Además de exponer sus títulos en sus estanterías, organizarán una programación conjunta de actividades culturales.

"Tenemos un espacio reducido, así que decidimos que, como mucho, contactaríamos con diez. Las diez primeras a las que nos dirigimos, dijeron que sí. Y eso que pensábamos que íbamos a tener problemas", explica a este periódico el librero.

Valeria Bergalli, editora de Minúscula, fue una de las personas que recibió su propuesta. "Vieron que no nos habíamos inscrito en la Feria del Libro y nos invitaron a participar. Nos sorprendió, pero agradablemente. Que nos dediquen las tres librerías durante todo ese periodo, con la voluntad de hacer eventos en torno a nuestros catálogos completos, es un auténtico lujo", afirma la responsable elDiario.es. Además, ensalza la "colaboración" entre las diez firmas: "No es fácil poner de acuerdo a diez editoriales, pero ha sido sencillo y agradable. A todas nos une las ganas de encontrar espacios en los que la bibliodiversidad se haga patente".

"La ausencia de un buen número de editoriales afecta al sentido mismo de la Feria, ya que esa presencia mayoritaria ha sido –y es– uno de sus principales atractivos y una de las más poderosas razones de su éxito", aseguran en el comunicado emitido por la iniciativa 'Libros sin Feria', que será totalmente gratuita para las entidades seleccionadas. Más allá del proyecto, las librerías Sin Tarima contarán con su propia caseta en el evento literario que acogerá el parque de El Retiro, compartiendo puesto con la editorial Tránsito. Polifemo, sin embargo, no figura en la lista de expositores.

Las tres librerías idearon la iniciativa a finales del pasado mes de marzo, tras la celebración del sorteo de las casetas de la Feria, que mostró cuáles serían las firmas que no participarían. El proceso previo de distribución no estuvo exento de polémica, después de que Barrett, responsable del gran éxito editorial de 2020 Panza de burro de Andrea Abreu, hiciera pública su renuncia por haber sido ubicada, en un principio, en una hipotética zona común. El área que la organización había planeado para dar cabida a un mayor número de editoriales sin seguir ampliando los metros lineales de los puestos; pero que finalmente no ha hecho falta.

En ella iban a estar ubicadas las firmas más pequeñas que no podrían haber participado en el evento de manera directa, pero también las medianas que no cumplieran con el nuevo requisito que había dejado a Barrett fuera: tener que precisar de, a diferencia de los 25 exigidos en 2022, un mínimo de 80 títulos 'vivos' (los que se pueden comprar).

Tras una reunión convocada por la Feria consiguieron que, como explicó la directora del evento Eva Orúe a este medio: "Todo el mundo vaya a estar colocado en casetas". El encuentro propició que se crearan nuevas alianzas y, para los que no las hubo, generaron sinergias entre las entidades afectadas que terminaron uniendo manos para lograr paliar la falta de espacio. La 82ª edición del evento literario, que abrirá sus puertas del 26 de mayo al 11 de junio, acogerá, en sus 385 puestos, a un total de 424 expositores. "Al principio iba a ser un problema más grave, pero luego se solucionó en parte. Han ido más editoriales de las que parecía", reconoce Ramón Alba. Eso sí, lamenta que "haya siempre una situación de inquietud por no saber si van a poder entrar o no".

Este no fue el caso de Minúscula, dado que sí que cumplían los citados requisitos. El motivo por el que renunciaron a su plaza fue protestar contra la cuota de inscripción que están obligadas a pagar las editoriales de fuera de Madrid, al ser más alta que la que se impone a las de dentro. En concreto, según recoge el Manual de Expositores del evento literario, la diferencia es de en torno al doble. El precio de una caseta de cuatro metros para una editorial de Madrid es de 2605 euros frente a los 4113 euros que ha de pagar una de fuera. En el caso de las de tres metros, las madrileñas han de abonar 2150 euros y las externas 3160 euros.

No obstante, no existe diferencia para las firmas con entre 25 y 39 títulos vivos que acuden compartiendo espacio. Sean o no de Madrid, la cuota de participación es de 330 euros. Aun así, al contar con cerca de 180 títulos vivos, Minúscula no podría haberse acogido a esta fórmula.

"Entiendo que la Feria es de Madrid y que la organizan los libreros de Madrid, pero hace mucho tiempo que se presenta, y de hecho lo es, como la gran feria española", valora Bergalli desde el sello catalán. Antes de que comenzara el periodo de inscripción, volvieron a preguntar por el tributo que tendrían que abonar y, al descubrir que no había habido cambios –que han pedido a la comisión organizadora– determinaron no inscribirse. "A nuestros ojos, los problemas que ha habido han confirmado una tendencia muy poco prometedora: en vez de adaptarse al panorama editorial tan rico y variado como el que tenemos en España, la Feria está intentando empequeñecerse".

Por ello, Bergalli celebra la contraposición que implica 'Libros sin Feria': "El hecho de que ya la iniciativa exista está muy bien. Recoge y y expresa unas inquietudes que están ahí. Que haya librerías y editoriales que no acaben de sentirse identificadas con la evolución que está teniendo la Feria del Libro de Madrid es alentador", agradece Bergalli. De ahí a que insista en subrayar el valor del proyecto: "Nos parece un muy buen toque de atención, al nacer con la voluntad de ver hasta qué punto merece la pena crear otras plataformas y espacios para que las editoriales con vocación cultural, y más bien de un tamaño pequeño; puedan sentirse más cómodas".

"No pensamos que existan demasiados libros. Es cierto que el número de editoriales y el de títulos amenaza con desbordar en ocasiones el limitado espacio de nuestras librerías. Pero esa es nuestra riqueza, nuestra fuerza", proclaman en el comunicado desde 'Libros sin Feria'. "Cuando más rica sea la oferta, mejor puedes escoger. Lo único que puedes intentar es abarcar todo. Cada uno tiene que elegir el segmento que quiere", explica el librero, que defiende que se está produciendo una "auténtica edad de oro de la edición. Es un mercado muy rico, y también muy pobre, porque los libros de las editoriales grandes desaparecen de los fondos a los tres o cuatro años. Los únicos que los mantienen son las pequeñas".

Las tres librerías acogerán los fondos completos de las diez entidades. Coyuntura clave para el librero, ya que considera que "ver todo el fondo vivo es la única manera de ver el trabajo de una editorial". A la espera de ver cómo funciona la primera edición de la novedosa iniciativa, avanza que se plantean organizar una segunda para octubre, con otras diez editoriales.