Sánchez llevaba unos cuatro años sin publicar ningún nuevo libro, dedicado a otras labores creativas, cuando sorprendió con el lanzamiento de Fuego de bengala (2023).

Los mundos de David Sánchez transitan el sueño y la psicodelia, y sus historias, alejadas de los cánones narrativos al uso, buscan profundizar en ideas abstractas producto de nuestro subconsciente. Esta intención era muy evidente en sus dos últimas obras en solitario, Un millón de años (2017) y En otro lugar, un poco más tarde (2019), pero su libro más reciente supone una vuelta de tuerca y un regreso a lo concreto que puede ser muy engañoso. “Con este cómic quería explicarle un poco más al lector de qué va lo que cuento, porque yo siempre hablo de lo mismo: la naturaleza de la realidad”, dice David Sánchez en declaraciones a este medio. “Quería darle un sentido, cerrar una especie de tríptico con mis dos cómics anteriores, aunque no conforman una misma historia”, cuenta.

Fuego de bengala comienza in media res con un protagonista sin nombre, un hombre desnudo tocado por un casco, que avanza por diferentes niveles, a los que accede por tuberías. “Es básicamente la historia de un jugador que se está echando una partida”, afirma Sánchez, que también revela que su cómic es un homenaje explícito a Moebius, una de sus influencias más tempranas: “El título proviene de una cita suya que cuestiona la narrativa tradicional. Pero la historia hace referencia a El garaje hermético. En ese cómic no es que vayan buscando un nivel en concreto, pero sí hablan del ‘nivel 6’ como algo misterioso”.

El objetivo del autor, como en sus anteriores historias, es cuestionar el sentido de la realidad, que es “ilusoria”. “Funciona como un videojuego o un sueño”, explica. “La sensación que yo tengo es que todo es una experiencia mental. Cuando estás soñando, tu mente está apegada a ese sueño, que parece real hasta que te despiertas. Del mismo modo, cuando tienes una experiencia que te saca de nuestra realidad, como una experiencia psicodélica, te queda esa misma sensación”, compara.

Fuego de bengala es también una obra que evidencia la evolución de Sánchez como dibujante y narrador. “Creo que cada vez dibujo mejor y estoy menos limitado. Este cómic lo empecé en 2019, pero tuve entonces unos años de parón. Tenía unas 30 páginas, la secuencia del cazador de patos, que eran como una mochila que llevaba; no sabía cómo, pero necesitaba terminarlo”, comenta. “Me gustaba mucho cómo estaban dibujadas, pero no me llevaban a ningún sitio. Al final, me lancé a seguir dibujando, sin saber cómo iban a encajar estas páginas. Y todo comenzó a cobrar sentido. Me apetecía hacer escenas de acción, con más movimiento… Ha sido muy divertido”, reconoce.

Este proceso, habitual en el autor, revela mucho de su manera de trabajar en sus obras desde la intuición. Sánchez no sigue ningún método sistemático ni escribe un guion al uso: “Tomo algunas notas, pero, sobre todo, le doy vueltas a la cabeza. Por ejemplo, en esta caso primero tuve la imagen del cazador de patos, y luego di con todo lo referente a los niveles, donde ya vi que podía contar algo mío”. Naturalmente, un proceso tan orgánico necesita de mucha flexibilidad por parte del creador. “Siempre cambian muchas cosas en la distancia que hay entre lo mental y la realidad. La historia puede funcionar bien en tu cabeza, pero cuando te pones a ello ves que no siempre es así. A veces lo que parece muy fácil no lo es tanto sobre el papel”, reflexiona Sánchez.

A pesar de la evolución, el dibujante mantiene uno de sus rasgos de estilo: lo sintético de unos textos siempre breves. “El cómic no es cine, televisión o literatura. Y hay que ir al grano. Estos cómics en los que hablan mucho y dan muchas vueltas… Eso puede funcionar en cine, donde tienes un actor. Pero en el cómic no me funciona, no es una novela”, dice: “Antonio Hitos cuenta que, para él, la esencia de los cómics es un personaje que va hacia delante y le pasan cosas, nada más. Y eso es justo lo que yo he estado intentando hacer en mis últimos cómics”. Por eso, tal vez, no sorprenda que en su evolución el autor haya ido dejando atrás sus influencias iniciales, desde Charles Burns a David Lynch. “Hace muchos años que no leo cómics, pero ya tengo interiorizado todo lo que necesito. Ya no necesito tanto buscar influencias o referencias; tengo muy claro lo que quiero hacer”, asegura.

Tanto es así que el dibujante madrileño ya está terminando otro libro, El rei dels cargols, proyecto que ganó el Premio Finestres de Cómic de 2023, con guion de David Pamies. “Estoy dibujando un guion muy ajeno a mi estilo”, aclara Sánchez. “Se puede parecer un poco a mi primer cómic, porque es una historia de policías americanos, pero se aleja mucho de mi rollo actual. Me estoy ciñendo todo lo que puedo al guion para que quede lo mejor posible, y me lo estoy tomando como un reto”, detalla. Y, por si fuera poco, ya hay otro proyecto personal en el horizonte, una historia cuyo germen se remonta a la época previa a Un millón de años, y a la que ya está dando vueltas, iniciando el proceso creativo. “Todavía es pronto, pero creo que acabaré haciéndolo”, nos dice, concluyendo una entrevista que nos deja muy tranquilos: David Sánchez ha vuelto.