible en esta gigantesca urbe. Tan solo en 2018, el metro de la Ciudad de México transportó a 1.647 millones de usuarios y recorrió 44,07 millones de kilómetros.

EL IMPRESCINDIBLE MANTENIMIENTO

Este tren metropolitano -que corre mayormente por túneles y es impulsado con energía eléctrica- detiene su marcha entre las 12 de la noche y las 5 de la mañana. Trabaja todos los días del año y cuando descansa, en realidad se somete a un imprescindible mantenimiento de ajuste de piezas y de limpieza.

"No omitimos ciertas circunstancias que nos ha involucrado en accidentes bastante fuertes, pero esas fallas la solventamos con personal especializado", reconoció Vargas.

El responsable consideró que para la cantidad de usuarios, los 50 años que tiene de funcionamiento y los millones de usuarios que transporta diariamente, en comparación con las fallas, el servicio que el metro ofrece "es excelente".

Según la plataforma SinTráfico, en un reporte de 2018, el metro de la capital mexicana registró 125 incidentes al mes relacionados con la lentitud del servicio, el exceso de pasajeros y fallas menores.

Precisamente, para afinar este reloj que es el metro, el mantenimiento en la zona de talleres es de especial importancia.

"Cuando hay un desperfecto en la línea el tren tiene que ser trasladado a talleres para un tratamiento correctivo o preventivo según sea el caso", indicó a Efe el técnico en mantenimiento de material rodante del taller de Tasqueña, Enrique Baeza.

En el lugar, decenas de trabajadores reemplazan y ajustan todos los días piezas o sistemas que resultan afectadas durante los constantes viajes del metro.

Según los registros del sistema, los trenes entran a mantenimiento cada 12.500 kilómetros, mientras que los neumáticos de rodamiento son reemplazados cada 250.000 kilómetros.

Baeza dice que los vagones son tan resistentes que en pleno 2019 el modelo de tren "MP68", de los primeros en México, todavía están en circulación.

"Si mejora el comportamiento del usuario, mejora nuestra servicio", añadió el técnico, quien trabaja para el metro desde hace 35 años y alertó sobre la falta de "civismo" de algunos pasajeros.

LAS BODAS DE ORO DEL METRO

Con 12 líneas y 195 estaciones, el metro cubre una longitud de 226,49 kilómetros en la capital mexicana.

Entró en funcionamiento el 4 de septiembre de 1969, meses después de que el hombre llegara a la luna.

En 1969, el primer tramo inaugurado fue el de Zaragoza-Chapultepec, con 16 estaciones y 12,66 kilómetros.

Desde su apertura, en 1969, siete presidentes mexicanos han inaugurado las 12 líneas del sistema. Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) fue el primero con la Línea 1 y la Línea 2.

El segundo fue Luis Echeverría (1970-1976), quien concluyó la ampliación de esa Línea 1. Posteriormente, José López Portillo (1976-1982) abrió la líneas 3, 4 y 6, mientras que Miguel de la Madrid (1982-1988) inauguró las líneas 6, 7 y 9.

La apertura de la Línea 8 y la Línea A correspondió a Carlos Salinas de Gortari (1988-994), mientras que la Línea B la abrió Ernesto Zedillo (1994-2000) y Felipe Calderón (2006-2012) inauguró la Línea 12, con poco más de 25 kilómetros de trayecto.

Los 25 centavos de dólar, 5 pesos mexicanos, que cuesta el boleto del metro de la Ciudad de México lo coloca como uno de los más baratos del mundo.