El descontento con las estrictas políticas contra la COVID-19 del Gobierno encendió el pasado fin de semana protestas en ciudades a miles de kilómetros de distancia en China. La chispa, un incendio en la ciudad occidental de Urumqi que mató a 10 personas. Desde entonces, el país ha visto manifestaciones con folios en blanco, vigilias con velas, protestas callejeras, censura y escrutinio policial.
Inés Arco Escriche, investigadora de Asia-Pacífico del think tank Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), coincide con quienes creen que estas protestas no se parecen a nada de lo visto durante años, quizás décadas, en el país.