Estados Unidos se ha sumergido un año más en el "Black Friday" (Viernes negro), la fiesta de los descuentos y las compras, que espera volver a batir récords a pesar de los continuos temores a una desaceleración de la economía.
"La gente se siente segura, tiene trabajo y si lo pierde puede conseguir otro", asegura a Efe la analista de mercados Marie Driscoll.
Para la directora de moda y lujo de la firma Coresight, que como muchos otros estadounidenses ha aprovechado la jornada para hacer compras, el aumento un años más del consumo es una muestra de que los consumidores no se ven afectados, de momento, por las advertencias que desde hace más de un año lanzan los mercados.
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