Lo que tenía claro es que no podía ser una sucesión de testimonios, de palabras, que describieran el sufrimiento y la violencia sufrida por muchos de ellos. Según iba hablando con ellos, escuchaba más veces hablar de las redes clandestinas de exiliados sirios que seguían la pista de criminales de guerra, de aquellos que les habían torturado y que ahora se escondían en Europa ante la impunidad de la justicia del continente. Un tema que, además, alcanzó notoriedad gracias a dos artículos publicados en abril de 2019 en Libération sobre la caza de uno de esos torturadores apodado como ‘El químico’.
Millet vio ahí la historia que quería contar y a través de la cual radiografiar la geopolítica europea. Lo hace en La red fantasma, un thriller que ha sido una de las revelaciones del cine francés del año pasado y que ha logrado ser nominada al César a la Mejor ópera prima y al Mejor actor revelación para su protagonista Adam Bessa. Un éxito que tiene mucho que ver con su estilo sobrio, casi austero, alejándose de giros facilones, lo que la convierte en una rara avis en tiempos de algoritmos.
El cineasta ha visitado España para promocionar el filme, y lo hace justo el día que acaba de conocer sus dos candidaturas a los premios del cine francés. Se le nota contento. Cuando se le pregunta si La red fantasma, con sus ritmos y sus formas es, de alguna forma, una película anti Netflix, el cineasta se ríe y asiente. Luego añade que él hace las películas que querría ver como espectador, y esas son aquellas en las que “cada detalle de la imagen es importante y que no puedes levantarte para ir a buscar una cerveza durante la película”.
“Para construir una obra que requiere la atención del espectador no me hace falta crear imágenes espectaculares cada diez minutos. Creo en la inteligencia del espectador. En su capacidad de entender por qué se toman ciertas decisiones. En esta película cada escena carga la escena siguiente y eso hace que nosotros también, como espectadores, vivamos momentos muy tensos. La tensión se construye en la cabeza, no hace falta que haya explosiones o luchas de espadas. Hemos dado bastantes elementos al espectador para que entienda que estas también son cuestiones de vida o muerte”, añade.
Para él “el thriller es la forma”, pero lo importante es lo que hay dentro, y aquí late una historia que vuelve a estar de actualidad tras la caída de Al Asad el pasado diciembre. Millet subraya que hasta entonces “hacía mucho que no se hablaba de Siria, como si el problema hubiera desaparecido o ya no importara, aunque la guerra civil seguía y seguían los bombardeos”. El timing ha hecho que su película parezca casi una precuela del momento actual. Él lo ve como “un diálogo con el presente”.
“Es como si la película se rellenase con la realidad, como si la realidad apoyase la película. El futuro es muy difícil de predecir, pero lo que está claro es que la caída de Al Asad es muy importante para el pueblo sirio. Durante 13 años bombardeó a su pueblo y nadie hizo nada. Simbólicamente, que haya caído es algo enorme. Luego el hecho de que se abran las cárceles es muy importante, porque hay gente que lleva años en los subsuelos sin ver la luz. La comunidad siria ha vivido en una amenaza constante y no pueden hablar mal del régimen porque al día siguiente sus parientes cercanos estarán detenidos. Los exiliados no podían contar que se iban. Es un país que se debía reconstruir”, añade aunque se niega a predecir el futuro.
![Fotograma de 'La red fantasma'](https://www.londrestv.com/images/obgrabber/2025-02/4ae8251d83.jpeg)
Aunque el filme se centre en un personaje que busca a su torturador, Millet cuenta que lo construyó a través del “testimonio de numerosos refugiados de guerra y de miembros que habían estado en esas células secretas”. Gente que ve la venganza como única forma de contrarrestar la impunidad de Al Asad.
“El problema de la justicia internacional es que siempre hay compromisos. En el momento en el que hay varios países, ya intervienen cuestiones económicas y eso es lo que cuenta la película. Todo el mundo cree en la justicia internacional, pero en el momento en el que Rusia puede vetar algo durante años, es obvio que algo no funciona. Puede ser por dinero, por miedo a un veto, por miedo al Daesh… La red fantasma muestra cómo de solos estaban los ciudadanos sirios que han perdido todo, que fueron bombardeados por un dictador. Y aun así son los únicos que conservan alguna esperanza y por eso siguen adelante en busca de justicia”, opina el cineasta.
La red fantasma confirma la opinión de su director, que confía en el poder del cine “para sacar del encierro temas olvidados” y que permanezcan en el tiempo frente a la urgencia del periodismo. Que estos temas lleguen “a un público más amplio”, un motivo más por el que eligió la ficción para mostrar “una visión del mundo y una mirada diferente” ante un tema que vuelve a estar en el tablero político.