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Las voces femeninas toman el micrófono en la 'edad de oro' de la música en catalán

También actuó ese año Rosalía en castellano. Para 2024, la apuesta por la música en lengua catalana parece haber subido: repite Ferran Palau y se estrena Guillem Gisbert en solitario, sin los Manel. Además, actuarán Maria Hein, Maria Jaume, ambas mallorquinas, y Mushkka, la hermana menor de Bad Gyal que está cogiendo un importante peso específico como artista.

Cinco artistas cantando en catalán, tres mujeres y dos hombres. No es una cuota significativa en un cartel con un centenar de nombres, la mayoría internacionales. Probablemente todos ellos actuarán en las primeras horas de cada jornada, cuando hay menos público, pero el cartel denota que hay un interés creciente en la música hecha no solo en Catalunya, sino también en la Comunitat Valenciana y las Illes Balears. Además, se trata de una oferta que, a diferencia de lo que ha venido siendo tradicional en la música en catalán, traerá pop guitarrero, pero también electrónico, trap, R&B contemporáneo o dancehall, entre otros ritmos.

Según el Anuari de la Música, en 2022 se publicaron 2.259 referencias donde se utiliza la lengua catalana y los datos aproximados de 2023, son 2.216 referencias. Este hecho es calificado por la Associació de Productors i Editors Fonogràfics i Videogràfics Catalans (APECAT) de “edad de oro de la música cantada en catalán”.

Más mujeres y estilos más urbanos

Josep Martín es responsable del programa Independents en iCat, la emisora de música joven de la Generalitat de Catalunya. Por su compromiso con la lengua, iCat es quizás la emisora que mejor refleja el paisaje musical catalán. Según este periodista, “hay un cambio muy notable en cuanto al genero que representa a los artistas en lengua catalana: antes veías un cartel y todo eran hombres, te sorprendía encontrar alguna mujer, pero ahora esa proporción está cambiando, la escena se está feminizando”.

Martín opina que es algo natural, una tendencia a la igualación de presencias en el foco mediático. “Se está corrigiendo el sesgo de género”, apostilla. También asegura que ahora es el momento de que muchas chicas jóvenes irrumpan en la escena. Pero observa que el calado del cambio es todavía más profundo. “Llevo en iCat desde su fundación en 2006 y he vivido varios relevos generacionales en la música en catalán”, explica para a continuación agregar: “Desde la emisora siempre hemos intentado adaptarnos al momento artístico; venimos de Sopa de Cabra, Els Pets o Sau como referentes de un pop que escuchaba una gente muy determinada, militante del idioma”.

Añade que “después aparecieron grupos más mestizos y alternativos como La Pegatina, Els Catarres o Txarango, o bien Antònia Font, Manel, Mishima o Els Amics de les Arts, que interesaron a un público más amplio, y ahora estamos en la actual generación”. Por “actual generación”, Martín entiende una escena amplísima, donde caben temas que van desde el dancehall, el trap o el reguetón a las músicas de raíz valencianas o baleares, pero también al pop de corte más anglosajón, el dance, el rap, o incluso el estilo japonés shibuya-kei. Se trata de una música festiva, muchas veces despolitizada y con un marcado acento de ritmos urbanos, incluso en los temas más folk y comprometidos de cantantes como las valencianas La Maria o Sandra Monfort, el trio catalano-valenciano-balear Marala o la mallorquina Júlia Colom.

Una audiencia globalizada que llega a Madrid

Martín explica este fenómeno de globalización de los gustos musicales con una anécdota: “En 2006, cuando fundamos la emisora con un concierto por Sant Jordi, entre las bandas que tocaron no recuerdo que hubiera ninguna de Barcelona o su área metropolitana; ahora hay muchos más artistas que son barceloneses o viven en la ciudad y además tienen relaciones con gente de otras zonas de los països catalans o incluso de Madrid”. El interés por hacer música en catalán ha saltado desde las comarcas a la capital, al menos en Catalunya, donde concentra sus audiencias.

Un salto que también trae una importante apertura del abanico temático. “Se ha pasado de las letras políticas, militantes de la lengua o sociales a hablar de los amores y desamores, de cosas cotidianas o de sentimientos íntimos, como sucede en el resto de músicas”, explica Alejandro Alcolea, periodista mallorquín que sigue la actualidad musical de Baleares. Explica que tuvo oportunidad de presenciar un concierto en el Circulo de Bellas Artes de Madrid de su paisana Júlia Colom y quedó impresionado por el éxito que obtuvo cantando en catalán.

No es la única artista que tiene esta experiencia: la cantante catalana Suu cuenta: “Canté hace unos meses en el café de la Palma y fue muy bien; de hecho procuré cantar más canciones en castellano pero el público me pidió todas las que tengo en catalán y se las sabían”. En el momento de la entrevista con elDiario.es Suu, que hace un pop suave y agradable con base electrónica en el que su voz es el principal valor, se encontraba en A Coruña, donde actuaba esa misma noche.

Júlia Colom repite en la capital y regresa en breve a la sala Clamores para presentar su nuevo disco. Por su parte Mushkaa estuvo recientemente acompañando a su hermana Bad Gyal en el llenazo de esta en el Wizink Center de la capital española. Cantó en catalán mientras el público la vitoreaba. Y lo mismo sucede con Marala, el trío formado por la catalana Selma Bruna, la alicantina Sandra Monfort y la mallorquina Clara Fiol, recientes ganadoras del Premio Carles Santos al mejor disco del año y mejor disco de música tradicional popular.

Ejecutan una mezcla de folk y bases electrónicas en la línea de otros artistas estatales como el asturiano Rodrigo Cuevas o el navarro Zetak, con quien han colaborado en el pasado. Su último lanzamiento cuenta con la colaboración de Zoo, una banda valenciana también muy popular en Madrid. Su carismático cantante, Toni Sánchez, Panxo, afirma que “hay relevo generacional, pero sobre todo hay un cambio en la manera de hacer y de consumir música”. Para Sánchez, “ahora es mucho más fácil publicar canciones, y eso facilita que siga habiendo un montón de propuestas”.

Actué hace unos meses en el café de la Palma de Madrid y el público se sabia todas las canciones que canté en catalán

Suu

Este año Marala tiene fecha en Madrid el 14 de junio en Arganzuela, dentro del festival del Ayuntamiento 21 Distritos; también tocarán en el Womad de Cáceres. Josep Martín observa que este interés desde la capital tiene un precedente en el tardo-franquismo “cuando Llach, Raimon o Serrat iban a cantar a Madrid y la gente coreaba sus canciones, en aquel caso porque era un símbolo de resistencia ante la dictadura”.

La motivación de la actualidad, según Martín, puede residir en una globalización de los gustos musicales. “La gente joven escucha en Spotify, Youtube o TikTok música en inglés, francés, japonés, coreano, etc.; ¿por qué no en catalán?”, se pregunta. De la misma opinión es Alcolea: “Son generaciones que se mueven en redes sociales todo el tiempo, no conocen fronteras comunicativas”. Así se explicaría que el barcelonés Joan Dausà consiguiera vender las 10.000 entradas de un concierto en Vistalegre ocho meses antes de que este tenga lugar.

Zozobra ante el cambio político

“Es cierto que hay un interés creciente por Marala”, admite Selma Bruna, que explica que ya han actuado en diversas ocasiones en Madrid. Pero matiza que “nuestro público sigue estando mayoritariamente en Catalunya y, de hecho, empezamos a tener problemas para contratar en València y Balears”.

Bruna se refiere a la llegada al poder de PP y Vox en ambas comunidades que, según denuncian la mayoría de los artistas en lengua catalana, están censurando de facto cualquier actuación de un artista que cante en valenciano o catalán. Sandra Monfort, otra de las componentes de Marala, que tiene carrera propia en solitario, es contundente al respecto: “El futuro no pinta nada bien en Valencia, están cortando de raíz las actuaciones en valenciano, al final en Marala nos ceñimos a actuar casi exclusivamente en Catalunya”.

Marala, como la mayoría de artistas que canta en lengua catalana, tiene el sello discográfico en Catalunya, en este caso en Manresa: Propaganda pel Fet!. Es el mismo sello que editó los trabajos de Obrint Pas y que edita los de la también valenciana Maria Bertomeu, La María, que con su poderosa voz recupera las canciones tradicionales de la Safor y otras comarcas y las lleva a los ritmos actuales. Sandra Monfort también tiene un sello catalán (Hidden Track Records), al igual que las Mallorquinas Júlia Colom (La Castanya), María Hein (Primavera Labels) o Maria Jaume (Bankrobber).

“En Mallorca hay muy poca infraestructura discográfica y menos para editar en catalán”, explica Júlia Colom, que vive en Barcelona para manejar mejor su carrera. Lo mismo expresa María Hein: “Mi vida profesional está en Barcelona, que es donde tengo la mayoría de las actuaciones, así que me mudé definitivamente desde Mallorca cuando empezó mi carrera”.

El futuro no pinta nada bien en Valencia, están cortando de raíz las actuaciones en valenciano, al final en Marala nos ceñimos a actuar casi exclusivamente en Catalunya

Sandra Monfort, integrante de Marala

Hein también expresa su falta de optimismo ante el nuevo gobierno popular en Baleares con apoyo de Vox, y lo mismo hace La Maria, que asegura que “el PP y Vox quieren acabar con todo atisbo de cultura valenciana en el País Valencià”, y se muestra “preocupada porque viviremos un retroceso”. Xavier Aliaga, periodista cultural en la revista valenciana El temps, escritor de novela negra y miembro del Consell Valencià de la Cultura, también muestra su preocupación: “Las cosas se han puesto muy mal y todo lo que es la cultura valenciana pende de un hilo”.

Aliaga lo ejemplifica con la Feria de Julio de Valencia: “En los últimos años, con el govern del Botànic el cartel era llamémosle mestizo, en valenciano, catalán, castellano a partes más o menos iguales; ahora con el nuevo gobierno municipal ya han anunciado que no hay actuaciones en valenciano y traerán a Camela, Taburete, Julieta Venegas, Sergio Dalma, Niña Pastori, Revólver o Bertín Osborne...”.

Relata finamente cómo las jóvenes cantantes han tomado el relevo a grupos pioneros de la música mestiza en valenciano como Obrint Pas, la Gossa Sorda, Zoo, La Fúmiga o El Diluvi, que a su vez recogieron el testigo del inclasificable Pep Gimeno “Botifarra” o, mirando más hacia atrás, la histórica banda de folk Al Tall y sobre todo el legendario cantautor Raimon. “El govern del Botànic no creó esta movida musical, se creó ya en tiempos del PP”, subraya para agregar a continuación: “Pero sí le dio la oportuna pátina institucional y le otorgó subvenciones para que pudiera crecer y sostenerse”.

Por su parte, el cantante de Zoo es medianamente optimista, aunque reconoce que los nuevos gobernantes pueden provocar una regresión de la música en valenciano. “Yo creo que este circuito de la música en valencià arrastra ya a demasiado público y mueve mucho dinero como para invisibilizarlo de un plumazo”, dice Toni Sánchez, que añade: “Hace 20 años era mucho más fácil anular ese movimiento”.

Digitales y de lenguaje mestizo

“Empecé mi carrera con un tuit que se se viralizó y que todavía tengo colgado en mi cuenta de X”, explica La Maria, que añade: “La grabación la realicé con mi teléfono móvil” .

Tal vez sea el caso más extremo de cómo muchas de estas artistas mueven sus temas, pero no se sale de la norma. Maria Hein también comenzó grabando maquetas que luego movía en redes como TikTok o YouTube. Otras, como la contrabajista catalana Paula Piñero, se buscaron distribuidoras digitales para que les subieran sus temas a Spotify. También Paula Valls, que ha reformulado su carrera desde el inglés al catalán, idioma de su último y estimulante trabajo, donde describe su recuperación tras padecer un trastorno de conducta alimentaria, comenzó grabando maquetas en su casa para moverlas hasta que la fichó la discográfica Satélite K.

“Como no podemos vivir todas en Barcelona, porque es sumamente caro, Sandra vive en El Pedreguer y Clara en Palma y trabajamos los temas por videoconferencia”, explica Selma Bruna, desde Barcelona y respecto a Marala. Este modo de trabajo les permite multiplicar sus colaboraciones con otros artistas, ya sean del ámbito catalanohablante o de cualquier otra parte de España.

Contactan con artistas de Madrid, por ejemplo, y montan un tema pasándose las pistas. “Algunas veces lo hacemos para impulsar paralelamente nuestras carreras”, reconoce Suu: “La colaboración te visibiliza para las audiencias del otro artista y a su vez el o ella llega a tu público”. La canción final puede grabarse en un estudio físico, pero no siempre tiene que ser así. Con esta técnica también se consigue un efecto nuevo: temas mestizos, en varios idiomas, donde los y las artistas catalanohablantes cantan en castellano y a su vez la contraparte puede hacerlo en catalán.

Paradigma de este fascinante batiburrillo son las canciones de Mushkaa, donde mezcla catalán y castellano con una fluidez sorprendente, que refleja el uso que muchos jóvenes hacen en la calle de ambos idiomas y que desconcierta a sus mayores. Unas declaraciones de Mushkaa para un podcast hace un año, cuando tenía apenas 18, fueron sacadas de contexto en X y generaron ataques de un sector que si bien es minoritario, obligó al padre de la artista, el popular actor Eduard Farelo, a salir en su defensa. A causa de esta polémica, la madre de Mushkaa, que también es su mánager, nos ha escrito declinando su intervención en este reportaje, asegurando que la artista quiere “detener su presencia en los medios una temporada”.

“Antes cantar en catalán implicaba un compromiso político; hoy en día no tiene que por qué ser así, que cantes en catalán no significa necesariamente que seas independentista; cantas así porque es tu idioma y punto”, observa Josep Martín, que lleva muchos años relacionándose con artistas del panorama musical en catalán“.

Xavier Aliaga, que como escritor que tiene sus editores en Barcelona viaja con frecuencia a la capital catalana y conoce de primera mano la situación socio-política, cree “que estas polémicas son la última resaca del procés”, en referencia a un tiempo en el que se impusieron los maximalismos.

Finalmente cabe señalar que muchas de estas jóvenes artistas cuentan con una sólida formación musical, como es el caso de Paula Piñero, que estudia contrabajo en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUG), o Paula Valls, que estudió piano durante toda su infancia y juventud. Júlia Colom inició su formación de niña con su abuelo en el Cant de la Sibil·la, una tradición familiar lírica muy arraigada en Mallorca que en 2010 fue declarada por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

La María también estudia canto valenciano y canto lírico en el Conservatori Professional de Música José Manuel Izquierdo, en Catarroja, y una mención especial tal vez merezca la barcelonesa Judit Neddermann, que ha colaborado con su guitarra con artistas del renombre de Alejandro Sanz.

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