Elon Musk, Tesla y Bitcoin: mucho ruido y pocas nueces

Elon Musk es conocido por promocionar The Boring Company, una empresa tuneladora, vendiendo 20.000 lanzallamas; por lanzar un negocio de internet por satélite, con su empresa aeroespacial SpaceX, que amenaza con contaminar irreparablemente el cielo nocturno para la astronomía; y por meterse en líos con la SEC, el supervisor estadounidense del mercado de valores, por comunicar a través de su cuenta de Twitter hechos relevantes para la acción de Tesla Motors, su compañía de coches eléctricos. Esta semana, Musk está en las noticias por dos decisiones de Tesla: adquirir 1.500 millones de dólares de la criptomoneda Bitcoin y permitir el uso de Bitcoin como medio de pago para adquirir sus vehículos.

Estas acciones son un voto de confianza en la moneda digital y, además de hacer aumentar su valor en un 14% de un día para otro, han provocado todo tipo de advertencias por parte de supervisores y reguladores financieros sobre los peligros de Bitcoin como activo especulativo.

Bitcoin es un medio de pago electrónico inventado en 2008 por un programador o grupo de programadores bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto. Está basado en dos ideas: el uso de registros contables distribuidos sin una autoridad o base de datos central, usando una estructura de datos llamada Blockchain o cadena de bloques; y el uso de la criptografía para validar transacciones. Para añadir un nuevo bloque a la cadena es necesario resolver un problema criptográfico y, para incentivar la resolución de esos problemas, se premia la adición de cada bloque con una cantidad de Bitcoin que empezó siendo 50 y se reduce a la mitad cada 210.000 bloques, de modo que actualmente es 6,25 Bitcoin por bloque. Este proceso se denomina minería de Bitcoin, que actualmente consume en todo el mundo cerca de 9 gigavatios de potencia, comparable por ejemplo con los 40 gigavatios de pico de demanda en España. Debido a la estructura de la red de usuarios de Bitcoin y el diseño de la cadena de bloques, una transacción de Bitcoin tarda al menos 30 minutos y en algunos casos varias horas en confirmarse.

Bitcoin está diseñado para aumentar de valor con el tiempo, por lo que además de medio de pago funciona como un valor. Actualmente Bitcoin cotiza por debajo de 50.000 dólares. El valor de mercado de todos los Bitcoin existentes es algo inferior a 900 mil millones de dólares, y el volumen de transacciones diario es de algo menos de 100 mil millones de dólares.

Lo que el Bitcoin no es realmente es una unidad de cuenta. Para entendernos, los precios de los vehículos de Tesla se determinan en dólares, no en Bitcoin. Tesla permite pagar en Bitcoin como podría permitir pagar en lingotes de oro o por medio de cualquier otro activo sobre cuyo valor se puedan poner de acuerdo Tesla y cada uno de sus compradores.

Por estas razones, las autoridades monetarias y de mercado insisten en que el Bitcoin no es una moneda, sino un activo especulativo, y alertan contra su uso indiscriminado.

Ni Bitcoin ni otros activos criptográficos son necesarios para realizar pagos electrónicos, como sabemos por el uso cada vez más extendido de medios de pago desde tarjetas de débito hasta aplicaciones móviles para pagar en euros u otras monedas "oficiales". De hecho, Elon Musk se hizo millonario por ser uno de los creadores de PayPal, la empresa de pagos por Internet.

Dados el coste energético y el largo tiempo necesario para validar una transacción, la razón por la que existe Bitcoin es esencialmente ideológica. El objetivo de Satoshi, su inventor o inventores, era crear un medio de pago que no requiriese la existencia de una autoridad central ni la necesidad de confiar en ella. Al final, lo que pretendían era escapar al control del estado y, de manera similar a los ideólogos del patrón oro, escapar también al supuesto inevitable colapso del sistema monetario basado en la moneda fiduciaria y el crédito de la banca privada con reserva fraccionaria. Es un proyecto esencialmente anarco-capitalista, conservador y con tintes post-apocalípticos.

La intención de escapar al control del estado ha llevado a que las criptomonedas se vuelvan atractivas para el crimen organizado y la economía sumergida. Uno de los mayores mercados basados en Bitcoin, Silk Road o Ruta de la Seda, fue cerrado por el FBI en 2013 con acusaciones de blanqueo de dinero, delitos contra la seguridad informática, y facilitar el tráfico de drogas. No fue el único. Esta misma semana, el gobierno de los EEUU confiscó Bitcoin por valor de 1.000 millones de dólares que supuestamente habían sido robados en su día hackeando Silk Road.

Es tan probable que la jugada de Elon Musk esta semana aumente la legitimidad de Bitcoin como que acabe embrollando a Tesla en una investigación de blanqueo de capitales por parte del gobierno estadounidense. Mientras tanto, la jugada es esencialmente publicitaria, sin más implicaciones macrofinancieras. 1.500 millones de dólares es algo más del 1,5% del volumen diario de transacciones de Bitcoin y menos del 0.01% del PIB de EEUU. Es suficiente para mover el valor de Bitcoin un día, pero nada importante en el orden mayor de las cosas. Tesla vende del orden de 100 millones de dólares al día, lo que equivale al 0,1% del volumen diario de transacciones en Bitcoin.

Lo que sí que consigue Musk es acoplar el valor de la acción de Tesla al valor de Bitcoin. La empresa asegura que ha adquirido 1.500 millones de dólares en Bitcoin para maximizar la rentabilidad de sus reservas de efectivo. Esta cantidad es del orden del 6% del patrimonio neto de Tesla -el valor de Bitcoin es notablemente volátil-, no siendo ajeno a incrementos del 100% en periodos relativamente cortos de tiempo.

En resumen, las autoridades monetarias tienden a reaccionar con preocupación a cualquier noticia que cimente la popularidad de Bitcoin y otras monedas alternativas. Pero, a la postre, de lo que se trata en este caso es de un intento más de acaparar titulares por parte de Elon Musk quien, por otra parte, tiene una larga historia personal de asociación con las tecnologías de pago por Internet y la ideología anarco-capitalista.