España y Portugal lideran una revuelta contra el descafeinado código de buenas prácticas del uso de la IA que prepara la Comisión Europea y que ha tenido que retrasar. Trump destituye a la directora de la Oficina de Copyright que planteó dudas sobre el encaje legal de la IA respecto a los derechos de autor
La curva de aprendizaje de la inteligencia artificial está en riesgo: su ansia de datos es infinita pero no las obras humanas
La Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse y está suponiendo un desafío en muchos frentes.
La última batalla en el seno de la UE se está produciendo con el desarrollo del reglamento de la Inteligencia Artificial que se acordó hace ya meses. Como parte de esa nueva regulación, la Comisión Europea está trabajando, junto a la Oficina Europea de IA, en un código de buenas prácticas para los proveedores de IA de propósito general. A pesar de que seguirlo será voluntario, los borradores que por ahora ha elaborado Bruselas se han descafeinado respecto a la protección de los derechos de propiedad intelectual de los creadores en pleno ataque a la normativa europea por parte de la Administración Trump, que se ha alineado con los intereses de los grandes gigantes tecnológicos.
El gobierno comunitario ha presentado por ahora tres borradores a los estados miembros, pero la aprobación, que tenía como plazo límite el 2 de mayo, se ha retrasado sin fecha, aunque la intención es tenerlo listo el 2 de agosto, que es la fecha en la que entran en vigor las normas de gobernanza y las obligaciones relativas a los modelos de uso general (GPAI), como el ChatGPT de OpenAI. Su dueño, Sam Altman, fue uno de los asistentes a la ceremonia de proclamación de Trump, de quien ha dicho que “será increíble para el país”.
España y Portugal han liderado la ofensiva en Bruselas contra la rebaja de la ambición del código de buenas prácticas. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, envió una carta a la vicepresidenta para la Soberanía Tecnológica, la Seguridad y la Democracia, Henna Virkkunen, y al Comisario de Equidad Intergeneracional, Juventud, Cultura y Deportes, Glenn Micallef, en la que mostraba su “desaprobación” a la propuesta. “Las obligaciones de los proveedores de sistemas de Inteligencia Artificial se reducen a meros ‘esfuerzos razonables’. En este sentido, cumplir con los requisitos se convertiría en algo voluntario, socavando el respeto a la ley de propiedad intelectual”, señalaba Urtasun. Su homólogo luso también envió una misiva en términos similares.
13 asociaciones europeas de escritores, compositores, directores, guionistas o periodistas, entre otros, aplaudieron la iniciativa de España y Portugal. “Es el momento de que la UE considere el impacto de la IA en la diversidad cultural europea y la libertad artística”, señalaron en un comunicado conjunto.
Cuando España y Portugal defendemos la cultura frente a la IA, no estamos solos. Hoy, 13 organizaciones europeas que agrupan decenas de entidades se suman pidiendo transparencia en la IA, respeto a los derechos de autor y defender la diversidad cultural. Gracias por brindarnos este apoyo.[image or embed]
— Ernest Urtasun (@ernesturtasun.bsky.social) 7 de mayo de 2025, 13:19Bruselas no respondió a la carta de los ministros español y luso, pero la dilación en la presentación del código de buenas prácticas es una señal de que toma nota, según Urtasun. España y Portugal, junto a Italia y Hungría, mantuvieron el tema vivo al proponer un debate en la reunión de los ministros de la UE este martes. “Desvirtuaba los principios fundamentales del reglamento, tenemos un gran objetivo como Gobierno que es la defensa de la creación frente a la emergencia de la IA, la defensa de los derechos de autor y creemos que el código de conducta no iba en esa línea”, afirmó Urtasun a su llegada a la reunión.
“Los modelos de IA de uso general suponen un desafío estructural para las políticas culturales europeas. Su adopción masiva puede afectar a los equilibrios del ecosistema creativo poniendo en cuestión los derechos fundamentales en particular los derechos de autor”, dijo el representante portugués. Urtasun defendió “tres pilares”: “El derecho de los autores a decidir si sus obras pueden ser utilizadas o no para entrenar modelos de IA, una remuneración justa que redistribuya los beneficios generados por la tecnología y un sistema de transparencia real y verificable que permita rastrear qué contenidos se usan, cómo y con qué finalidad”.
Además de Italia y Hungría, la posición fue secundada por Francia, donde ha habido un fuerte debate en el seno del Gobierno; Alemania, que puso el énfasis en la necesidad de dar garantías a las pymes; Eslovenia, Dinamarca, Lituania, Estonia, Finlandia, Grecia, Chipre y Croacia.
El comisario de Cultura aseguró que la norma europea obliga a los proveedores de IA a “cumplir la legislación de derechos de autor”. “La oficina de IA va a supervisar su correcta aplicación”, apuntó. Sin embargo, los recelos son generalizados en los estados miembros y en el sector cultural.
El próximo martes se desplazarán a Bruselas representantes de los autores europeos, entre ellos la SGAE, para presionar a la Comisión Europea. “Un objetivo clave de la Ley de IA es dotar a los autores, artistas, intérpretes de obras de arte y otros titulares de derechos de herramientas para ejercitar y hacer valer sus derechos, exigiendo a los proveedores de IA que implementen medidas para cumplir la legislación de la UE en materia de derechos de autor y proporcionar un resumen suficientemente detallado del contenido introducido y utilizado para el entrenamiento”, señala Adriana Moscoso, directora general de la Agrupación Europea de Autores y Compositores (GESAC), que apunta a que el borrador del Código de Buenas Prácticas supone un “un paso atrás”: “Crea incertidumbre jurídica, malinterpreta la legislación de la UE en materia de los derechos de autor y recorta las obligaciones establecidas en la propia ley”.
Los relevos de TrumpEl debate no es exclusivo de la UE y también está a la orden del día al otro lado del Atlántico. La Oficina de Copyright de EEUU emitió un informe el pasado viernes en el que plantea dudas sobre el encaje legal de los modelos de entrenamiento de la IA respecto al respeto a los derechos de autor. Apenas 24 horas después de publicar ese texto, que exponía preocupaciones al respecto, Trump cesó a la directora, Shira Perlmutter.
El representante Joe Morelle, principal demócrata de la Comisión de Administración de la Cámara de Representantes, que supervisa la Biblioteca del Congreso, a la que está adscrita la Oficina de Copyright, vinculó ambos hechos: “No es coincidencia que [Trump] actuara menos de un día después de que [Perlmutter] se negara a aprobar los esfuerzos de Elon Musk por extraer trozos de obras protegidas por derechos de autor para entrenar modelos de inteligencia artificial”, recoge Politico.
Y es que Musk es uno de los magnates de las tecnológicas que está susurrando al oído a Trump para intentar que la legislación favorezca los intereses de sus empresas. Con los aranceles no le ha funcionado, al menos por ahora, pero la batalla de las ‘Big Tech’ continúa.