¿Imaginas a Glovo, Uber, Bizum y tu banco en una sola app? Las

La semana pasada se anunció la salida a Bolsa de Grab, una aplicación nacida en Singapur y presente en el sudeste asiático —Malasia, Filipinas, Vietnam, Camboya, Tailandia, Indonesia y Myanmar— que hace muchísimas cosas. A saber: te trae la comida a domicilio (como Just Eat), la compra y los paquetes (como Glovo), te permite reservar taxis, taxis compartidos e incluso minibuses para ir de un sitio a otro (como Uber y Cabify), pagar en las tiendas (como tu banco) y enviar dinero a tus contactos (como Bizum).

Grab también ofrece seguros de viaje y otro abanico de productos financieros, de préstamos a negocios y servicios de inversión a consumidores, a través de su filial Grab Financial Group.

Es una app todoterreno o, en jerga tecnológica, una 'superapp'.

Grab saldrá valorada en 40.000 millones de dólares, 33.000 millones de euros, mediante una SPAC, un controvertido vehículo de inversión en auge durante la pandemia. Las SPAC (Special Purpose Acquisition Company) son compañías sin estructura que se crean solo para salir a cotizar, captar fondos y comprar empresas con ellos en el plazo de dos años. Así, Grab se fusionará con la SPAC Altimeter Growth Group en la que es, hasta la fecha, la operación más cuantiosa de este tipo. "Grab es una de las empresas cuya salida era de las más esperadas", explican desde la firma IG Capital. " Tras la fusión, la empresa resultante logrará el nombre de la firma, manteniendo sus actividades. El boom de las SPAC supone una alternativa para muchas empresas. Son las llamadas 'empresas de cheque en blanco'".

Como parte del trato, recibirá 4.500 millones de dólares en efectivo de Altimeter y de otros inversores (BlackRock, Morgan Stanley y T. Rowe Price). La empresa ha duplicado su valoración en apenas año y medio, según datos citados por The Wall Street Journal. La pandemia ha impulsado su negocio, pese a que parte de su actividad estaba limitada. ¿Cómo? Grab se concentró en lo que sí podía hacer (enviar comida y paquetes) y ofreció a sus conductores de taxi que se cambiaran de un día para otro. Según datos de la empresa, cerca de 150.000 conductores se convirtieron en repartidores.

En España, Cabify intentó hacer lo mismo. En pleno confinamiento, la startup española de VTC lanzó un servicio de paquetes, Cabify Envíos, porque era una actividad permitida en el estado de alarma. Sin embargo, dos días después, la Comunidad de Madrid le solicitó que dejara de enviar paquetería ya que en España es necesaria una autorización para el transporte de mercancías de la que Cabify carecía. Meses después, la CNMC se pronunció, dijo que esa interpretación era "desproporcionada" y que los coches VTC sí pueden llevar "pequeñas mercancías".

Detalles como el anterior explican por qué las 'superaplicaciones' o apps todoterreno que triunfan en Asia y buscan su hueco en Latinoamérica no terminan de encajar en España y otros países occidentales. Aunque las grandes tecnológicas tienden a la integración —Facebook tiene sistema de pagos y e-commerce, con Marketplace; Instagram tiene mensajería y tienda; Google Maps permite coger taxis de Uber o Cabify— está la cuestión regulatoria y la cultural.

La propia Uber podría tenerlo todo en una misma aplicación, pero divide sus servicios de movilidad (Uber, para los que emplea subcontratas) de los de comida (Uber Eats, con modelo de repartidor autónomo).

"Aquí se usa WeChat para todo. No puede fallar. Empezó como Whatsapp pero le han ido metiendo cosas. La arquitectura de la aplicación lo ha sufrido y se nota, no siempre sabes dónde está todo. Mis amigos chinos también se equivocan", explica Jorge, un diseñador español que vive y trabaja en la provincia china de Jiangsu.

WeChat, del grupo Tencent, es la 'superapp' por excelencia. Tiene chat, tiene muro (tipo Facebook) y tiene miniprogramas integrados (servicios de mapas, parking, la app del COVID, las apps de comida a domicilio, etc.). Pero sobre todo tiene pagos: tanto entre personas (como Bizum) como a comercios, vía QR.

"Entras a las tiendas y es: Alipay [la plataforma de pagos móviles del grupo Alibaba] o WeChat. Que esté todo en la misma aplicación lo hace más fácil. Como con Google, es difícil resistirse y consumir de otra manera. Aunque la cantidad de información que recogen sea controvertida", añade. Además de saber dónde vas o qué buscas, estas 'superaplicaciones' con pagos integrados saben en qué te gastas el dinero. Y WeChat es un importante arma de vigilancia y censura del Gobierno chino.

Un ejemplo de su omnipresencia son los restaurantes: se escanea el QR de la carta con WeChat, se pide por WeChat y se paga entre varios por WeChat. "Y antes de pedir tienes que suscribirte a la página de empresa del restaurante para que te envíen sus novedades", continúa Jorge. Algo así como darle a 'me gusta' en Facebook. "El nivel de ruido y spam es tan elevado que yo creo que a la gente le da igual".

España no tiene 'superapp'. Por inversión y servicios, Glovo es la que más se acerca: acaba de recibir una ronda de financiación de 450 millones de euros y ya está metida en envíos multicategoría (le hace el reparto de última milla a Aliexpress), en envíos de supermercado (tiene sus propios Superglovos) y en cocinas fantasma. La empresa cuenta con un espacio en Madrid y otro en Barcelona. Los recientes millones se usarán para expandir la división de supermercados y comercio electrónico (o q-commerce, en su jerga).

El Glovo colombiano, Rappi, no ha ocultado su deseo de convertirse en 'superapp'. Rappi está presente en nueve países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Uruguay, además de Colombia. Fundada en 2015, el fuerte de Rappi (que al cierre de este artículo no había respondido a una solicitud de información de elDiario.es) es la comida, los productos farmacéuticos y de supermercado a domicilio.

"Podemos llevar alimentos de un restaurante, hacer la compra en el mercado (un shopper va al mercado y nosotros lo recogemos, o lo hacemos nosotros mismos). Se pueden hacer Rappifavores (por ejemplo, yo puedo trasladar un bolso) y está el servicio de Rappicash, que consiste en sacar dinero de un cajero y llevárselo al cliente", explica Carolina, que trabajó como repartidora de Rappi y es portavoz del sindicato de repartidores Unidapp.

Rappi está valorada en 3.500 millones de dólares (2.900 millones de euros), algo más que Glovo (2.000 millones). Entre sus inversores hay fondos de renombre como Softbank, Sequoia, Andreessen Horowitz y Y Combinator. Se ha metido en el sector de la movilidad a través acuerdos con empresas de taxis y en el financiero mediante un acuerdo con Interbank. Rappibank permite pagar, retirar efectivo y enviar dinero entre amigos (como Bizum). Aunque, según cuenta Carolina, no funciona demasiado bien.

Un reciente análisis de Sacra, firma de análisis para inversores, apuntaba las tres ventajas competitivas de Rappi para convertirse en la primera 'superapp' latinoamericana: que funciona en mercados muy densos, que sus costes salariales son más bajos que los de sus homólogos en otros países y que la adopción de internet es aún baja, así que hay recorrido para crecer. "Las superapps son más difíciles de construir en países con economías digitales establecidas, necesitan poseer la cartera del cliente para facilitar un alto volumen de transacciones y tener buenas relaciones con el Gobierno", decía. "La geografía única de Rappi y su ADN vertical le dan la ventaja de construir algo que aún no ha pasado en Occidente: una verdadera 'superapp'".