Perišić escribe sobre los suyos, sobre su tierra, sobre la sociedad croata postsocialista, sobre lo que queda tras el desastre. La novela Područje bez signala se publicó originalmente en 2014 y no se tradujo al inglés hasta 2020, bajo el título No-Signal Area. Ahora, la editorial Impedimenta la traduce al castellano bajo el título de El último artefacto socialista. Una sátira sobre el choque de dos grandes titanes —el pasado socialismo de las repúblicas exsoviéticas y el capitalismo del presente— que supone su trabajo de mayor éxito, en gran medida gracias a la adaptación a la televisión con una miniserie de seis episodios dirigida por el croata Dalibor Matanić (director de Bajo el sol, premio del Jurado en Cannes 2015) y que ha estrenado en España Filmin.
La novela sigue la vida de dos primos, Oleg y Nikola, quince años después de que estallase la guerra en Yugoslavia. La pareja llega a la ciudad N., en algún punto de (se sobreentiende) Croacia, con el objetivo de volver a poner en marcha la vieja fábrica de turbinas. Una fábrica abandonada donde trabajaba buena parte de la población de una zona que, en ese momento, se siente desmoralizada. Ambos empresarios convencerán a buena parte de los antiguos trabajadores para volver a ponerla en marcha y fabricar tan solo dos turbinas de un modelo ya obsoleto, obviando contarles este último detalle. Así, Perišić presenta el clásico conflicto de clases en un entorno pequeño atravesado y modelado, también, por los lazos humanos y la crisis que vive el país exsoviético.
“Quería construir una trama que pudiera ocurrir en cualquier ciudad, por eso no le doy nombre”, explica el escritor para añadir que su intención era que, aunque el lector no pudiera ubicarla en un mapa, sintiera que los personajes y sus situaciones eran algo real, que estaban vivos. “Esta historia es la historia de aquellos que se quedaron en medio, atrapados entre dos sistemas. Uno moribundo y otro que acababa de nacer”, continúa.
Para Perišić, la historia de una fábrica abandonada y del languidecimiento de la ciudad erigida a su alrededor es la historia de muchos lugares, no solo del mundo postsoviético. “Hay muchas ciudades así en occidente. Si achicas la mirada verás montones de pueblos abandonados con gente abandonada”, opina el escritor.
El trauma de la crisisQuince años son también los que tardó Robert Perišić en terminar su relato. “Recuerdo que fue la gran crisis de 2008 la que me hizo abordar de otra manera una historia que tenía atascada y que no sabía cómo contar”, observa. Entonces, el croata escribía mucho sobre el mundo urbanita, pero no hacía más que pensar en los obreros que vivían en las afueras, en barrios marginales, en pueblos. “En aquel momento, cuando comencé a escribir El último artefacto socialista, eran figuras que apenas estaban representadas en la literatura. Nuestras ficciones hablaban de otras cosas”, rememora para señalar que algo que le interesaba mostrar especialmente era cómo esos dos empresarios primerizos no distaban demasiado de aquellos que iban a ser sus trabajadores.

Así, entre el azote de la crisis económica que sacudió Europa en la primera década del siglo XXI y junto al rastro de la guerra que vivió en su juventud, Perišić se centró en dibujar el shock económico y social que impacta en las vidas de las clases trabajadoras sin perder el humor a pesar de los acontecimientos desagradables. “Yo quería escribir sobre personas con todo lo que eso conlleva, con su profundidad, con sus miedos y contradicciones”, insiste el escritor.
“Y quería hablar, también, de las cosas de las que uno no se puede recuperar, que te marcan”, continúa para señalar que se refiere a cómo se moldea el pensamiento de una familia debido a las cosas que les ocurrieron durante la guerra, a cómo estas penetran en los diferentes miembros y cambian la forma en la que estos se relacionan entre ellos y con el resto. “Mi intención era mostrar cómo el contexto y los traumas cambian la forma en la que sentimos y que, a veces, el impacto sigue presente de forma psicológica por mucho que pasen los años”, zanja.
Entre el ayer y el hoyLa trama, que también aborda “la rápida privatización de las cosas y el auge del libre mercado en detrimento de lo social”, refleja muchos de los problemas del hoy. “Ahora vivimos una nueva doctrina del shock y la gente está intentando sobrevivir en una economía donde se están llenando masivamente unas zonas y vaciando masivamente otras”, opina. “Al final”, concluye Perišić, “yo escribo sobre problemas que pasan todos los días”.
Preguntado, finalmente, cuál es el centro, el corazón de su novela, si la lucha entre el presente y su pasado, la lucha de clases o la lucha interna que vive cada personaje mientras trata de encontrar su lugar en el mundo, responde: “Todas a la vez”.