Así empieza Todo mal, el primer libro de la dibujante Moa Romanova (Bollstabruk, Suecia, 1992) publicado en España en Apa Apa y con traducción de Alba Pagán. El libro, editado originalmente en 2018 con el título Alltid Fucka Upp (“siempre la cago”), viene avalado por el Premio Eisner a la Mejor Edición Internacional que logró con la versión en inglés, Goblin Girl, en 2021. Se trata de una historia generacional, en la que mucha gente nacida en los 90 se verá reflejada: la falta de expectativas profesionales, la precariedad —económica y sentimental—, el permanente enganche al móvil y la ansiedad que todo ello genera. Pero también las amigas, la red de apoyos y la necesidad de hablar de ciertas cuestiones, tabúes para la generación anterior. Romanova cuenta una historia propia y personal, la de su relación con el ambiguo presentador televisivo que quiere ser su mecenas, pero que acaba metiéndola en el clásico psicodrama, pero también habla de problemas comunes.
“Está más cerca de la autobiografía”, explica Moa Romanova en conversación con elDiario.es. “La mayor parte es como mi diario en forma de cómic, aunque hay algunas páginas dibujadas al estilo manga y yo nunca he sido un personaje de manga”, bromea. Los hechos que describe la autora sucedieron en 2015, en un momento especialmente complicado, todavía en terapia por sus ataques de pánico, con sesiones que se muestran en el propio cómic. Pero el libro comenzó a dibujarlo poco más tarde, en 2017, cuando todavía tenía algunos “ataques de pánico residuales”. “En ese momento fue bueno para mí, como una terapia de exposición”, confiesa.
'Todo mal' de Moa RomanovaEn este tipo de obras en las que la autora es la protagonista, y ella misma se pone en situaciones más que peliagudas, siempre cabe preguntarse hasta dónde llega su compromiso con lo que pasó realmente y en qué momentos se reserva cosas para su intimidad. Romanova contesta: “Tengo límites, pero son muy vagos… No querría exponer a mis amigos o a mis parejas. Aunque puede que lo haya hecho en mi siguiente cómic, Pa Glid (2022). Pero, sobre todo, creo que es bueno que la gente sea abierta y vulnerable, así que me lo he aplicado a mí misma.
Los problemas mentales son peligrosos sin redRomanova no tiene reparos en mostrar sus dificultades económicas y sus problemas de salud mental en un país que, paradójicamente, tiene fama de ser uno de los pocos estados del bienestar verdaderamente garantistas de Europa. Romanova se dibuja viviendo en apartamentos no muy recomendables, frecuentando casas okupas y sin ingresos fijos, lo que recuerda a otros cómics, como Esclavas del trabajo (2018) de la polaca Daria Bogdanska, afincada en Suecia.
Una página de 'Todo mal'En Todo mal, queda claro que no es oro todo lo que reluce, y que las oportunidades no son las mismas para todo el mundo. “La salud mental es algo que afecta a gente de todas las clases sociales —afirma Romanova—, pero afrontar estos problemas se convierte en algo mucho más peligroso cuando no se tiene una red de seguridad apropiada. Meterte en una espiral realmente mala y no poder obtener el tratamiento adecuado es algo que por supuesto impacta más en la clase trabajadora”.
'Todo mal', de Moa RomanovaEn ese momento de debilidad y de incertidumbre, irrumpe en su vida un extraño personaje, que Romanova dibuja siempre con una bolsa de papel en la cabeza, para ocultar su identidad. Una figura televisiva de 53 años, que entabla con ella una relación turbia, en la que nada está muy claro. Aunque él asegura al principio no estar interesado románticamente, sino, más bien, ser una especie de mecenas, las cosas pronto derivan a una situación incómoda, en la que hacen acto de presencia todo tipo de chantajes emocionales y manipulación, ghosting incluido.
No es un crimen, pero da 'cringe'La excesiva diferencia de edad a veces da lugar a situaciones de abuso de poder. Romanova tiene una posición clara: “No es un crimen, no es horrible, pero desde luego que es perturbador. Los hombres boomer deberían tener más miedo a dar cringe del que tienen”, explica. “La diferencia en poder y la dinámica que se crea son un problema. Estar tan por debajo de la otra persona, desde el punto de vista social, económico o profesional genera una situación rara. La gente va más allá de sus límites en esas situaciones, y puede ser difícil darse cuenta o analizarlo para ambas partes”.
Doble página de 'Todo mal'De Todo mal también llama la atención su particular aspecto visual, alejado del trazo sencillo o incluso naif que suele asociarse tópicamente con las autobiografías. Lejos del realismo, Moa Romanova exhibe un estilo que evidencia su formación en Bellas Artes, y deforma los cuerpos de una forma casi grotesca, alejando la mirada masculina deseante de sí misma y de sus amigas.
Con sus formas y sus colores recuerda a autores claves de la escena más indie del cómic reciente, como el canadiense Michael DeForge, aunque la dibujante cita a otros dos como sus influencias: “Me encantan Simon Hanselmann y Anna Haifish”. Romanova también tiene otros referentes: “Me inspiro en los videojuegos, por ejemplo Night in the Woods o Darkwood. Y las tiendas de segunda mano, donde tienen mierdas de plástico de los 80: es algo muy importante para mi estilo visual”.