El sindicato de camioneros de UPS amenaza con una de las mayores huelgas de la historia de EEUU

El movimiento sindical de Estados Unidos está a punto de escribir una nueva página en su historia. El sindicato Teamsters, que representa a más de 340.000 camioneros de UPS, la principal empresa de transporte del país, ha aprobado ir a la huelga si la compañía no mejora su contrato laboral antes del próximo 31 de julio. Un paro sindical que se convertiría en el más grande que ha vivido EEUU desde 1959 y generaría importantes disrupciones y retrasos en la entrega de productos a nivel nacional.

Este escenario, de momento, parece el más probable: después de tres meses de negociación, sindicato y empresa se acusan mutuamente de haberse levantado de la mesa. La principal exigencia de los camioneros es una mejora de sus condiciones salariales, especialmente para los trabajadores de media jornada, que en el último año han visto cómo la inflación ha reducido considerablemente su poder adquisitivo. Además, piden que se pague por igual los diferentes conductores, independientemente de su antigüedad a la empresa, y que se amplíe el número de contratos a jornada completa.

Pero UPS, que enfrenta este año un descenso de los ingresos después de tres años de rápido crecimiento, no parece dispuesta a ceder. Concretamente, en el primer trimestre del año, ha ingresado 22.900 millones de dólares, un 6% menos que hace un año. La compañía alcanzó un beneficio récord en 2022, llegando a ingresar 100.000 millones de dólares, que supusieron unas ganancias anuales de 11.300 millones. El auge del ecommerce durante la pandemia y la posterior reactivación de la economía han jugado un papel clave en su crecimiento; sin embargo, mientras UPS crecía a un ritmo récord, sus empleados seguían con el sueldo congelado y perdiendo poder adquisitivo por la inflación.

"La gente está harta de ver cómo las grandes corporaciones se llevan todo el beneficio y no recompensan a los trabajadores sobre los que basan su éxito. UPS tiene ahora la oportunidad de ser el modelo de cómo las empresas deben tratar a sus empleados", dijo ayer en una entrevista para MSNBC el líder del sindicato, Sean O'Brien, que avisó que el paro será "inminente" si no se cumplen las condiciones.

"UPS ingresó 100.000 millones el año pasado. Es vergonzoso que sus trabajadores, que se sacrifican para proporcionar bienes y servicios esenciales, tengan que trabajar a jornada parcial, vivir en viviendas subsidiadas y depender de por vida del reparto de alimentos", reiteró. "Son héroes anónimos que trabajan bajo condiciones extremas, y deberían ser recompensados en consecuencia", concluyó el sindicalista.

La última vez que los trabajadores de UPS declararon una huelga fue en 1997, duró 15 días y la secundaron unos 185.000 trabajadores, hecho que costó a la empresa pérdidas por el valor de 850 millones de dólares. Los efectos de un nuevo paro podrían ser todavía más devastadores para UPS y la economía en su conjunto, si no se llega a un acuerdo en las próximas dos semanas. "Si el 31 de julio no hay un acuerdo, significará que UPS ha decidido autoinfligirse daño a sí misma", aseguró O'Brien.

Además de la cuestión económica, los trabajadores también solicitan una mejora de las condiciones de trabajo, un asunto en el que sí se ha podido avanzar en las negociaciones. La principal demanda es que se retiren las cámaras de vigilancia que UPS ha instalado en los camiones de reparto, dado que consideran que violan su privacidad, mientras que la empresa asegura que están por una cuestión de seguridad. Representantes de UPS y el sindicato habrían llegado a un acuerdo sobre esta carpeta, según el Washington Post, que también asegura que UPS habría acordado equipar los nuevos vehículos con un mejor sistema de aire acondicionado.

Ante la falta de acuerdo sobre la mejora salarial, y la previsión de así siga hasta el 31 de julio, el sindicato Teamsters ya está formando a sus afiliados para ir a la huelga. Ya han iniciado piquetes informativos en diferentes locales por todo el país, en un simulacro de lo que será la protesta. Su intención es enviar un mensaje a la empresa y presionarla para que ceda en la negociación, además de enseñar a los trabajadores como comportarse en la línea de piquete.

La congresista demócrata por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez ha asistido a una de estas acciones de protesta en Queens, donde ha dado su apoyo a los trabajadores: "Esta ciudad, este país, va a cubriros las espaldas. Porque no sólo estáis luchando por vosotros mismos, lucháis para elevar el nivel de todos los trabajadores de este país. Esta va a ser la mayor huelga en la historia de EEUU y una de las mayores del mundo".

La progresista ha hecho referencia a las peticiones concretas de los camioneros de UPS, remarcando que "no podemos aceptar el doble estándar salarial", por el que los trabajadores a tiempo parcial cobran cinco dólares la hora menos que los que tienen jornada completa. "UPS obtuvo 16.000 millones de dólares de beneficios solo el año pasado, es una riqueza que no podemos ni siquiera comprender. Pueden permitirse camiones con aire acondicionado. Pueden permitirse pagar lo suficiente para vivir en Nueva York y en todo el país, para que todos puedan alimentar y vestir a sus hijos, para que puedan llevar una vida digna".

UPS gestiona a diario más de 18 millones de paquetes a nivel nacional y mueve en sus camiones alrededor del 6% del producto interior bruto de EEUU. No es de extrañar que los principales medios de comunicación del país, como la CNN, se pongan las manos a la cabeza por las consecuencias que podría tener el paro de su actividad. "La economía de EEUU no puede funcionar con normalidad sin UPS", titula en su último análisis sobre la cuestión, donde asegura que "hay demasiado en juego en estas negociaciones" y cita a un economista que advierte de una "muy seria amenaza para la economía", pues "aún no se ha comprobado hasta qué punto depende de la entrega rápida de artículos pequeños de UPS".

La revuelta de los trabajadores de UPS se suma a otras protestas dentro del sector logístico, como la huelga de los conductores de Amazon, también coordinada por Teamsters, y se entiende en el contexto de un nuevo sindicalismo que está ganando fuerza en el país, especialmente a raíz de la pandemia. A pesar de que el nivel de afiliación sindical se encuentra en mínimos históricos, al 10%, y tan solo el 12% de los trabajadores están cubiertos por la negociación colectiva, las encuestas muestran que el apoyo popular hacia los sindicatos está en crecimiento y se están encendiendo fuegos de protesta que podrían ser la chispa de un sindicalismo renovado.

Son ejemplo de ello los trabajadores de Starbucks de Buffalo (Nueva York), que en 2021 superaron las presiones de sus jefes y votaron a favor de sindicarse, en una empresa tradicionalmente hostil contra la autoorganización sindical. Desde entonces, han inspirado más de 6.000 trabajadores en 250 cafeterías del país, que se están sindicando con el apoyo material y legal de la plataforma Workers United.

También destacan los miembros de Amazon Labor Union, que ganaron el año pasado la primera votación sindical liderada por trabajadores en los 27 años de historia de la compañía. O los trabajadores de Tesla en Buffalo, que lanzaron una campaña sindical, a la que su propietario, el magnate Elon Musk, declaró la guerra y reprimió. Y se han dado movimientos similares entre los trabajadores grandes empresas como las tiendas Apple, los supermercados Trader Joe's o tiendas REI.

Este nuevo sindicalismo ya está dando resultados: según datos de la Junta Nacional de Relaciones Laborales, las peticiones de sindicación aumentaron un 53% durante el año 2022 y se prevé que sigan creciendo a lo largo de este año. Además, la revuelta de los trabajadores se está haciendo notar con múltiples paros: en los primeros cinco meses del año, unos 119.000 trabajadores han participado en 146 huelgas, casi el doble que el año pasado (66.000) y seis veces más que el 2021 (20.000). La huelga de los camioneros de UPS promete revolucionar todavía más estos datos.