La estrategia del Gobierno sueco contra el coronavirus ha recibido una clara crítica desde una posición inesperada. La anterior responsable de epidemiología y enfermedades infecciosas del país ha cambiado de parecer y ha criticado que no se pusieran en marcha medidas más drásticas de confinamiento. Annika Linde ha afirmado que el alto número de fallecimientos cuestiona la validez de la estrategia adoptada.

"Creo que necesitábamos más tiempo para estar preparados. Si hubiéramos cerrado antes (la posibilidad de contactos), habríamos podido en ese tiempo asegurarnos de tener lo necesario para proteger a los más vulnerables", dijo Linde. 

En Suecia, han muerto 3.992 personas por el coronavirus, una cifra muy superior a la de sus vecinos escandinavos, cuyos gobiernos sí impusieron medidas duras de confinamiento.

La mitad de las muertes se ha producido en residencias y un 25% más entre ancianos que reciben atención domiciliaria.

El Gobierno sueco era consciente de ese riesgo y no supo hacer nada al respecto. "Era como un sueño que pudiéramos proteger a los ancianos, un sueño con poca base en la realidad", opina Linde, de 72 años. La científica lamenta que el Gobierno dejara la responsabilidad en manos de los ayuntamientos, responsables de la regulación de esos centros, y de las empresas privadas que gestionan la mayoría de ellos. El fracaso del modelo quedó de manifiesto cuando el Gobierno pactó hace diez días con ayuntamientos y empresas la contratación de 10.000 personas para reforzar los medios en residencias y en la atención domiciliaria.

Hasta ahora, Linde había apoyado la estrategia de su sucesor en el cargo, Anders Tegnell, que confiaba en que para finales de mayo un 40% de los habitantes de Estocolmo, la zona más afectada, habría desarrollado inmunidad ante la COVID-19. El primer estudio de seroprevalencia indica que sólo el 7,3% de los habitantes de la capital había pasado por la enfermedad.

Linde compartía esa idea de confiar en que se desarrollara la inmunidad de grupo, que ha recibido el apoyo de la opinión pública en las encuestas. "Por eso, cuando Anders Tegnell decía que 'aplanaremos la curva y protegeremos a los vulnerables', pensé que alcanzaríamos la inmunidad de grupo después de un tiempo y que podría ser una buena estrategia". 

Tegnell sigue pensando que su estrategia es la correcta. "Es muy habitual salir con esas críticas y decir 'si hubiéramos decretado el confinamiento, podríamos haber conseguido otras muchas cosas'. Pero cuando yo hago la pregunta ¿exactamente, qué podríamos haber hecho para que la situación fuera totalmente diferente?, entonces no recibo muchas respuestas", dice en una entrevista este domingo en la radio pública sueca.

Noruega, Finlandia y Dinamarca ya han comenzado a levantar las restricciones de forma progresiva y ahora estudian reabrir las fronteras y comunicaciones entre estos estados. De momento, no tienen el mismo interés para permitir la llegada de ciudadanos suecos. "Noruega, Dinamarca e Islandia han tenido éxito al estabilizar la situación", dijo la ministra finlandesa de Interior, Maria Ohisalo. "En Suecia la situación es más preocupante".