Rick Wilson es un republicano sin partido. Conservador hasta la médula, reivindica una política que beba del sentido de Estado y los valores democráticos que, a su juicio, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca hizo saltar por los aires. Acaba de publicar su segundo libro superventas con un título que poco deja a la imaginación: Presentarse contra el diablo: el complot de un estratega republicano para salvar a Estados Unidos de Trump y a los demócratas de sí mismos.

Después de 30 años de servicio en el Grand Old Party como asesor político y estratega de comunicación –trabajó en el Gobierno de Bush padre y en las campañas electorales de más de 39 estados–, Wilson se ha convertido en una de las voces de la disidencia sobre un liderazgo al que dibuja con cola afilada y unos cuernos de demonio.

"Estoy haciendo lo que creo que es correcto para el partido republicano y para el país", apunta en una entrevista telefónica desde su Florida natal.

Su libro es un recetario en el que airea las estrategias electorales de los republicanos y aconseja a los demócratas. "Las elecciones de 2020 tienen que ser un referéndum sobre el modelo de liderazgo de Trump", opina.

¿Se puede escribir un libro como este y seguir siendo republicano?

Soy conservador, sigo siéndolo. Pero ya no hay un partido republicano como tal, ahora es el partido de Donald Trump. He sido asesor, pero no ya no trabajo para el partido.

Después de escribir dos libros superventas contra el actual presidente, ¿quién prefiere que gane las elecciones, un candidato demócrata o Trump?

Que las gane cualquiera que no sea Trump.

¿Y qué demócrata tiene, a su juicio, más posibilidades?

Joe Biden. No trato de decirle a los demócratas qué candidato deberían elegir, pero sí qué les pasaría si no eligen al candidato correcto. También digo qué tipo de candidato deberían buscar para ganar unas elecciones muy ajustadas en las que van a tener muy poco margen de error.

Ha trabajado durante 30 años en la comunicación de uno de los dos partidos más importantes de Estados Unidos, ¿qué cambios significativos ha observado en el discurso político?

El mayor cambio en la política estadounidense, como en todas partes del mundo en los últimos 20 años, tiene que ver con el surgimiento de Internet y las redes sociales. Han alterado el equilibrio fundamental y el papel que juegan la información y la política en unas elecciones. Esta transformación radical ha provocado trastornos en todo el mundo, donde los gobiernos han sido derrocados y el orden político ha sido alterado dramáticamente.

Las redes sociales son esa nueva fuerza indomable que nadie sabe del todo cómo controlar. Impacta en las sociedades donde la política es un indicador. Así, hemos visto la campaña por el Brexit fuertemente influenciada desde el exterior por las redes sociales, lo mismo con las elecciones de 2016 en Estados Unidos…

La diferencia entre unas elecciones ahora y hace 20 años es la capacidad actual para influenciar a las personas en mayor grado, con mayor granularidad y resolución en los datos. Antes se podía hacer un anuncio en televisión que viera un sector de población, pero ahora puedo hacer un anuncio que solo veas tú.

Se ha referido en varias ocasiones a que la comunicación política actual genera sociedades cada vez más polarizadas y enfrentadas. Ha sido asesor del Partido Republicano durante esta transformación, así que hay quien puede considerar que de alguna manera ha participado en crear esa división. ¿Hace autocrítica?

Sí, he sido parte de la construcción de un sistema que se ha tornado… Mira, es como cualquier herramienta, si te doy una sierra puedes cortar un árbol, pero si se la doy a un niño se va a hacer daño. Las herramientas que los dos partidos, republicano y demócrata, construyeron han sido empleadas por mucho tiempo por personas que no intentaron destruir el Gobierno ni romper el sistema. Sin embargo, en las manos de alguien como Donald Trump o Bernie Sanders, esas herramientas están destinadas a tareas mucho más anárquicas, no están siendo utilizadas para unificar.

A esto se le suma que existen herramientas fuera del espacio político como los medios de comunicación que, por lo menos en Estados Unidos y Reino Unido, se han convertido en agentes de defensa política muy poderosos. Resistir esto es complicado, y las sociedades no están bien equipadas para hacer frente al tipo de escenario político que generan.

Y así vuelven a surgir colectivos radicales.

Lo que ocurre es que estos núcleos de medios y redes sociales permiten a las personas segregarse en grupos en los que solo escuchan lo que les gusta y que suenan como les gusta. Se encierran en conversaciones aisladas del resto. Esto pasa con los conservadores, demócratas, anarquistas…

Esta es una de las consecuencias que no se podían anticipar de la reducción de la fricción en la comunicación que ha supuesto Internet. Esta disminución significa que incluso las personas más débiles pueden emplear estas herramientas para organizarse y comunicarse. Pueden caer en manos de grupos extremistas iraníes, supremacistas blancos, terroristas islámicos... o de cualquier grupo separatista que no tenga objetivos democráticos más allá de su propio beneficio.

¿Cómo se vence a Donald Trump?

Los demócratas tienen que hacer de estas elecciones un referéndum sobre Trump como un presidente corrupto, como un presidente que ha sido cruel, que puso a niños en celdas, un presidente que alienta la discriminación racial y la xenofobia. Necesitan hacer una votación sobre Trump, no sobre propuestas políticas.

Lo segundo que tienen que hacer es ganar las elecciones en el Colegio Electoral, una institución particular norteamericana, que en ciertos estados juega un papel muy importante. Tienen que ganar en los colegios electorales clave en estas elecciones, que son Florida, Ohio, Pensilvania, Wisconsin y Michigan. Van a tener que trabajar mucho en estos estados y no centrarse en victorias pequeñas como California, Massachusetts, o Nueva York, que son más progresistas. Tienen que ganar también en estados más moderados.

¿Sirven estas lecciones que da en su libro también para combatir los extremismos en el resto del mundo?

Absolutamente, y la lección más reciente es la de Jeremy Corbyn, que estuvo posicionado tan a la izquierda que permitió la victoria de un personaje tan impopular como Boris Johnson. Un líder más moderado habría ganado siguiendo las recetas que prescribo: un referéndum sobre el liderazgo, ideología e historia del otro bando. No sobre pureza. Corbyn era un progresista de extrema izquierda puro, no pasaba por centrista. Hay lecciones en este libro que pueden aplicarse a las escalas de otros países.

Más allá de las elecciones, ¿qué configuración tendrá un futuro partido republicano pos-Trump?

El partido está al borde de dividirse en dos. Por un lado, los partidarios del estilo de Trump, nacionalista populista, muy similar a los populistas en Europa. Por otro, un partido republicano más tradicional que vuelva a la senda de la Constitución, la libertad individual y que apueste por un Gobierno poco intervencionista que recuerde más al de Reagan, Eisenhower o Bush padre.