Lo mismo ocurre con el colectivo LGTBI. En Arabia Saudí las relaciones entre personas del mismo sexo están prohibidas por ley y se castigan hasta con la muerte o la flagelación. Pero, como sabía el franquismo, el cine es una forma de vender aperturismo, y en Arabia lo saben.

Detrás de la apertura de las salas de cine se encontraba, además de un maquillaje de cara al exterior, un movimiento económico que posicionaba el entretenimiento, y en concreto el cine, como sector estratégico dentro del plan Visión 2030, con el que pretenden tener una menor dependencia del petróleo. En Arabia Saudí vieron claro que los rodajes y las coproducciones internacionales son una fuente de dinero. Una fuente a la que se puede atraer… con más dinero. Hollywood y las grandes superproducciones siempre se encuentran a la caza de los lugares donde rodar más barato. En esta guerra mundial por llevarse la producción de las series y películas más importantes a nivel internacional, el elemento clave son los incentivos fiscales. 

Casi todos los países cuentan con un incentivo para los rodajes. Lo que hacen es devolver parte del dinero gastado durante la producción de la película. Son conscientes de que lo que ingresan por la presencia del equipo de cada filme compensa el desembolso posterior. Los incentivos fiscales han sido clave para que España se convierta en “el Hollywood de Europa”, como lo definió Pedro Sánchez recientemente. En nuestro país, se devuelve el 30% del primer millón y el 25% de los siguientes gastados. Es decir, que del primer millón, el Estado español reintegra después 300.000 euros y, de los siguientes, 250.000. Con esta medida se ha favorecido que muchas producciones se rueden en España. El último informe del Ministerio de Hacienda desvelaba que en 2022 los rodajes internacionales recibieron 60,1 millones de euros frente a los 10,5 de los españoles, gracias a los incentivos.

Si España quiere ser el Hollywood de Europa, Arabia Saudí tiene claro que quiere ser el Hollywood del mundo árabe. Lo está consiguiendo a punta de chequera, y los datos muestran que funciona y la gente responde. Las salas de cine del país, que tiene 34 millones de habitantes, crecieron hasta las 581, con 91 cines nuevos. Recaudaron 240 millones de dólares. En España, en el mismo periodo, y desde 3.625 pantallas, con 47 millones de habitantes, se recaudaron 379 millones de euros. Como ejemplo vale la recaudación de Top Gun: Maverick, que en Arabia Saudí ha recogido más del doble que en España, 22 millones frente a los menos de 11 que hizo aquí.

El primer golpe sobre la mesa se dio con la creación del Saudi Cultural Development Fund, un programa de financiación para el sector del entretenimiento que en mayo de 2022 anunciaba que se instauraba una deducción fiscal de más del 40% para los rodajes en Arabia Saudí. Un porcentaje con el que se convertían en uno de los países con una deducción más alta de todo el mundo. Los requisitos pasan por gastar, al menos, un millón del presupuesto en el país, tener una cuenta bancaria allí, tener un socio productor local, y contratar al menos al 25% del equipo con profesionales saudíes o, en su defecto, rodar el 25% del metraje del filme allí. Una de las cosas a las que se comprometen es a hacer el reintegro del dinero de forma rápida, solucionando uno de los problemas que hay con estas medidas: el largo proceso para lograr, tras el rodaje, la devolución del dinero.

La respuesta de Hollywood no se ha hecho esperar. En los últimos años se han filmado allí Cherry, la película de Apple dirigida por los hermanos Russo y protagonizada por Tom Holland, o la futura Desert Warrior, con Anthony Mackie, dirigida por Rupert Wyatt y con un presupuesto de 140 millones de dólares. Arabia Saudí ha cifrado en 80.000 noches de hotel y contratos de entre 450 y 500 personas los beneficios de dicho rodaje. La tercera, y la que ha llamado más la atención, se estrena este viernes en cines españoles. Se trata del filme de acción Operación Kandahar, protagonizado por Gerard Butler y que se ha convertido en el primer filme de Hollywood rodado íntegramente en Arabia Saudí desde que lo hiciera Lawrence de Arabia. 

El director de la película, Ric Roman Waugh, contaba en una entrevista a Collider su experiencia rodando en “paisajes que nadie había visto en una película en 70 años”, y respondía a si existía censura por parte del reino árabe. “No tuvieron nada que ver con el guion, nunca hablamos de eso con Arabia Saudí. ¿Lo leyeron? Sí, y estaban de acuerdo con todo”, decía dejando entrever que los proyectos elegidos deben pasar un filtro previo. Apunta también al futuro, que pasa por la construcción “de escenarios de sonido y de infraestructuras” para convertirse en “un verdadero negocio”.

Las políticas para convertir cada país en centro neurálgico de los rodajes se parecen entre sí. Si España lleva unos años proyectando su estrategia de ‘hub audiovisual’, con los estudios de Tres Cantos como punto caliente y el dinero del fondo de Resiliencia como palanca aceleradora, en Arabia Saudí la palabra clave es Neom, la ciudad creada de la nada y cuyo nombre significa Nuevo Futuro. Cuenta con una superficie tres veces superior a la de Chipre y la están construyendo en el noroeste el país. Es una de las apuestas más fuertes del plan Vision 2030, y es en Neom donde se han construido los estudios que están siendo el centro del conector audiovisual saudí. La idea es formar sus profesionales y servir de plató a las producciones que se rueden allí. Es lo que ha pasado ya con Desert Warrior.

El propio director de las industrias culturales y audiovisuales de Neom, Wayne Borg, explicaba en la revista del mercado del Festival de Cannes que la ciudad ya posee dos estudios que se inauguraron hace 18 meses y que son el comienzo de su “media hub, un campus con un millón de metros cuadrados” donde caben “50 estudios y decorados, estudios de posproducción y efectos especiales” y donde también se centrarán en los videojuegos y las start-ups. De todo eso, ya hay construidos 12.000 metros en forma de zonas de rodaje con otros seis estudios para ser abiertos a finales de este año. “Somos la puerta de entrada al Medio Oriente y África del Norte. Y el socio de producción en el que confiar para la industria de la zona y para la internacional", asegura Borg en la misma publicación.

El anuncio de la entrada de los incentivos fiscales en Arabia Saudí se hizo en el marco del Festival de Cannes en 2022. Un año después, el certamen estaba conquistado por los anuncios y publicidades que daban a conocer las bondades de la industria del país. Desayunos en el mercado, charlas, carteles bien visibles que anunciaban el 40% de deducciones a las producciones internacionales... Al lado de la alfombra roja, un póster anunciaba otro de los grandes activos del país, el recién creado Red Sea Festival (Festival del Mar Rojo), que ha celebrado su segunda edición con Oliver Stone como presidente del jurado y presencias internacionales como Sharon Stone o Spike Lee. 

Un Festival que también tiene una línea de producción para películas, entre ellas dos de la sección oficial, la tunecina Four Daughters y la película de inauguración, Jeanne du Barry. Ambas lucían el logo del certamen antes de comenzar la película. “Esperamos que esta colaboración fortalezca los lazos entre el cine saudí y francés y sea la primera de muchas películas internacionales que podemos apoyar que defienden a las mujeres cineastas”, dijo Mohammed Al Turki, CEO del festival en abril de este año, mostrando de nuevo la doble moral del país hacia las mujeres.

El desembarco de Arabia Saudí en Cannes se materializó en forma de evento que, bajo el oportuno nombre de “Una oportunidad de mil millones de dólares”, mostró las ventajas de su nuevo modelo a la vez que daba otro golpe de talonario. El Fondo para el desarrollo cultural desembolsará otros 180 millones para potenciar la industria local. 80 de ellos se “enfocarán en la producción de películas, distribución e infraestructuras”, según anunció Mohammed Bin Dayel, CEO de dicho fondo. Anunció también el primer fondo de inversión cinematográfica de Arabia Saudí por valor de otros 100 millones de dólares como primer “fondo del sector cinematográfico para fomentar el crecimiento del cine y los medios locales” del que apenas se dieron detalles.

El resultado es que ya hay nueva superproducción de Hollywood esperando su rodaje. Se trata de Riverman, dirigida por el responsable de Hotel Rwanda, Terry George, y que contará una historia en la Guerra de Afganistán. Todo en una industria que sigue creciendo, también en el sector de la exhibición, donde esperan que la recaudación de taquilla a finales de 2030 llegue a los 950 millones de dólares, más del doble de lo que se recauda en España. La guerra por convertirse en el plató internacional no ha hecho más que empezar.