Después de varias incursiones en antologías y un libro de relatos titulado En la celda había una luciérnaga (Blackie Books), Viejo se estrena en la novela con una trama de caciquismo y chanchullos protagonizada por una treceañera llamada Vera. Ubicada en un pueblo pequeño (“infierno grande”, que se dice), la narrativa de la escritora tiene referencias nada escondidas a los libros de Celia de Elena Fortún, como puede ser el sanatorio gestionado por monjas que juegan al fútbol en el que está ingresada su madre. Ella no lo llama psiquiátrico, sino ‘El colegio’.
También aparece por ahí Pippi Calzaslargas, cuando los hermanos Carmen y Miguel van a visitar a la protagonista a esa casa donde pueden hacer lo que les dé la gana porque durante mucho tiempo no hay figura adulta que ponga límites. El padre de Vera, a su manera, también es un pirata como el del personaje de las trenzas pelirrojas. Pero más allá de influencias, la escritora tiene un tono propio que le permite describir con delicadeza pero sin anestesias sobre lo que supone ser una chica en la edad sin nombre.
‘Pipas’, de Esther L. Calderón (Pepitas de Calabaza)Aquellos cuya adolescencia y juventud haya transcurrido en una realidad (más o menos) cercana pero aún exenta de móviles posiblemente recordarán sus ratos de ocio con amigos sobre una alfombra de cáscaras de pipas. En los años 90, era habitual encontrar ese rastro de pasatiempo comestible –además de colillas– bajo los bancos de plazas y parques de todos los pueblos y ciudades españolas. Junto a las salas de recreativos, eran los puntos de reunión de la chavalada que, generalmente, no pertenecía a la clase pudiente.
La protagonista de la novela fue una de esas chicas que pelaba pipas en la periferia de Santander, hija de una familia que había alcanzado una supuesta clase media a base de trabajo duro. Ella imagina un futuro lejos de allí con sus colegas antes de irse a otra ciudad a estudiar una carrera. En ese tiempo previo al cambio, vive un triángulo amoroso con Laura Pausini, Extremoduro o Radiohead como banda sonora (la playlist está disponible online). Un retrato de una generación –o de una parte de ella– en el que muchos y muchas se verán reflejados.
‘La tos’, de Alberto Otto (Caballo de Troya)Esta primera incursión en la novela del escritor madrileño –que ya había publicado el libro de relatos Un chalet en la Gran Vía (Terranova) en 2019– aún se gestó bajo el abrigo de Sabina Urraca, la última editora invitada de Caballo de Troya (por cierto, su novela El celo es una de las más destacadas de 2024). Se trata de un libro breve, de apenas 200 páginas, que se lee en un suspiro porque no es una historia de sobresaltos aunque sí de inquietud.
Otto narra en su debut la vida de un hombre perseguido por una tos constante que solo puede escuchar él y que ha condicionado toda su existencia, desde la misma infancia. A su lado, una persona le acompaña en su día a día. Conviven en la cotidianeidad de los paseos y los recados que podrían ser los de cualquiera aunque con una capa de desazón. Desde la editorial la han definido como “Una fábula doméstica envolvente” y, aunque tenga ese toque rimbombante de promoción, es una frase bastante acertada.
‘Polilla’, de Alba Muñoz (Alfaguara)Podría decirse que se trata de un reportaje novelado, porque está basado en vivencias reales de la autora aunque pasadas por el filtro de la memoria y la literatura. Sea como sea, es uno de los títulos más interesantes del 2024 sin lugar a dudas. Incluso los que echan pestes de las historias personales escritas por mujeres han tenido que reconocerlo.
‘Polilla’ es el mote que el padre de la protagonista le puso cuando era pequeña y que a ella le gusta tan poco como su propio progenitor. Él se encarga de llenarla de miedos cuando anuncia en casa que se ha apuntado a una expedición a Bosnia-Herzegovina llevada por las ganas de labrarse un futuro como reportera. De ese viaje surgirán un novio, una red de casas de acogida de mujeres víctima de la trata, un montón de cabos por atar y muchas reflexiones. “La libertad de la mujer es escurridiza, siempre se oculta donde no la esperas”, es solo una de ellas.
‘Un momento de ternura y de piedad’, de Irene Cuevas (Reservoir Books)Pocos pueden presumir de que la faja de su primera novela incluya un elogio de Pedro Almodóvar, nada menos: “De momento, mi novela femenina favorita del año. Y la más inesperada”. Si bien esas palabras sirven para atraer al lector o lectora, también lo hacen para poner el listón de las expectativas muy alto, esas que no siempre se pueden cumplir.
Sin embargo, Cuevas pasa el examen con simpatía y pericia gracias a la historia de una asesina por necesidad. Después de ingresar a su madre en un psiquiátrico por sus tendencias suicidas, decide dedicarse a matar a ancianas siempre a sueldo de sus hijos mayores. Un negocio lucrativo que le sirve para pagar el internamiento de su propia progenitora y que marcha viento en popa hasta que se enamora de una de ellas. Una mezcolanza de humor negro, suspense, suavidad y algo de drama que le ha dado a la autora un buen impulso de salida en la carrera de la industria editorial.
‘Las frases robadas’, José Luis Sastre (Plaza & Janés)Este año, muchos oyentes del programa Hoy por hoy de la Cadena Ser han descubierto que José Luis Sastre, además de su voz radiofónica también tiene una literaria. Aunque igualmente ha practicado el periodismo escrito, Las frases robadas es su primera incursión en la narrativa de ficción. Todas sus páginas son inventadas, aunque como contó en una entrevista a este medio, se trata de una historia que no es real “pero no deja de haber realidad en cada página”.
La trama del libro se estructura alrededor de la relación entre un padre y una hija que están a punto de separarse después de toda una vida juntos. El progenitor se muere y su descendiente quiere que termine sus días en el mundo de una manera digna, pero él le solicita algo que ella quizá no puede darle. Esos últimos momentos compartidos se conocen como nunca antes lo habían hecho. La intención del autor no era escribir una novela triste, pero la verdad es que con el tema que escogió lo tenía difícil. Para algunos lectores lo consiguió y para otros no tanto, aunque la calidad no se ha cuestionado.
‘La caída del imperio’, de Javier Gallego (Random House)Un grupo de amigos exprime la fiesta en el contexto del 15M, aquel estallido de indignación que tomó las plazas pacíficamente y que se vivió –al menos por parte de la sociedad– como un hito. Amalia y sus amigos, una pandilla que ya ha entrado en la treintena, recorren los bares de la ciudad durante tres noches en las que intentan alargar la sensación de ser todavía jóvenes. Quién querría abandonar ese marco mental cuando la realidad está regida por la precariedad.
Javier Gallego, conocido por ser el director del podcast Carne Cruda, colaborador de elDiario.es y escritor de poemas, ha dado su salto a la novela con un retrato generacional apasionado y un tanto doloroso. Pero su libro no solo interpela a quienes vivieron aquel momento como sus protagonistas sino que también llama a la comprensión de quienes se quedaron en el margen y a quienes aún eran demasiado pequeños. Según comentó en una entrevista aquí: “Quería contar qué llevó a ese estallido social, que creo que volverá suceder”. Que su libro sirva como preparación.
‘Nada más ilusorio’, de Marta Pérez-Carbonell (Lumen)Literatura dentro de la literatura. Una elección nada extraña para esta debutante en la novela, que es profesora de literatura española en Colgate University de Nueva York y se doctoró con una investigación sobre la obra de Javier Marías. Es decir, que sabe manejar bien el género por el que ha optado en su primera novela.
En su trama, tres individuos coinciden en un viaje en tren que parte de Londres con dirección a Edimburgo. Uno es un profesor que vive en medio de un escándalo después de haber publicado una novela cuya trama se parece demasiado a un hecho real. Este, que va acompañado por uno de sus estudiantes, se convierte en confidente a su compañera de trayecto que, a su vez, tiene sus propios tormentos personales. Un trío de personajes con el que aborda cuestiones como el uso de las confidencias ajenas y los relatos que cada persona se cuenta a sí misma, entre otras.
‘Libro de los días de Stanislaus Joyce’, de Diego Garrido (Anagrama)El papel que le tocó en la vida a Stanislaus Joyce no fue especialmente agradable visto desde fuera. Su familia estaba lejos de ser estructurada: el alcohol tenía una presencia demasiado fuerte, la madre había fallecido y el único que parecía tener cabeza, aparte de él, era James. Sí, el Joyce autor del Ulises, una de las obras más comentadas (y abandonadas por lectores frustrados) de la historia.
Garrido se ha metido en la cabeza de este personaje que se encuentra entre las dos aguas de la responsabilidad y la insensatez a través de las páginas de un supuesto diario escrito en 1903. De esta manera, se mueve en el universo de un autor que le obsesiona y del que ha traducido páginas y páginas, según sus propias palabras. Se trata de un libro que se aleja de las posibles tendencias detectadas –y a veces denostadas sin sentido– a los escritores de nueva hornada como puede ser la autoficción. Un ejercicio, como poco, interesante.
No tocarás, de Núria Pérez (Salamandra)Muchos y muchas la conocerán por su exitoso podcast Gabinete de curiosidades, que estuvo en marcha desde 2019 hasta 2022 (y después desapareció de todas las plataformas). Curtida en el mundo de la publicidad, Pérez sabe hacer buen uso de su imaginación para llevar al público a donde quiere: se trata de una novela adictiva que hila las historias de tres mujeres que vivieron en diferentes tiempos y espacios.
En 1873, Mary Hessler lleva a cabo, en un hotel a las afueras de Londres, un acto inconfesable que cambia su vida. Un siglo después, una trabajadora del Museo Sorolla llamada Marta pasa sus días preguntándose quién será el desconocido con el que se intercambia mensajes en Madrid. Mientras tanto, Adela lidia en la capital británica con un matrimonio en llamas y la sensación de vivir en una realidad que no identifica. Sus vidas no tienen nada que ver, pero la culpa, el ansia de amor y los condicionamientos sociales las ponen en contacto de cierta manera. Tejemanejes que enganchan.