Por lo que, de mantener su rendimiento el filme sobre la famosa muñeca de Mattel –que todo apunta a que así será–, desbancará al título sobre el videojuego como el largometraje más visto del año.

Al echar la vista atrás, los rankings de las cintas con mayores ganancias anuales siempre los han copado propuestas dirigidas por hombres (James Cameron y su Avatar: El sentido del agua en 2022 con 2.300 millones de dólares, Spider-Man: No Way Home de J.J. Abrams en 2021 con 1.000 millones, The Eight Hundred del director chino Guan Hu en 2020 con 461 millones; y Avengers: Endgame de Anthony y Joe Russo en 2019 con 2.800 millones en 2019, por citar solo cuatro ejemplos).

La maquinaria promocional de Barbie –con guiños cómplices y constantes a la que estaba llamada a ser su gran competidora, Oppenheimer de Christopher Nolan, que lleva 552,9 millones de dólares acumulados– había puesto altas las expectativas. Pero su llegada a los cines el pasado 20 de julio no solo las superó, sino que las ha reventado con creces.

Y es que su primer récord lo batió nada más ver la luz, logrando gracias a sus 162 millones de dólares recaudados en Estados Unidos el mejor primer fin de semana para una película dirigida por una mujer. Esta posición también la ocupaba Jenkins con Wonder Woman, que sumó 103,23 millones de dólares en su debut. Todo ello con un título con un presupuesto de 145 millones que apenas necesitó siete días para ser recuperado.

Y es que, más allá del valor cinematográfico del filme, gracias a su potente mensaje feminista, lo entretenida, inteligente y divertida que es, su particular estética, su banda sonora y lo que brillan sus protagonistas (Margot Robbie y Ryan Gosling), está siendo una proeza por su capacidad para estar aglutinando cada vez a más espectadores repartidos por todo el planeta. Ahora bien, ¿quién es la cineasta responsable de este fenómeno?

Si actualmente buscas su nombre en Google, la pantalla se te llenará de destellos de estrellas de color rosa. Sí, esto también forma parte de la campaña promocional de Barbie, que ha pretendido –y está consiguiendo– llenarlo todo con su imaginario rosa.

Pero Greta Gerwig, que acaba de cumplir 40 años, es mucho más. Antes que directora, y antes que guionista, comenzó su carrera como actriz. En concreto como icono del género conocido como mumblecore, que se caracteriza por los diálogos e interpretaciones naturalistas, con gran espacio para la improvisación, presupuestos bajos y foco en las relaciones personales. Sus personajes suelen oscilar entre los 20 y los 30 años; y de él surgieron nombres como el suyo, los hermanos Duplass, Noah Baumbach y Lena Dunham, entre otros.

La artista nació en Sacramento, hija de madre enfermera y padre financiero, y estudió allí en una escuela católica. Poco más tiempo pasó en California, ya que con 19 años se mudó a Nueva York para estudiar inglés y filosofía en el Bernard College. Pese a que el plan era dedicarse a la dramaturgia, el pequeño papel para el que fue elegida para participar en la película LOL (2006) de Joe Swanberg lo cambió todo. Aquella fue su puerta de entrada a la interpretación y al citado género. Junto a su director terminaría escribiendo por primera vez un libreto en 2017, del filme Hannah Takes de Stairs.

Un año más tarde, coescribió y también coprotagonizó y codirigió Noches y fines de semana, que habla sobre la complejidad de las relaciones a distancia. En 2010 llegaría su primera colaboración con el que desde 2011 lleva siendo su pareja y con quien tiene dos hijos, el director y guionista Noah Baumbach (Una historia de Brookyln, Historia de un matrimonio, Greenberg).

En el largometraje compartió elenco con Ben Stiller, Rhys Ifans y Jennifer Lason Leigh, y a este le siguieron otros títulos más mainstream como Sin compromiso (2011) con Natalie Portman y Ashton Kutcher, Arturo: millonario irresistible (2011) con Helen Mirren y Jennifer Garner y Damiselas en apuros (2012), con Adam Brody y Analeigh Tipton.

Ese mismo año llegó uno de los grandes hitos de su carrera, Frances Ha. La intérprete, que coescribió la comedia con Baumbach –que también dirigió el título–, protagonizó esta fábula sobre la juventud, la ambición, la lealtad y el optimismo. Con ella se ganó la nominación al Globo de Oro a Mejor actriz por su trabajo como Frances, una joven de 27 años que decide apostar por su sueño de ser bailarina en una compañía de danza de Nueva York.

Posteriormente rodó otras cintas como A Roma con amor de Woody Allen en 2012 –años después declaró que se arrepentía de haber trabajado con el director–, La sombra del actor de Barry Levinson en 2014, Eden: Lost in Music de Mia Hansen-Løve en 2014, Mistress America de Baumbach en 2015, El pan de Maggie de Rebecca Miller en 2015, la fantástica Mujeres del siglo XX de Mike Mills en 2016 y Jackie, de Pablo Larraín en 2016; antes de su lúcido y luminoso debut como directora en solitario, Lady Bird.

Gerwig apostó por contar la historia de Christine 'Lady Bird' McPherson (Saoirse Ronan) en su ópera prima, que no estuvo exenta de tintes autobiográficos. Su estudiante protagonista cursa su último año de instituto en un centro católico de Sacramento. Vive con sus padres, con quienes mantiene una relación tensa –dicho sea de paso que el personaje de la madre, encarnado por Laurie Mtcalf, es uno de los mayores logros del filme–, su hermano adoptado y la novia de este.

Siempre acompañada de su mejor amiga Julie (Beanie Fieldstein, curiosamente coprotagonista de otro grandísimo debut firmado por otra directora, Olivia Wilde, Súper empollonas en 2019), hará frente a los primeros amores y las preocupaciones propias de una edad en la que en cada segundo la intensidad se multiplica por cien. El resultado fue una joya fresca contada con una voz muy personal, empática y bella; que dolía, emocionaba y hacía sonreír, desde dentro, a partes iguales. Un coming-of-age muy orgulloso de serlo.

Con el largometraje se convirtió en la quinta mujer en obtener una nominación al Oscar a Mejor dirección en los premios que otorga la Academia de Hollywood. También lo estuvieron Ronan a Actriz protagonista, Metcalf a Actriz de reparto, la propia Gerwig a Mejor guion original y el título en conjunto, a Mejor película.

No logró ninguna estatuilla –aquel año ganó La forma del agua de Guillermo del Toro–, pero sí dos Globos de Oro: a Mejor película comedia o o musical y a Mejor actriz de comedia o musical para su protagonista. Y sobre todo, le valió para situarla en el radar de unas de las voces más prometedoras del momento. Su presupuesto fue de 10 millones de dólares y, tras su paso por salas, reunió 76,8 millones.

Dos años después llegó su siguiente filme, con el que firmó una nueva y valiosa versión de Mujercitas liderada de nuevo por Ronan, junto a Emma Watson, Florence Pugh, Laura Dern, Eliza Scanlen y Timothée Chalamet. En sus manos, el clásico de Louisa May Alcott cobró una nueva vida en la que las penas de las hermanas March se volvieron universales, limpiándola de prejuicios y ensalzando el coraje y la valía femeninas. El largometraje arranca con Jo, situada aquí en el centro del relato, intentando cumplir su sueño de convertirse en escritora pese al machismo imperante en el panorama literario en una época en la que las mujeres no podían votar. Contó con un presupuesto de 40 millones de dólares y recaudó 216,6 millones en todo el mundo.

También estuvo presente en la temporada de premios, con seis nominaciones a los Premios Oscar, incluyendo Mejor película, Mejor actriz protagonista para Ronan, Mejor actriz de reparto para Pugh y Mejor guion adaptado. Esta vez sí logró una estatuilla –pese a que inexplicablemente no fue nominada a Mejor dirección como ya ocurriera en la última edición con otras compañeras como Charlotte Welles por Aftersun o Maria Schrader por Al descubierto–, a Mejor diseño de vestuario.

Con Barbie, ya en 2023, ha llegado su consagración. Con su madura, inteligente, ácida y divertida película, ha dado un paso más allá en cuanto a discurso, y ha sido un golpe sobre la mesa en cuanto a capacidad de atraer al gran público. Quedan todavía meses para que se conozcan las nominaciones para los próximos Globos de Oro y Premios Oscar –a la espera de que se vean o no afectados por la huelga de guionistas y actores de Hollywood–, pero el filme de Gerwig está ya dentro de todas las apuestas en las que se incluyen otras figuras como Martin Scorsese, Ridley Scott, Christopher Nolan, David Fincher y Bradley Cooper.

Más allá de lo que depare la temporada de galardones, y todo lo que consiga ampliar su recaudación en taquilla, Gerwig ya tiene nuevo proyecto a la vista: adaptar Las crónicas de Narnia. New Yorker, en su reportaje sobre la rentabilidad que Mattel quiere seguir sacando a sus juguetes, apuntó que la directora ha sido elegida por Netflix para dirigir al menos dos películas de la saga fantástica.

Los libros de C.S. Lewis ya fueron llevados al cine en 2005. La primera entrega, Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario, fue un éxito por sorpresa en taquilla, con 745 millones de dólares recaudados. Sus secuelas, aunque no pueden ser calificadas de desastre, no lograron acaparar la misma atención. El fichaje de Gerwig por el gigante del streaming buscaría contar con un nuevo relanzamiento de la saga de la mano de sus cañeros y particulares universos y voz.