Estas entradas, también denominadas golden circle, son ya habituales en conciertos de nombres masivos como Metallica (lo que ellos llaman snake pit, un foso alrededor del escenario central circular por 579 euros, 438 euros más que la pista general), Beyoncé (primera fila por 2.685 euros o gold circle por 185 euros, 105 euros más que la pista general) o Duki (93,50 euros el front stage, 33 euros más que la pista general), pero ahora comienza a extenderse también a algunos los festivales. “Y ahí incluso ves a gente que le da igual la música del artista”, lamenta el fan. 

Una de las polémicas de este verano sobre los front stage sucedió en el concierto de Juancho Marqués en el festival Boombastic de Asturias. El rapero se saltó esa zona para estar junto a la gente que había pagado abonos generales. El vídeo se subió a redes y originó un debate. “Habría que revisar el modelo de cómo se organizan los escenarios”, dijo el músico Dellafuente en Twitter. 

“Lo del front stage, lleno de postureo, y tener al público general, donde realmente está la gente que te quiere ver, tan lejos es una mierda y deberían enfocarlo de otra manera todos los festivales”, dijo también el artista de música urbana Saiko. “Entiendo que exista el front stage pero alejar al público general 20 metros del escenario cuando en condiciones normales ya es complicado obtener un buen lugar me parece excesivo”, manifiesta el usuario que subió el vídeo.

Preguntado por este diario, Juancho Marqués afirma: “No me gustan los front stage. En el punto de vista de la comunicación del artista con el público se pierde”. “Muchas veces ves a la gente mirando el móvil, cosa que como artista te distrae un montón, pero en el festival [Boombastic] de Llanera casi todo el mundo estaba cantando mis canciones. Creo que todo el mundo se lo pasó bien en ese festival. Simplemente quería estar también cerca de la gente que paga menos por su entrada, lo hago en muchos conciertos porque personalmente me gusta romper la barrera entre público y artista”. Efectivamente, la organización del festival confirma que "hizo lo mismo en su show el año pasado”.

“Habrá casos en los que la gente ahorre para verte más de cerca, por eso no quiero faltar al respeto a nadie. Justo en ese concierto es de las pocas veces que vi gente en el front cantando”, insiste Marqués, que explica que esta no es la única ocasión en la que se ha sentido incómodo por esta zona reservada: “En un concierto en Valencia la distancia era de casi 70 metros. Me planteé hacer el concierto entero donde estaba el público pero el técnico de sonido no me dejó”.

Para Tony Moreno, cantante de la banda Eskorzo, los front stage “rompen con la magia y lo bonito de un festival, que es que esté todo el mundo junto y la cercanía con el público”. Como Juancho Marqués, dice que para su banda es habitual bajar “a estar con la gente”, pero que “lo bonito es que no haya diferencias de clase en la música” y que, aún entendiendo que a veces haya que poner zonas reservadas por motivos de seguridad, “la disposición puede ser diferente”.

Buscar una ubicación diferente es también la propuesta de Marqués: “Ojalá estas prácticas se dejasen de dar y que la gente pudiese ver a sus artistas en igualdad de condiciones y no por pagar más o menos dinero, aunque entiendo que hay ocasiones en que tienes que poner una zona VIP o reservada por compromisos. Habrá influencers que les guste tu música y otros que estén por estar, pero creo que la disposición podría hacerse a un lateral o de otra manera”. 

En un cálculo realizado por este periódico observando el aumento de una entrada de front stage respecto al abono general, el precio original aumenta entre un 35% y un 60%, dependiendo del festival. “El front stage es una oferta más dentro de todo el festival y no consideramos que aleje al fan del artista”, explican desde la organización del Boombastic, uno de los que vende este tipo de entradas. "Hay mucha gente que paga ese plus por ver más de cerca y más cómodos a su artista favorito, no solo hay invitaciones”. "Nosotros intentamos que la experiencia sea óptima para cualquiera que haya asistido, aún habiendo esas categorías de entradas", explican. El festival entiende “que la gente pueda verlo de otra manera” pero, aseguran, los asistentes no les han hecho llegar ninguna “crítica formal” al respecto.

A pesar del debate abierto en redes sociales, este festival asegura que seguirá con el mismo tipo de organización de entradas el año que viene, "por ahora": "Por ahora no hemos planteado cambios, está sobre la mesa, pero no hay ninguna decisión tomada”.

Hace tres meses, un festival más pequeño en A Coruña también suscitó polémica por estos hechos. Era el Beat Out, principalmente de música urbana. Incluso Ergo Pro e Ill Pekeño criticaron la amplia distancia que había entre el escenario y el público general. No obstante, desde la organización hacen autocrítica y asumen los hechos como “errores de producción”. “Los patrocinadores querían una zona VIP y fue más grande de lo que esperábamos y no pudimos reducirla. Es la primera vez que pusimos una zona así, pensada tanto para patrocinadores como para prensa, pero el año que viene la cambiaremos seguro”, reconocen a elDiario.es desde el festival, que celebró este año su tercera edición. “Sabemos que hay parte de razón en las críticas, pero aprendemos año a año y defendemos que quien antes llegue sea quien debe estar en la primera fila y no por un tema económico”, censuran. 

También rectificó en febrero el grupo Lori Meyers, que anunció varios tipos de precios para las entradas de pista en el concierto del WiZink Center del próximo 30 de diciembre y, tras las críticas de los fans, decidieron eliminar las "zonas Golden y VIP" y poner un precio común, sin espacios prioritarios para los que más paguen.

Este verano, los macrofestivales están en el punto de mira. Denuncias de consumidores por "condiciones abusivas" como los costes por la devolución del saldo de las pulseras cashless o la prohibición de entrada con comida y bebida. También las cancelaciones —un día sin devolución de dinero en el caso de Primavera Sound— o la polémica por el recinto en el que se celebró Mad Cool, el nuevo Iberdrola Music, en el que se han desprogramado los dos festivales que tenían previstos en próximas fechas.

“Hay festivales que se lo montan muy mal, pero creo que pagan justos por pecadores. Hay algunos que sí tratan al público de buenas formas”, opina Tony Moreno, de Eskorzo. “Ha habido un bum mercantilista del ocio y de los festivales como un producto más de consumo y no tanto de cultura. Ves precios carísimos, tanto de entradas como de consumiciones. Y a esto hay que sumarle condiciones lamentables de camping o seguridad”, explica y espera “que la situación mejore con el tiempo”.

Juancho Marqués atribuye las dificultades de este año al “contexto postpandémico” y advierte de que “si hay más oferta que demanda, acabará explotando por las reglas del mercado". En cualquier caso, aconseja: “Si quieres ver a un artista en concreto, lo mejor es verlo en sala”.