Paulo tiene trece meses, dos madres y, aunque no lo sabe, acaba de protagonizar una de las noticias más esperanzadoras de los últimos tiempos para la comunidad LGTBI en Cuba, ya que ha sido el primer menor en ser inscrito en el Registro Civil como hijo de dos personas del mismo sexo.

El logro ha coincidido con un momento de ebullición de la defensa de los derechos LGTBI en Cuba, con esta comunidad y cada vez más colectivos de la sociedad civil independiente reclamando que el futuro Código de la Familia -que previsiblemente abordará el matrimonio entre personas del mismo sexo- no sea sometido a un referendo previo, tal y como está previsto para 2021.

Ajeno al revuelo que ha causado el desenlace feliz de su caso en un país donde las uniones homosexuales y su derecho a formar una familia aún no tienen reconocimiento legal, el pequeño dio sus primeros pasos en medio de la pandemia de coronavirus y esta tarde juega despreocupado con un peluche en brazos de una de sus mamás, mientras ellas relatan a Efe su historia.

ENTRE DOS ORILLAS

Dachelys Valdés, psicóloga cubana, y Hope Bastian, antropóloga estadounidense, eran vecinas en La Habana y no lo sabían. Se conocieron en un evento académico en el centro de la isla, se enamoraron y aunque ambas tenían claro cómo querían vivir la maternidad y configurar su familia, tardaron poco en darse cuenta de que en Cuba el proceso no es que fuera un reto, es que era imposible.

El sistema de salud universal y gratuito del país caribeño subsidia también los tratamientos de fertilidad, pero no para dos mujeres y ellas pronto descartaron la idea de que un amigo les "ayudara" por las implicaciones jurídicas de esta solución: la que no gestara al bebé quedaría sin voz, ni voto, ni apellido ni derechos sobre el bebé a efectos legales.

La nacionalidad estadounidense de Hope les dio finalmente una alternativa, explica Dachelys, su relato intercalado con exclamaciones de júbilo de Paulo, que acaba de despertarse de la siesta y con las energías recargadas corretea entre sus juguetes por la sala del apartamento.

"Lo bueno de hacerlo allá (en EE.UU.) era que permitía que legalmente desde el principio las dos estuviéramos legalmente reconocidas como madres", cuenta la madre cubana.

La pareja se sometió a un tratamiento de fertilización in vitro en Florida "que por suerte funcionó a la primera" y regresaron a La Habana, donde el embarazo estuvo atendido por el sistema cubano de salud y aseguran que no experimentaron "ningún episodio de discriminación".

"EL MÉDICO TACHÓ ESPOSO Y PUSO MI NOMBRE"

"En la historia clínica ahora dice esposo y esposa, pero nuestro médico tachó donde decía esposo y puso mi nombre", sonríe Dachelys. A los ocho meses de embarazo Hope voló a Florida para esperar el nacimiento.

Ya con su niño y con sus derechos como familia reconocidos en la partida de nacimiento emitida en EE.UU. en la que las dos aparecen como madres del bebé, comenzó el incierto proceso para solicitar la ciudadanía cubana para Paulo, un derecho legalmente reconocido desde hace unos años a los hijos de cubanos nacidos en el extranjero.

Ese derecho ha sido, en términos jurídicos, la clave de haber logrado que el Registro Civil cubano las inscriba a ambas como progenitoras, pese a que la ley que regula ese órgano no prevé la existencia de dos madres o dos padres.

"La vida de nosotras está aquí, es en Cuba, nuestro compromiso social, nuestros trabajos, todo es aquí y queríamos que tuviera todos los derechos a los que puede aplicar un hijo de cubano nacido fuera o dentro de Cuba, que hiciera uso de su ciudadanía", señala Dachelys.

Una pareja heterosexual habría podido iniciar el trámite en Estados Unidos, pero por lo único de su caso, fue necesario hacerlo una vez de vuelta a la isla, realizando la solicitud al Ministerio cubano de Justicia.

"Como eso no estaba legislado todavía tuvimos que esperar a que se emitiera un dictamen específico para nosotras que autorizara la doble maternidad o maternidad compartida", recuerda la madre cubana.

Fueron casi ocho meses de espera y nervios, la licencia maternal se les acababa, pero mientras el niño no tuviera la nacionalidad cubana no podía acudir a una guardería estatal -aunque sí a una particular, mucho más costosas- ni acceder a otros beneficios por ciudadanía.

Hasta que la semana pasada sonó el teléfono y el ansiado "ya pueden pasar a recoger el certificado". O eso creían ellas.

ENTRE LO CÓMICO Y LO INTERESANTE

"Yo fui y ahí nos tropezamos con otra situación que para nosotras es entre lo cómico y lo interesante y es que estaba todo el dictamen, todo aprobado, pero el software que emite la planilla (el documento) tenía todavía puesto 'madre' y 'padre'. Y es un registro digital, no había forma de expedirme la certificación a mano".

Y así fue como sin pretenderlo Dachelys, Hope y Paulo marcaron otro inesperado hito, logrando que los informáticos modificaran el programa para añadir a la planilla la opción de incluir dos madres.

"Estamos muy felices de que el niño tenga a sus dos mamás reconocidas, todos esos temores que teníamos de cómo íbamos a configurar nuestra familia desaparecen, que además sabemos que nosotras no somos única familia así en Cuba y las personas han tenido que recurrir a ser creativas para poder formar su familia con descendencia", reflexiona Dachelys.

La pareja espera "que quizá esta pueda ser la puerta de entrada para que las demás personas puedan hacer lo mismo".

¿Pero cómo ha sido posible esta victoria sin que exista, en teoría, un marco legal que ampare específicamente los derechos reproductivos de las parejas del mismo sexo?

Según el documento emitido por el Ministerio de Justicia y con fecha del 28 de mayo, "la inscripción se practica en virtud de ambas madres al tratarse de un caso de doble maternidad, con apoyatura legal en el artículo 7 de la Constitución de la República de Cuba que reconoce además el derecho a formar una familia, cualquiera que sea su forma de organización, y vela por el interés superior del niño y su derecho a ser inscrito".

BUENA NOTICIA PERO NO JURISPRUDENCIA

En opinión de Eloy Viera, jurista y director legal del Colectivo+Voces, se trata de una buena noticia pero aún no es momento de lanzar las campañas al vuelo, ya que la decisión no parte de una sentencia de un tribunal y por tanto el caso no puede ser tomado como jurisprudencia.

"No creo que pueda ser utilizado como un precedente o como algo que puede invocar la comunidad LGTBI cubana porque no emanó de un tribunal y porque muy probablemente el fundamento de derecho que se ha utilizado no sea el derecho que tienen dos mujeres a reconocerse simultáneamente como las madres, sino el derecho de ese menor a ser inscrito en ese registro a partir del reconocimiento de su ciudadanía cubana por ser hijo de un ciudadano cubano", considera el experto.

Lo primero que tiene que suceder en Cuba para que a una pareja del mismo sexo se le reconozca el derecho reproductivo "es que deje de estar prohibido que los procesos de fecundación artificial puedan ser implementados en parejas homosexuales", algo que requiere tanto la modificación de la Ley del Registro del Estado Civil como el Código de Familia, puntualiza Viera.

Mientras, Dachelys señala que "a veces desde el aspecto jurídico y legal se necesita que tú le muestres a las leyes 'esta realidad existe, ¿qué vas a hacer con ella?'".

"La ventaja que tiene que nuestro caso sea visible es que se repiense desde el derecho. Esto existe, no es una teoría, ya hay familias que funcionan así y que se sienten desprotegidas", acota.

Pese a que la decisión no parte de un tribunal, la psicóloga argumenta que las razones recogidas en el dictamen las pueden emplear otras familias, pues "la Constitución está reconociendo que no hay discriminación por orientación sexual, que se actúa en interés superior del niño, que el niño tiene derecho a su ciudadanía, a tener una familia".

"A veces no hacemos cosas porque pensamos que quizá el sistema no está preparado y puede ser que no lo esté, pero cuando tú les llevas el caso, cuando tú te sientas y dialogas pasan cosas como esta", sostiene Dachelys.

DERECHOS A PLEBISCITO

Aún así, el panorama no quedará claro hasta el año que viene y a medida que se acerque la fecha, la batalla entre defensores y detractores de los derechos LGTBI (fundamentalmente las iglesias evangélica y católica) se prevé encarnizada.

El borrador de la nueva Constitución promulgada el año pasado fue debatido previamente durante meses y el punto más polémico fue un cambio en la definición de matrimonio que hubiera abierto las puertas a la legislación del matrimonio homosexual y que quedó fuera del texto final, ante la indignación e impotencia del colectivo.

Esta decepción, sumada a la posterior cancelación (con argumentos poco convincentes) de la "conga" anual por los derechos LGTBI fue el detonante para que buena parte de la comunidad LGTBI se haya desmarcado de la institución estatal que lideraba las políticas e iniciativas en este ámbito, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), liderado por la hija de Raúl Castro, la diputada Mariela Castro.

El activismo independiente reclama desde entonces una voz que durante años estuvo monopolizada por ese organismo.

Muchos consideran que el Gobierno sacrificó el reconocimiento de sus derechos para que las iglesias evangélicas, cada vez más extendidas e influyentes en el país, no hicieran campaña en contra de la Carta Magna, lo cual habría significado un número significativo de votos negativos en un país que se precia internacionalmente de la unanimidad en torno a su sistema político.

Ya fuera por ese u otros motivos, el debate quedó pospuesto al 2021, cuando está previsto que se modifique el actual Código de Familia,

El Gobierno cubano avanzó que esa normativa también será llevada a plebiscito, lo que de nuevo ha encendido a la comunidad LGTBI y sus defensores, que cuestionan por qué un derecho debe ser sometido a consulta popular y ya han comenzado a impulsar campañas públicas para cosechar apoyos.

ELIMINAR PREJUICIOS

Mientras, ya reconocidas como familia por el Estado cubano, Dachelys y Hope se muestran esperanzadas en que el Código de Familia, como ellas, superará los obstáculos, aunque preferirían que no se sometiera a referendo.

"Ojalá que cuando el código de familia salga y reconozca los derechos que esperamos que reconozca, mucha más gente vaya en fila al Registro Civil y que se rectifiquen o se expidan certificados de nacimiento que reconozcan la diversidad que hay", apostilla Dachelys, quien recuerda que junto con la legislación aún queda "mucho trabajo por hacer a nivel social" para eliminar prejuicios y machismo.

"Yo quiero que dentro de veinte años la gente pueda mirar atrás y decir 'se hizo lo correcto'", sostiene, mientras Hope asiente y agrega que "hoy en día esto es lo justo y para estar del lado de la justicia tenemos que seguir evolucionando y cambiando". Paulo ha seguido la conversación con sus enormes ojos marrones bien abiertos, alternando en los regazos de ambas. Todavía no habla, pero pronto dirá "mamá".