El lugar en el que se cree que descansan sus restos empezó a excavarse la semana pasada en el centro de ciudad con resultados prometedores. "Es pronto para concluir nada, pero esta semana han aparecido dos enterramientos completos", cuenta la concejala de Turismo y Cultura, Ana Redondo. 

O'Donell inició el levantamiento contra Isabel I de Inglaterra, la misma que derrotó (con ayuda de una tormenta) a la Armada Invencible en 1588. El irlandés, jefe del clan de los O'Donell, histórica dinastía que llegó a ostentar el trono del país en épocas pretéritas cuando la realidad se mezcla con leyendas, se aprovechó de esta enemistad mutua contra la pérfida albión para tejer una alianza con España, cuya Corte, entonces, se encontraba en Valladolid.

Felipe II aprobó enviar apoyo a O'Donell. Y en 1601, ya con Felipe III como rey, las huestes hispano-irlandesas fueron derrotadas en la batalla de Kinsale al poco de llegar a la isla para intentar tomar el enclave de Cork. Este contratiempo no puso fin a las pretensiones irlandesas de soberanía y tampoco a las rencillas entre ingleses y españoles, inmersos en la guerra anglo-española. Ese año, O'Donell marchó a España para convencer al monarca de que le prestase ayuda. 

"Llegó a mantener un encuentro con Felipe III en Zamora en 1602, y meses después, antes de una audiencia con el rey, murió en el castillo de Simancas", relata el historiador irlandés Hiram Morgan, de la Universidad de Cork. "La leyenda cuenta que fue envenenado por un espía inglés, pero no hay evidencias de que eso sucediese".

"Los registros contemporáneos muestran que estuvo en la cama con fiebre durante 17 días. Incluso uno de estos archivos relata que había expulsado un largo gusano al toser. Poco después fue enterrado en Valladolid con todos los honores", explica el historiador por correo electrónico.

Sus restos fueron depositados en la Capilla de las Maravillas, en el mismo monasterio franciscano de San Francisco donde se dio sepultura a Cristóbal Colón. "Es interesante porque los jefes irlandeses favorecían a los franciscanos y a menudo fueron enterrados en sus monasterios", apunta Morgan. Como sucedió con otros lugares de culto en la capital del Pisuerga, el complejo desapareció durante las desamortizaciones de Mendizábal en el siglo XIX.

Ahora, en la calle Constitución, a escasos metros de un Corte Inglés y frente a una oficina del Banco Santander, el Ayuntamiento, por iniciativa del arquitecto municipal, Óscar Burón y del escritor Juan Carlos Urueña buscan los restos. Morgan añade una pista interesante: O'Donell perdió los dedos gordos de los pies por congelación: "Sería una forma fácil de identificarle". 

Juan Carlos Urueña, apasionado de la historia de Valladolid y autor de la trilogía Rincones con Fantasma, ha dedicado años a estudiar la historia de la ciudad. También es uno de los promotores de la búsqueda. Hace un tiempo comenzó a indagar sobre los orígenes de la Semana Santa vallisoletana. La importancia del convento de San Francisco en este tema le llevó a elaborar un esquema de sus dependencias y capillas.

"Fue un trabajo muy laborioso, porque no existe ningún mapa detallado y el convento fue derribado hasta sus cimientos en 1836", señala. Coincidió que durante sus indagaciones, un ciudadano irlandés visitó Valladolid con la intención de averiguar algo sobre O'Donnell. No es el primero ni el último. "El caso llegó a mi conocimiento y decidí aprovechar los estudios que ya tenía para intentar desvelar su paradero", cuenta. 

"La figura de Red Hugh genera mucha admiración en Irlanda", señala la periodista Eavan Murray, del Irish Independent, el principal periódico de el país y uno de los medios que se ha hecho eco de la búsqueda de los restos en Valladolid. Coincide con ella el historiador Hiram Morgan. "Aunque Hugh O'Donnell es probablemente demasiado violento y demasiado católico para los estándares de la Irlanda de hoy, sigue representando la resistencia indomable de los irlandeses contra Inglaterra".

Es especialmente querido en su lugar de origen, en el Condado de Donegal, en el Ulster republicano. La edil de Turismo y Cultura de Valladolid, Ana Redondo, señala que, de confirmarse el hallazgo, se trataría de un descubrimiento de "absoluta magnitud histórica", que podría convertir a Valladolid en un destino turístico para los irlandeses y también para los estadounidenses descendientes de irlandeses interesados por su pasado.

La búsqueda de los restos supone un reto para el Ayuntamiento de Valladolid. La excavación se ha iniciado en la Calle Constitución, aprovechando que será peatonalizada en las próximas semanas, pero la zanja que ahora abre en canal esta calle tendrá que sepultarse de nuevo muy pronto. El monasterio era tan grande que llegaba desde la Plaza Mayor hasta Montero Calvo, y desde la calle Santiago hasta Duque de la Victoria, por lo que la posibilidad de que la capilla esté justo en la zona donde han empezado los trabajos es pequeña, pero la aparición de un muro y de restos humanos ha insuflado de esperanza a los investigadores."Sinceramente no pensábamos encontrar mucho, dado que la zona está literalmente plagada de conducciones, cañerías y cables, pero han aparecido restos muy interesantes y lo que creemos que es el arranque de las desaparecidas capillas que buscamos", dice Urueña. 

"Si hacer un agujero en la calle, aunque no saliera nada, sirviese para despertar el amor por lo nuestro y el interés por nuestra riquísima historia local, ojalá terminase Valladolid como un queso de Gruyere. Es un decir, claro, que se me asusta la ciudadanía", dice Urueña. La concejala Redondo señala en la misma dirección y apunta a la posibilidad de que el descubrimiento podría servir para avanzar hacia el bueno entendimiento entre ambos países. "Si hay algún descubrimiento relevante, implicaría un hermanamiento con el Condado de Donegal, que serviría para estrechar lazos con toda Irlanda". "En general, el descubrimiento fortalecería los vínculos entre Irlanda y España en un momento difícil de la historia de la Unión Europea", concluye el historiador Hiram Morgan.