Si hay un momento en el que el mundo está en una encrucijada, es este. 2024 será el año electoral por antonomasia. Cerca de la mitad de la población mundial está llamada a las urnas. Más allá de las elecciones europeas de junio, en el viejo continente se mira con especial preocupación a lo que pueda pasar en Estados Unidos mientras el complejo contexto geopolítico -desde Ucrania hasta Oriente Medio, con especial incidencia en el comercio internacional por los ataques de los hutíes en el Mar Rojo- dificulta aún más su ya de por sí compleja situación industrial.