Back to Top

Pepe Lorente busca el Goya por ‘La estrella azul’: “Ser actor es duro, pero no seamos pobrecitos, chungo es trabajar en la mina”
Son esas que poco a poco, sin hacer ruido, comienzan a crecer hasta convertirse en pequeños fenómenos. El cine español de 2024 ha tenido unos cuantos, pero quizás pocos han levantado el consenso que ha habido en torno a La estrella azul, el debut en la dirección de Javier Macipe que, a través de la historia desconocida de Mauricio Aznar, el líder de la banda zaragozana Más Birras, realiza un viaje que va de Aragón a Latinoamérica y que consigue emocionar sin recurrir a excesos melodramáticos ni recursos facilones.

Un personal biopic musical que, finalmente, torna en una historia sobre las estrellas olvidadas. Irónicamente, La estrella azul tiene en su centro una interpretación de las que no se olvidan. Es la de Pepe Lorente, uno de esos rostros con los que uno ha coincidido en muchas películas y series, pero que nunca había tenido el espacio para demostrar su talento. Lorente derrocha carisma, porte y tablas para convertirse en el trampantojo perfecto (pero sin imitaciones) de Mauricio Aznar.

Su interpretación le ha valido una nominación para los premios Goya a Mejor actor revelación —para la que suena favorito— que coloca su nombre como uno de esos a tener en cuenta para un futuro del cine español que necesita caras nuevas.

El viaje de esta película comenzó hace más de año y medio, en septiembre de 2023 en el Festival de Cine de San Sebastián, ¿cómo recuerda el comienzo del viaje de La estrella azul?

Fue muy especial porque sabíamos que venía mucha gente de nuestra tierra, Zaragoza, a ver la película. Cuando hubo esa ovación cerrada dije, “joder, ¿habrán venido tantos?”. Luego ya vimos que no, que era la gente que había ido allí al cine. Ahí notamos que la película llegaba a la gente. Lo habíamos visto en las pequeñas pruebas, con amigos, con gente querida. Pero ahí no había trampa ni cartón. Fue la constatación de que la película llegaba hondo al corazón y fue una satisfacción enorme. Fue un momento muy fuerte. Javi y yo abrazándonos, viendo ese aplauso cerrado, tan largo y que era la culminación de diez años que llevaba Javier Macipe, el director, trabajando en la película desde que comenzó, y casi cuatro desde que llevaba yo involucrado.

¿Han podido analizar qué tiene la película? Porque ha sido un fenómeno del boca a oreja.

Lo hemos hablado en esas largas horas de trenes y furgonetas que hemos tenido Javier y yo. Si lo supiéramos… Porque es una historia que se ha contado más veces, es un poco el viaje del héroe, alguien que se está buscando a sí mismo. Un viaje exterior, físico, que también es un viaje interior. Alguien que está buscando la luz. Esto se ha contado de muchas maneras y hemos visto que lo que realmente hace que la película llegue, aunque parezca una obviedad pero no lo es, es el amor con que está hecha. El amor que sentía la gente por Mauricio Aznar en Zaragoza y en muchos lugares de España. El amor de su familia y de sus amigos, de la gente que se ha implicado en la película. El amor que sintió Javier Macipe por él, por su historia, el que me supo transmitir, el que yo empecé a sentir y el que pusimos con un trabajo de orfebre muy minucioso y con mucho corazón. Yo creo que ese es el secreto.

Ha mencionado el tiempo que ha tardado en materializarse el proyecto, ¿hubo miedo de que no saliera adelante?

Si te contara las noches oscuras del alma… Nos íbamos protegiendo. Javier Macipe tenía muchísima más relación directa con los productores de aquí y de Argentina. Primero se paró por la pandemia, al tercer día de empezar a rodar, porque empezamos un 9 de marzo de 2020, una fecha estupenda para arrancar cualquier cosa. Luego se volvió a parar al año y pico de empezar porque la inversión argentina desapareció porque se devaluó el peso. Javier me protegía, me decía, “tú sigue, que haremos la película”.

Fue un acto de fe. En muchos momentos sentíamos que se caía. Lo que pasa es que yo creo que hemos trabajado mucho, concienzudamente y bien. El proyecto fue un encargo de la madre de Macipe. Entonces ya eso tomó un cariz de apuesta personal para él. Para mí fue primero un proyecto profesional, después ya era claramente artístico y luego ya fue un proyecto también personal. Conocí a su madre, conozco a su familia, a sus amigos… yo decía, “tengo que hacer esto bien y tengo que hacer lo posible por revelar el alma de este ser humano”. Siempre tuve fe en que lo íbamos a hacer y por eso trabajamos tanto, porque era una cosa que nos superaba, que era más grande que nosotros.

¿Conocía a Más Birras y a Mauricio?

Yo a Más Birras lo conocía lejanamente, pero no los había escuchado, y Mauricio sabía quién era. Coincidimos en un momento dado en una calle en Zaragoza. Yo salí de un bar y lo vi con su bicicleta. Ese tipo con gafas, con tupé. Lo vi parado, hablando con un amigo común, con la guitarra a la espalda. Era la imagen icónica de él. Sentí claramente que esa persona era alguien que tenía una suerte de halo de poeta, de una persona que venía de otro tiempo. Y sentí que las personas lo miraban con admiración, con cariño. Tenía algo que luego he analizado, algo de cierta budeidad, una mirada amorosa. Fíjate, lo sentí. Cómo iba a pensar que 20 años después me iba a poner yo a intentar representar a esta persona. Luego, como soy de Zaragoza, me puse a informarme y me di cuenta de que era un auténtico John Lennon local. Eso al principio fue bastante losa. Yo sabía que luego tenía que caminar por mi ciudad y que no me dijeran farsante.

¿Tuvo Mauricio el éxito que le correspondía?, ¿de alguna forma esta película ajusta cuentas con su figura?

Sí, yo creo que sí. Ese era uno de los motores interiores que nos ayudaban también. Esta película nos pone delante el asunto de cómo medimos el éxito. Uno puede tener un éxito notorio, de ganar dinero, de llegar al corazón de la gente, o ganar dinero pero no llegar. Mauricio, de alguna manera, forma parte de esos artistas que tienden puentes que otros cruzamos. Y esto es lo que hemos hecho nosotros. De alguna manera nuestra labor consistió en dar a conocer su figura, en reivindicarla. Como se dice en la leyenda al final de la película, de reivindicar a las estrellas anónimas. No sé si era ajustar cuentas o poner un poco de luz en esa historia. Yo creo que ahí hemos apuntado y que lo hemos hecho.

Eso lo une de alguna forma con los actores. Hay muchas estrellas anónimas en la interpretación. No todos tienen ese papel que les coloca en el foco de la industria, ¿sintió ese paralelismo?

Sí, por supuesto que sí, pero realmente nunca sentí un paralelismo conmigo en esa relación con el éxito, porque ahora mi vida ha cambiado. Yo nunca había tenido una responsabilidad tan grande ni había hecho un papel protagonista, tan bien escrito y dirigido, que haya llegado a tanta gente. Mi propia percepción de mí mismo como actor ha cambiado. Pero yo desde hace algunos años, desde 2012, vivo solo de la actuación, y somos muy pocos. Salió en prensa, solo el 8% vivimos de eso y eso ya es un regalo. Yo me he sentido una persona con ese éxito, porque para mí el éxito es vivir, estar en paz con lo que haces, con tu trabajo y poder ganarte la vida con lo que quieres hacer. Y yo lo he estado dentro de un orden. Lo que pasa es que ahora eso ha cambiado.

Trabaja como actor desde los 17 años y, como ha mencionado, solo un 8% vive de la profesión, ¿ha habido momentos de querer dejarlo, o de pensar que por qué había decidido ser actor?

Sí, ha habido momentos, pero no de dejarlo, cosa que podría ser perfectamente normal y que entra dentro de la idiosincrasia de este oficio, porque es muy duro. He tenido momentos de no tener dinero, de pensar qué voy a hacer, de estar haciendo cosas que no me interesan, hacer millones de otros trabajos, en bares… y sobre todo está el sentimiento más grande que tenemos muchos actores y actrices, que es decir: “ay, con lo que yo tengo para dar, con lo que yo puedo dar… ¿Por qué?”. Esa frustración ha estado en muchos momentos. Lo que pasa en mi caso es que he tenido la suerte, o me he ocupado, de avivar dentro de mí la llama del deseo y las ganas que tengo yo. Una fuerza que ha sido más grande siempre que el miedo, que también ha estado en muchos momentos. Imagínate… es que yo el contrato de protagonista de esta película lo firmé hace cinco años y ha salido ahora. Tienes que tener mucha resiliencia.

¿Se da a veces una imagen contradictoria del cine español? Hay mucho paro, pero luego una alfombra roja, unos premios… esa no es la realidad del actor. Quizás hay que contar más el día a día del actor.

Sí, también. Pero huyendo de la cosa de “ay, pobrecitos”, del “fíjate qué mal lo pasamos”. Chungo es la mina, que te juegas la vida. Hay que poner las cosas en perspectiva, Por supuesto que es duro el oficio de actor y de actriz, porque es muy inestable. Cuando eres más joven no pasa nada, pero luego ves que un colega que trabaja en otra cosa tiene la entrada pagada de una casa. Hay que tener muchas boyas, que te vayan saliendo cosas, porque si no es muy duro. Yo reivindico el actor currante que se forma constantemente, que le interesa y que de alguna manera hace una labor en la sociedad. Todos llegamos a casa y queremos ver una buena serie o una buena película, porque nos representa, nos confronta, nos divierte, nos entretiene… y eso lo hacen actores y actrices, así que digamos que es una labor que está ahí y es igual de importante que cualquier otra. Ni más ni menos.

¿Cómo vivió las nominaciones a los Goya de la película? Llegaba como una de las favoritas, pero imagino que aun así…

Yo estaba con los productores. Javi estaba en otra ciudad y estábamos con el móvil en una cafetería al lado para luego pasar por la Academia si estás nominado. Lo vivimos con cierto susto porque veníamos de estar nominados a los Forqué, a los Feroz, a muchos otros festivales, y entiendes que vas a estar en los Goya, pero nunca sabes. Estaba calmado dentro de un orden, porque me puse nervioso. También veo que me ha pillado en un momento que ya tengo más edad. Si me hubiera pillado con veintipocos años, la excitación hubiera sido diferente.

Hay una cosa muy bonita en La estrella azul, y es que cuenta cómo la música habla de un país, de un lugar…

Claro, es lo que tiene el folclore. Aquí parece que está en el flamenco, pero el resto de folclore de las otras comunidades lo hemos perdido. Yo he mamado eso. Como decía Mauricio, yo escucho a mi padre tocar la guitarra y cantar jotas. El folclore, como está pegado a la tierra, no envejece si se sigue manteniendo. Mauricio hizo una cosa muy bonita con Más Birras. Hacían rockabilly, macarreo, pero hablaban del Moncayo, hablaban del barrio de Torrero, de Zaragoza. Y eso lo hacemos en la película, estamos representando ese macarreo, pero ponemos las calles de Zaragoza como protagonistas y hablamos del Pilar y hablamos del Ebro. Él se dio cuenta de que tenía que folclorizar el rock and roll. Y en un momento dado, cuando quiere ahondar en su música, va a Latinoamérica y se da cuenta de la riqueza brutal que tiene. Las chacareras no dan puntada sin hilo. Son canciones para gozar, pero hablan de la trascendencia de la familia, del amor, de la naturaleza, de los animales, del sentido último de la vida… sin gravedad pero con profundidad.

Ha mencionado la vocación, ¿recuerda ese momento de querer ser actor?

Yo siempre he actuado, desde crío, pero lo hacía cantando. Siempre he querido cantar, siempre me ha parecido que era mucho más guay tocar y cantar que actuar, pero nunca realmente me empeñé en eso. Siempre he actuado para mi familia y mi padre era muy actor, aunque era enfermero, igual que mi madre. Recuerdo que de crío, en un momento dado, le pregunté: “Papá, ¿qué es la actuación?, ¿qué es el teatro?”. Teníamos un perro. Cogió las cadenas del perro, se puso un tul de mi hermana encima. Mis hermanas y mi madre estaban durmiendo. Se puso una especie de fajita. Se tiró en el suelo con la luz tenue y me hizo el monólogo de Segismundo de Calderón de la Barca entero. El comienzo. Mi padre llorando. Una actitud impresionante. Lo vi transformado. Yo ya tenía mimbres de actuar porque era mi manera de estar en el mundo, pero recuerdo eso como un momento que dije, “ostras, esto se puede hacer”. Luego ya me di cuenta en el instituto que había gente que vivía de eso. Siempre ha estado en mi vida la actuación de una manera u otra.

Vídeo de la entrevista completa

Vídeo: Javier Cáceres y Nando Ochando

Cron Job Starts