“Me pasó como a Juan Echanove cuando la dirigió también en Mérida hace unos años, me pegué un susto tremendo cuando me puse a trabajar el texto. Es una comedia bastante machista”, comenta a este periódico el director que viene de organizar la Gala de los Premios Max. El año pasado presentó una maravilla de ecos “zarandianos” llamada Los despiertos y en 2015 sorprendió a propios y extraños con una comedia negra llamada Las princesas del pacífico. Troncoso no para ni tiene visos de hacerlo. En la próxima temporada le veremos como actor en La madre de Frankestein junto a Blanca Portillo y ya está escribiendo nueva obra.

Este gaditano ha escrito una versión en verso muy loca y desenfadada, todo ritmo y frontalidad, y toda interpretada por mujeres. “Lo primero que nos llamó la atención es que en la segunda parte de la obra las mujeres desaparecían, una mujeres que por no tener, no tenían ni nombre en el libreto”, explica Troncoso, que ha modificado el título de la obra a Las asambleístas (Las que tropiezan).

“Hablando con las actrices decimos cambiar todo. Dar nombre a las mujeres y contar qué les pasaba antes de llegar a la asamblea”, comenta. Para ello ha creado nuevas escenas en las que los personajes femeninos transitan de noche por un bosque. Vestidas de hombres, camino a cambiar las leyes que les oprimen, cada una va encontrándose con sus fantasmas mientras una voz, nada menos que la de Julieta Serrano, les dice: “Cada cual con su reflejo, enfrentándose a las sombras, los miedos y los tipejos”.

Para la ocasión, Troncoso ha creado personajes como Serviciala (Olga Hueso), “una mujer que vive condenada a la esclavitud de su casa y de los cotidianos”; Geométrica (Gabriela Flores), “una mujer muy inteligente, pero que sufre la represión y se le destina a deberes”; Lacia (Pepa Zaragoza), “una presa del amor romántico”; y Lanzada (Pepa Rus), una mujer libre y disfrutona que se verá atacada al volver a casa después de una juerga por una “manada”.

La obra, producida por El Terrat y que luego visitará Madrid y Barcelona, cuenta con la fuerza y vis cómica de Silvia Abril, que interpretará a la líder de estas mujeres, Praxágora. “Tuve la suerte de estudiar como actor en Inglaterra y en París, donde el juego es la herramienta básica para trabajar. Y de repente me he encontrado con una actriz que es como un alma gemela, completamente libre, disponible, absolutamente apabullante y entregada al juego. Flipo con ella, siempre le digo: 'Silvia, tú no conoces el miedo, no te lo han presentado'", asegura Troncoso.

Del protocomunismo al #MeToo

La propuesta no engaña. Troncoso abre la obra con un aparte brechtiano en el que Abril, con la energía propia de un Miguel Ríos, proclama a público: “¡Buenas noches, Mérida!”. Ahí las actrices explican que la obra la van a hacer ellas, que no hay hombres, que ya está bien. Llegará la Diosa Némesis que intentará convencer a las mujeres para que marchen a la asamblea de hombres para cambiar las leyes. “Asaltar la asamblea, dice”, espeta Geométrica. “Vamos, ni puesta de coca”, añade Lanzada. “¿Loca yo? ¡Cago en mi vida!”, responde la Diosa, que tras un gran trueno hechiza a las mujeres para insuflarles valor en la misión.

La función a partir de ahí no parará. Con un ritmo frenético que evita los largos parlamentos de Aristófanes, apostará todo a un humor popular y lleno de referencias a nuestra época actual. Cuando se visten de hombres, le dirá Praxágora a Geométrica: “Que es que te miro y pareces el de Vox cuando se enfada”. Una escena en la que también saldrán los nombres de Luis Roldán, Donald Trump o el propio José Mercé. Troncoso ha escrito con total libertad una versión desternillante.

“Las comedias de Aristófanes eran totalmente populares. Eran mucho menos engoladas de lo que soñamos los espectadores y los creadores de hoy en día. Me parecía respetuoso mantener ese espíritu”, indica el director. El dramaturgo ha ambientado la acción en el cabaret alemán. “Ahora bien, para la construcción de los personajes he mantenido esa forma tan griega del personaje arquetípico, cada personaje responde a un tipo de mujer”, aclara.

Extraña en esta versión, eso sí, la desaparición de uno de los ejes centrales de la obra. Aristófanes hace que las mujeres lleguen a la asamblea para votar una sociedad igualitaria en bienes y tierras donde ciertos teóricos han querido vislumbrar un primigenio tipo de protocomunismo. El prefijo es significativo. No hay que olvidar que las tierras colectivizadas entre los atenienses las seguirían trabajando los esclavos.

El autor utiliza esta temática para criticar los desmanes de una sociedad que quiere aires de libertad después de una época oscura. Por ejemplo, en la obra clásica se establece una especie de libertad sexual en la que si un hombre quiere yacer con una mujer bella más allá del matrimonio podrá hacerlo, pero antes tendrá que hacerlo con una fea. El humor de Aristófanes es hoy quizá demasiado incorrecto.

Troncoso ha decidido eliminar toda esa deriva y ofrecer un humor más blanco. “Aunque yo no diría que es menos político”, corrige el propio Troncoso. “Además, la obra acaba con el público votando las leyes que estas mujeres proponen. No se me ocurre algo más político que esto, se va a votar antes en Mérida que en las elecciones generales”, explica con humor. También afirma que las Las asambleistas tiene trazas de comedia dramática. Donde la historia que ellas cuentan tiene “una buena carga de drama, es fácil reír del tropiezo de estas mujeres, pero no tiene tanta gracia cuando vas conociendo su realidad”.

El título llega en uno de los momentos más convulsos de la cultura de este país. La incorporación de Vox a los gobiernos locales está generando cancelaciones de obras de autoras como Virginia Wolf o sobre memoria histórica como El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca. Algo que se une al intento de Vox de hacer desaparecer políticas sobre la violencia machista allí donde gobierna. Ante esta coyuntura, Troncos dice tenerlo claro: “Hacemos esta función teniendo todo lo que está pasando en cuenta". Por eso ha decidido que el público, al final, “tenga que votar y lo haga sobre valores, algo que últimamente parece estar olvidándose en política”.

En el desenlace de la función, los asistentes, que tendrán un programa de mano con un lado rojo y otro verde, deberán votar sobre las propuestas de estas mujeres para instaurar un trato igualitario entre géneros, para un reparto de las tareas domésticas al 50% por ciento o para prohibir la violencias contra ellas

“Como alguno vote rojo, te juro le corto el pito. ¿Votos a favor y en contra?”, dirá Praxágora para animar el escrutinio. Todo apunta a que el público votará a favor, pero ¿si no es así? “Pues veremos”, contesta Troncoso. “Dicen que en el teatro griego después de las funciones se generaban grandes polémicas y se llegaba incluso a las manos. Pues aquí estamos, preparados para lo que venga”, concluye.