Pero la escritora forma parte de esa nueva generación literaria irlandesa capitaneada por Sally Rooney, que se escapa de esa denostada calificación por su crítica al amor romántico y porque cuentan sus historias con perspectiva de clase, género y LGTBI+. O porque se dirige a un público de una generación diferente, que se plantea los modelos de pareja de otra manera aunque, en realidad, el sustrato de las novelas es el mismo: la vida sentimental de los protagonistas.

De hecho, gracias a esa temática tanto Keyes como Rooney han vendido ejemplares como churros, pero también han recibido muchas críticas. Tanto la fama arrolladora como las opiniones sobre sus libros les afectaron psicológicamente –la primera tuvo una larga relación con el alcoholismo y la segunda se recluyó en una casa en el campo–, lo mismo que le ocurrió a Dolan después de publicar su primer libro Días apasionantes (Temas de hoy, 2021) que, si bien no fue un fenómeno de ventas, sí recibió mucha atención. La autora, que sufre un Trastorno del Espectro Autista (TEA), publicó a principios del mes de junio una carta de amor a Berlín, su actual ciudad de residencia, en The Guardian. Esa oda a la capital alemana comienza con una explicación de su mudanza desde Londres: el colapso mental al que le llevó la presión del éxito. 

“Toqué fondo después de tres días enteros sin dormir, al final de los cuales mis pies se habían hinchado de una forma muy sexy, me estremecía con los ruidos de fondo y mi propia voz sonaba como si estuviera a metros de distancia”, explica en su escrito. “Tras lograr dormir la tercera noche, me desperté 16 horas después con varias llamadas perdidas. Alguien de mi agencia literaria me había esperado en vano durante una hora en una cafetería cercana con un contrato que debía firmar con urgencia. Unos días después, en un almuerzo con mi agente rompí a llorar”, afirma. La autora era incapaz de cumplir con las fechas de entrega y de llevar una vida funcional en general, pero una visita a un amigo en Berlín le sentó tan bien que vio una luz al final del túnel.

La importancia de la salud mental y la necesidad de mejorar la atención a problemas como la ansiedad, el ‘burnout' o la depresión que ella misma ha sentido le parece importante, pero cree que deberían tratarse desde otros marcos terapéuticos menos individualistas que los habituales. “Muchos de nosotros vivimos y trabajamos en un entorno que provocaría ansiedad, agotamiento o depresión a cualquiera. Por mucho que nos esforcemos en superar nuestros traumas infantiles, si nuestro entorno actual no mejora, seguiremos enfermos”, comenta. “Por supuesto, no se trata de lo uno o de lo otro. Es bueno prestar atención a la salud mental a nivel individual, pero también hay que tenerla en cuenta cuando hablamos de vivienda, empleo o cambio climático”, matiza.

De momento, su idea de cambiar de entorno le sigue funcionando y, a día de hoy, su idilio con la ciudad continua. “Mi alemán está actualmente en un nivel C1, es decir, aún no estoy ni cerca del nivel nativo, pero lo hablo con fluidez. Sigo trabajando para alcanzar el C2 en alemán, pero también he empezado a estudiar italiano para preparar un viaje a Roma en septiembre”, comenta a elDiario.es. “Siempre me ha gustado aprender idiomas. Estudié irlandés, francés, japonés y (¡por supuesto!) español en la escuela secundaria, e intenté aprender cantonés en Hong Kong, aunque por desgracia ahora estoy un poco oxidada con todos ellos”, sostiene.

También ha modelado su relación con la fama y la exposición al público. La fórmula es no pensar en lo que personas desconocidas pueden estar pensando de ella o de su trabajo: “Tengo una norma: si alguien quiere darme su opinión personal, puede enviarme un mensaje de texto. Si no tienen mi número, en realidad no me conocen. La figura parasocial de la que habla la gente públicamente es algo que se han inventado entre ellos”. “No tiene nada que ver con mi vida cotidiana, es solo algo que le ocurre ahí fuera a una persona imaginaria", comenta.

La afición por estudiar idiomas de la escritora se nota en los detalles de sus novelas, que no dejan de tener ciertos paralelismos con su vida. Su primer libro transcurre en Hong Kong, donde ella también estuvo residiendo y el irlandés es un idioma clave en el segundo ya que una de las protagonistas lo utiliza para excluir a otro de la conversación. De hecho, el conflicto entre irlandeses e ingleses está presente en ambos títulos. Para Dolan, esta problemática se ha acrecentado en su país después del Brexit. “Hay un enorme sentimiento de rabia y traición por el hecho de que los británicos pudieran poner en peligro la paz en Irlanda del Norte sin tener ni idea de lo que estaban haciendo, mientras que la mayoría de los irlandeses estaban muy informados pero no tenían voto en el asunto. Me imagino que es un poco lo que sintió la mayor parte de Europa cuando se votó a Trump”, sostiene. 

Una de las primeras cosas que llaman la atención de La pareja feliz es la construcción de los personajes, en concreto de Celine. Una mujer que vive por y para la música, que habita en un mundo de partituras y que le da tanta importancia a su relación con el piano que siempre lleva guantes. Es lo que hace que Luke se fije en ella en primera instancia, pero también uno de los escollos de la relación. Dolan necesitó estudiar mucho para perfilar la figura de la pianista porque, aunque tiene conocimientos generales de piano y teoría musical, no sabía nada de cómo es la vida de los músicos en la actualidad. Podría haber escogido otra profesión de la que supiese más para Celine, pero optó por esta sin motivo aparente. “No sé por qué lo decidí, fue solo instinto (el instinto es la razón del 99% de mis decisiones al escribir)”, sostiene.

De este libro también destaca que en 2023 personas tan jóvenes como Luke y Celine quieran casarse y celebrar actos como la ceremonia de compromiso. Básicamente, porque todo ello tiene espíritu conservador pero ellos no lo son (o no lo parecen). “No creo que ninguno de los personajes tenga unas convicciones políticas especialmente coherentes o basadas en principios. Incluso cuando invocan la retórica izquierdista, a menudo es para fines transparentemente interesados. Por ejemplo, cuando Luke se queja de la ética del arte bajo el capitalismo, está bastante claro que en realidad solo se queja de Celine”, afirma la escritora. “En ese sentido, me recuerdan un poco a la generación más joven de la serie Succession: invocan ideas progresistas cuando, y solo cuando, les conviene”, dice.

Las relaciones paralelas son una constante en la obra de Dolan. Por ejemplo, en la primera novela, Ada está a la vez con Edith y con Julian (aunque solo existe amor romántico con Edith). En la segunda, hay otra situación similar en cuanto al número de personas implicadas. “Creo que las personas pueden ser muy fluidas en sus patrones de relación, pero también tienen la capacidad de estancarse en sus costumbres”, desarrolla la autora. “Así que es interesante ver qué camino toman: ¿es alguien igual con distintas parejas, o se comporta de forma diferente con distintas personas? Se descubre mucho sobre un personaje cuando se le pone en este tipo de situaciones”, sostiene.

Con apenas 31 años, Noise Dolan ya tiene dos novelas publicadas y, gracias a la primera –que se adaptará a formato serie próximamente, como también ha sucedido con los títulos de Rooney–, fue finalista de premios tan reconocidos como el Women’s Prize for Fiction o el Dylan Thomas. Pero su relación con el éxito ya ha comentado que no ha sido precisamente fácil, así que cabe preguntarse qué significa triunfar para ella: “Ocho horas de sueño ininterrumpido. Es el sueño que más he perseguido a lo largo de mi vida y el que más se me sigue resistiendo”.