15 años sin Alexis Grigoropoulos, el joven asesinado por un policía que marcó a una generación en Grecia:

En 2008, Alexis Grigoropoulos tenía solo 15 años cuando el policía Epaminondas Korkoneas lo mató de un disparo al corazón. Aquello desencadenó unas protestas tan masivas a lo largo y ancho de Grecia, que Kostas Karamanlis, en aquel momento primer ministro del país, sacó el Ejército a la calle. Sin embargo, no consiguió aplacar la rabia de una ciudadanía que ya empezaba a sufrir los estragos de una crisis económica que pondría al país en el punto de mira de toda Europa.

Aquel asesinato fue uno de los mayores revulsivos que se han vivido en Grecia y, desde entonces, cada 6 de diciembre se recuerda y se conmemora la fecha.

Son las 18:30 horas y la gente empieza a llegar a Panepistimio, el lugar desde donde saldrá la manifestación en memoria de Grigoropoulos. Giorgia Pidakou tenía 13 años cuando lo mataron y recuerda perfectamente aquellos días. “Nunca había visto tantísima violencia. Recuerdo que se anularon las clases, las ocupamos durante varias semanas. Fue cuando empecé a tener conciencia de la violencia policial. Era una adolescente, pero podía entender perfectamente qué sucedía”. Giorgia asegura que para ella, “aquello fue el inicio de todo”, su despertar político. “Me veía reflejada en Grigoropoulos y me marcó”, dice. “Las protestas que vinieron después del asesinato, y las de la crisis económica, nos dejaron muy claro quiénes éramos los objetivos del Gobierno: un determinado sector social con una ideología determinada”.

Manolis tiene 22 años y apenas tiene recuerdo de aquellos días, ya que tenía siete años, pero también porque creció en Naxos, una de las islas griegas. Allí las protestas no fueron tan intensas como en las grandes ciudades y el asesinato de Grigoropoulos no marcó su vida. Sin embargo, a medida que fue creciendo, aprendió el significado de todo aquello. Es la primera vez que asiste a la manifestación del 6 de diciembre.

El caso Grigoropoulos impactó de lleno en la sociedad griega: durante los días siguientes, las calles de las principales ciudades del país fueron testigo del levantamiento ciudadano más grande y masivo desde la instauración de la democracia, en 1974. “En aquel momento no éramos conscientes de lo que significaba todo aquello, no lo analizamos. Ha sido más tarde cuando nos hemos dado cuenta de que este asesinato fue el pistoletazo de salida a todas las protestas que vendrían luego. Yo formé parte de todo aquello. Incluso la gente no politizada y sectores de la sociedad que habitualmente no acudían a las manifestaciones salieron a la calle”, dice Nikos, de 47 años, también presente en la manifestación.

Mucho ha llovido desde 2008 y ahora, la sociedad griega, tras el paso de la crisis y todo lo que ha significado para el país heleno, es distinta. Aquello dinamitó las calles, pero con el tiempo, el impulso de querer cambiar las cosas se fue diluyendo. Vassilis Tsarnas, activista y miembro del Greek Helsinki Monitor, una organización que vigila la vulneración de los derechos humanos en Grecia, considera que, si bien el caso Grigoropoulos fue un toque de atención al Gobierno griego del momento, “el impacto no ha persistido”. Asegura que "marcó un punto de inflexión, pero no en el buen sentido, ya que la violencia policial continúa siendo impune y ahora hay más cinismo y más conservadurismo”. Tsarnas reconoce que hubo una ampliación temporal de la escena política “progresista” que tuvo su traducción en la aparición de nuevos grupos radicales y la implicación en política de más personas, “pero no fue tan empoderador como parece”, puesto que en algunos momentos “faltó autocrítica”.

Respecto a la desaparición de las ideas que nacieron de aquel asesinato, también está de acuerdo Spiros Dapergolas, del movimiento anarquista Rouvikonas: “La muerte de Grigoropoulos vino como una tormenta, no la esperábamos. Unos años antes, la policía había matado a otro chico, y hubo algunas protestas, pero nada comparable a lo que sucedió en 2008. Aún no sabemos qué hizo que tanta gente saliera a la calle. Sin embargo, la era 2008, iniciada con esas revueltas, finalizó en 2015”.

Dapergolas lo atribuye a diferentes factores: “Lo que se inició en 2008 vino de la mano del movimiento anarquista y la izquierda radical, pero cuando las revueltas finalizaron, no hubo ningún poder político que recogiese lo que se había sembrado. Syriza se benefició de aquella rebelión y esto continuó durante los años de los memorandos, pero los partidos radicales fueron incapaces de continuar con el movimiento”. Por otra parte, considera que “también se ha hecho un trabajo exhaustivo por parte de la derecha y los poderes conservadores para destruir la memoria de este levantamiento, hecho que ha provocado que una parte importante de la sociedad griega considere las revueltas de 2008 como algo caótico y malo”.

El asesinato del joven Alexis Grigoropoulos marcó un antes y un después en Grecia, pero no ha sido el único caso de violencia policial en la historia reciente del país. Sin ir más lejos, el pasado 11 de noviembre, la policía helena mató, también de un disparo, a Christos Michalopoulos, un joven gitano de 17 años. Ocurrió en Tebas, en el centro del país. El joven murió después de que la policía le disparase tras una persecución. El caso recuerda al de Kostas Frangoulis, otro adolescente gitano de 16 años tiroteado por la policía en Tesalónica, hace un año, el 5 de diciembre del 2022. Frangoulis se había ido de una gasolinera sin pagar 20 euros de combustible. El chico acabaría muriendo ocho días más tarde en el hospital.

Antes, en la noche del 22 de octubre de 2021, la policía helena mató a Nikos Sampanis, también gitano y de 18 años. Sucedió en Perama, en las afueras de Atenas, en el marco de una persecución en coche. Los agentes de policía dispararon hasta 36 veces contra el vehículo en el que iba Sampanis. Los otros ocupantes resultaron heridos de gravedad. En el caso de Sampanis, la policía aseguró en un comunicado que siete agentes habían sido heridos, hecho que no era cierto, y el vehículo donde viajaban los jóvenes gitanos fue desguazado sin conocimiento de la Fiscalía.

A pie de calle, Nikos opina que la policía griega es “(...) fascista, racista y nazi". "Nazi porque se han demostrado las relaciones que tenía con Amanecer Dorado. Hace años que la policía no nos representa, le hemos perdido el respeto”, explica. También se muestra crítico con la sociedad griega: “Lo que deberíamos preguntarnos es por qué no nos movilizamos con los chicos gitanos asesinados como sí que hicimos y hacemos cada año con Grigoropoulos”.

Tras la muerte de Kostas Frangoulis, en diciembre de 2022, una parte importante de la sociedad griega sí que salió a la calle. “Fue una gran sorpresa ver cómo, por primera vez en la historia el movimiento antirracista griego apoyaba abiertamente a la comunidad romaní y exigía justicia. Sin embargo, no fue comparable con el levantamiento de 2008, ya que la mayoría de la gente todavía se identifica sólo con los 'que se parecen a nosotros'. Unos días antes del asesinato de Grigoropoulos, dos inmigrantes paquistaníes, Montaser Mohammed Asrhaf y Mazher Iqbal Mohammed Shapf, uno de ellos también adolescente, fueron asesinados mientras la policía antidisturbios empujaba a un grupo de personas que hacían cola desde hacía días para renovar su documentación frente a una comisaría. No hubo manifestaciones”, dice Vassilis Tsarnas.

Otro asesinato relacionado con la violencia policial que conmocionó al país ocurrió el 21 de septiembre de 2018. Zak Kostopoulos, también conocido como Zackie Oh, activista LGTBQ, moría tras una paliza a manos de dos hombres en una joyería. Cuando los agentes policiales llegaron, continuaron pateándolo hasta la muerte. La autopsia forense nunca dejó lugar a dudas: el joven murió a causa de la paliza que se le propinó.

Muchos jóvenes y adultos griegos perciben a la policía como un cuerpo violento y cercano a los movimientos de extrema derecha. A ello se le suma la sensación de impunidad. Epaminondas Korkoneas, el policía que disparó a Grigoropoulos, fue condenado a cadena perpetua en 2010 pero en 2019 se le revisó la condena y ahora está libre. Los siete policías implicados en la muerte de Nikos Sampanis también quedaron en libertad, puesto que se destruyó la principal prueba: el vehículo tiroteado. El policía que disparó contra Kostas Frangoulis en diciembre de 2022 en Tesalónica fue puesto en libertad de manera inmediata, a la espera de juicio, con la única condición de no abandonar el país. Respecto a este asesinato, el pasado mes de octubre, la Fiscalía aseguró que el policía debería ser juzgado por homicidio intencional y por uso ilícito de su arma, pero aún no hay resolución judicial. En el caso del recién fallecido Christos Michalopoulos, el agente que le disparó también ha quedado libre tras una declaración inicial y ha sido suspendido de manera temporal. Los cuatro agentes de policía que inicialmente fueron acusados de lesiones mortales a Zack Kostopoulos fueron absueltos de todos los cargos en 2022.

La manifestación en recuerdo de Grigoropoulos termina como cada año: con cargas policiales y violencia en el corazón de Exarchia, en las calles aledañas en las que el joven fue asesinado hace 15 años. Muchos de los que ahora se manifiestan y lanzan cócteles molotov contra la policía eran adolescentes cuando el país ardió en protestas. Son estos los jóvenes que crecieron siendo testigos de una violencia policial aún muy presente en el país heleno y que podría causar otro levantamiento parecido al de 2008, según Dapergolas.

“Estamos en un momento completamente distinto al de 2008: la gente es más pobre, la extrema derecha es más fuerte que hace 15 años, la izquierda radical y el anarquismo están más debilitados y ahora tenemos algo que no teníamos en 2008, la maquinaria propagandística de la derecha y la extrema derecha. No me gustaría ser cínico, pero tal y como ha estado actuando la policía griega en los último cuatro años, podría darse otro Grigoropoulos. Es cuestión de tiempo. No sé si el resultado será el mismo, la rebelión, pero por el camino que está tomando la policía, cada vez más represiva, es probable que suceda. Además de eso, tarde o temprano, la sociedad volverá a salir a la calle. Y no solo por la brutalidad policial. En Atenas tenemos un problema enorme con la vivienda y tenemos que trabajar el doble que hace tres años para poder vivir. Estamos en un momento muy crítico”, concluye el activista.