Pintar sobre piedra no es cosa del pasado, miles de personas juegan ya en familia en Extremadura a decorar estos elementos, esconderlos y esperar a que alguien tropiece con ellos, una moda que ha surgido en la región y que busca "sacar una sonrisa" y regalar frases motivadoras, emojis y hasta escenas de películas.

Animales, frutas, personajes de dibujos animados, superhéroes o cuadros de famosos artistas son algunos de los detalles abstractos o simbólicos que podemos encontrar pintados en estas rocas tan perseguidas, muchas de ellos, de una calidad pasmosa.

Los iniciadores son Rubén del Pozo y Susana Luengo, un matrimonio con dos hijos pequeños al que se le ocurrió adaptar a Extremadura un juego que descubrieron hace tres años en Inglaterra.

“Pintar una piedra y dejarla en un sitio es algo verdaderamente antiguo, no lo hemos inventado, pero hemos generado una interacción social a través de las piedras”, ha expuesto, en declaraciones a Efe, Rubén.

En este sentido, explica que mientras en Inglaterra la gente coloca sus piedras y se olvida, “no había conexión”, aquí la gente “va al parque, intercambia sus piedras, las esconde en compañía, las pinta en familia, y eso lo hemos conseguido con la iniciativa y tampoco lo esperábamos”.

Todo surgió hace un par de meses en Badajoz, donde ya hay más de 15.000 “rockeros” pintando y buscando piedras, un juego al aire libre por los parques y plazas que ya se ha exportado a varias ciudades de la región, incluso fuera de ella, a Madrid, Sevilla, Huelva y Cádiz.

“Pinta una piedra a tu gusto, escribe detrás 'Sube una foto a Facebook Cace-Roc, luego guarda o esconde' o algo parecido, escóndela en algún lugar y haz a alguien feliz cuando la encuentre”, son las instrucciones del grupo de esta red social en la ciudad cacereña, con más de 2.400 miembros.

Sus iniciadores estiman que más de 40.000 personas en Extremadura han interactuado subiendo miles de fotos diarias de sus hallazgos a internet, escondiéndolas de nuevo y pintándolas.

“Cada día tengo 50 o 60 mensajes de personas que quieren ponerlo en marcha en su localidad”, afirma Rubén del Pozo, administrador de estos grupos en las redes sociales.

Según explica, se han interesado colegios, residencias de ancianos y diversas asociaciones, además de familias particulares, algo que, asegura, les “sobrepasa”.

“La verdadera felicidad consiste en hacer felices a los demás”, apunta este joven pacense, monitor de scouts, que ha propiciado que miles de personas se diviertan al aire libre, estén en contacto con la naturaleza los días de sol y pinten en familia en casa los días en los que el tiempo no permite salir a la calle.

Sus iniciadores ya tienen registrada la marca para evitar su uso comercial y su iniciativa está protegida con derechos da autor, exponen.

El “experimento” comenzó en noviembre en Badajoz, sin la previsión de que se hiciera tan viral, algo que sucedió tras las navidades, cuando escondieron por la capital pacense cien “jesusitos” multiplicando el alcance en redes sociales.

Aunque no se requiere talento artístico, el asombro es manifiesto al encontrar algunas rocas, que como recomendación piden que se usen lisas, de un tamaño de 4 o 5 centímetros y usar pinturas acrílicas.

Además de esconder las piedras en algún espacio público al aire libre, piden a los participantes que no las oculten en zonas de interior ni en cementerios, piscinas, balcones y ventanas.

Con el tiempo ya han surgido “juegos dentro del juego”, como el caso de una artista en Badajoz que ha creado la “misión” de encontrar unicornios, y a quien lo logre se le pide que ofrezca las piedras a una persona para alegrarle el día.

Otro de estos juegos es el de las “pokebolas”, del conocido videojuego, que solo te las puedes quedar si cumples con las misiones semanales, como estar sin comer chucherías o enviar una carta a alguien que aprecies.

“Las escondemos y duran cinco, seis, siete minutos las piedras, por la calle ya nos conocen y esperan a ver dónde las ponemos”, afirma Rubén del Pozo, para quien el asombro por la acogida va en aumento.

Por Vicente M. Roso