Sus dos hermanos pequeños, Per Olov y Lars Jansson, también se dedicaron a labores similares: el primero fue un reputado fotógrafo, mientras que Lars siguió los pasos de su hermana y fue dibujante. Criada en un ambiente liberal y creativo, la joven Tove mostró inclinaciones artísticas, estimuladas por sus padres, y al crecer cursaría estudios en diferentes centros: la Escuela Superior de Arte, Artesanía y Diseño de Estocolmo o la Escuela de Bellas Artes de París, entre ellos. Fue una artista precoz, que antes de cumplir los 20 años ya participaba en exposiciones, y que tuvo su primera muestra individual en 1943. Su marcada ideología izquierdista puede apreciarse desde su juventud, cuando trabajó para la revista satírica Garm como ilustradora y portadista: una caricatura suya de Hitler publicada en uno de sus números, en plena Segunda Guerra Mundial, se llegó a hacer muy popular.

Como pintora, Jansson evolucionó de un postimpresionismo de calidad, pero un tanto desfasado en los años 40, a la abstracción rupturista de sus últimos trabajos. De las pinturas de su primera época destacan sus autorretratos, enigmáticos y de gran calado psicológico. Su trabajo plástico puede verse aún hoy en varios de los murales que realizó en Helsinki, su ciudad natal, tanto para edificios públicos como para negocios privados. Pero serán los Mumin los que le deparen sus primeros éxitos como escritora: creados como una especie de bálsamo reparador contra la destrucción de la guerra durante 1945, estos trols amables y bienintencionados nacieron primero como protagonistas de varios libros infantiles ilustrados por la propia Jansson. El segundo de ellos, La llegada del cometa (1946), consiguió bastante repercusión y fue adaptado más tarde en una obra teatral dirigida por Vivica Bandler, una mujer que tuvo una fuerte influencia en la vida de Tove Jansson.

Convertida en una tira de prensa orientada para todos los públicos a partir de 1953, en las páginas del Evening News, es a partir de entonces cuando la creación de Jansson comienza a obtener fama mundial, con su publicación en cada vez más periódicos. La artista se ocupó de una tira diaria, en la que desarrolló historias de diversa extensión, hasta que decidió abandonarla en 1959, momento a partir del cual se haría cargo su hermano Lars, quien ya había desarrollado labores de asistente. A pesar de que Tove Larsson apenas si volvió a sus personajes a partir de los años 70, los Mumin han sido explotados en todo tipo de merchandising y han sido adaptados numerosas veces a la televisión, por ejemplo en una serie de anime japonés producida por Zuiyo Enterprise (1969-1970) o en la más conocida de sus encarnaciones animadas, Moomin (1990-1992), una producción japonesa, holandesa y finesa de gran éxito, supervisada por el propio Lars Jansson. Los personajes incluso cuentan con su propio parque temático en Finlandia, Moomin World.

La figura de Tove Jansson resulta inspiradora también por aspectos de su vida personal, principalmente por la libertad con la que vivió su sexualidad. El reciente biopic cinematográfico Tove (2020), dirigido por Zaida Bergroth, se centra en esta cuestión, al presentar a una treintañera Jansson, encarnada por la actriz Alma Pöysti, en el punto en el que su carrera está a punto de despegar, en los estertores de la Segunda Guerra Mundial. En 1945, y en medio de la euforia de posguerra y de los ambientes bohemios y artísticos de Helsinki y París, Jansson inicia una relación con un diputado casado, pero poco después conoce a la directora teatral Vivica Bandler, que se convertirá en su primera amante femenina. El film muestra con naturalidad cómo Jansson desarrolla una vida afectiva libre y rechaza el matrimonio, pero, sin embargo, no puede aceptar que Bandler no corresponda con la misma intensidad sus sentimientos. La historia termina en los años 50, cuando la artista ya ha alcanzado el éxito con la tira diaria de Mumin y conoce a la que será el amor de su vida, la también artista Tuulikki Pietilä, con la que convivió hasta su fallecimiento.

Jansson declaró en varias ocasiones que no podía considerarse totalmente lesbiana, ya que siguió teniendo relaciones con hombres, en una época en la que el concepto de bisexualidad no estaba tan extendido. Su relación con Pietilä, no obstante, nunca fue ocultada por la artista, y sus apariciones públicas como pareja, en un país en el que la homosexualidad no se despenalizó hasta 1971, fueron importantes para visibilizarla, aunque Jansson nunca fue una activista. Si bien defendió siempre la libertad en todos los aspectos de la vida, incluidos los afectivos y sexuales, al margen de las convenciones sociales o los prejuicios de la época. La película Tove refleja bien su desarrollo personal en este sentido, que puede considerarse pionero, de ahí que hoy continúe siendo totalmente relevante.

En el citado largometraje también se dedica espacio a las creaciones artísticas de Jansson, quien aparece en muchas ocasiones trabajando en su estudio de Helsinki. Aunque se la muestra como una artista frustrada que despreciaba inicialmente sus caricaturas y dibujos y, a instancias de su padre, ansiaba triunfar como pintora, lo cierto es que se realizó plenamente con su trabajo infantil en torno a los Mumin, con los que pudo reflejar su visión de la vida. Especialmente en las tiras de prensa, donde alcanzó también al público adulto, y que actualmente está recuperando la editorial Salamandra Graphic en castellano. Con tres volúmenes publicados hasta la fecha bajo el título de Mumin. Las tiras completas (con traducción de Esther Cruz Santaella), la serie pone al alcance del público español las historias de estos personajes, publicadas en orden cronológico. La familia protagonista, que consta de Mumin, su pareja, la señorita Snork y Papá y Mamá Mumin, viven en un apacible valle repleto de personajes extraños, a veces basados en el rico folclore finés, otras, traslaciones de familiares y amistades: el perverso Pestosi, el codicioso Sniff, el reflexivo Snufkin o el recto jefe de la policía del valle. Las aventuras de los Mumin giran en torno a valores universales, como el amor y la amistad, y reflejan la querencia de Tove Jansson por la vida sencilla, alejada de la modernidad y apegada a la tierra. Los Mumin disfrutan la vida y se dedican a cultivar la tierra y a desarrollar locos proyectos fruto de su ingenuidad, y se enfrentan a los problemas con una mezcla de candidez y sentido básico de la justicia. Pero, sobre todo, con una gran empatía.

Sin embargo, bajo la apariencia engañosamente inane de sus adorables criaturas, Tove Jansson siempre deslizó sutiles críticas al mundo moderno y al capitalismo. Por ejemplo, en Mumin en la Costa Azul se narran las peripecias de la familia durante unas vacaciones en un hotel, en el que se dejan corromper por el lujo superfluo y la codicia antes de recuperar la cordura de sus valores esenciales. En Mumin empieza una nueva vida, la figura de un profeta permite deslizar veladas críticas a las religiones organizadas, mientras que en El valle de los Mumin se vuelve jungla se vuelca un mensaje claramente ecologista. Por todo ello, las tiras de los Mumin son hoy no solo una divertida lectura, sino un conjunto de historias con valores progresistas plenamente vigentes, que celebran la diferencia, la autoaceptación y los valores básicos de convivencia. Jansson plasmó en ellas no solo su visión lúdica, sino también parte de su biografía: no es difícil entrever aspectos de su relación con Vivica Bandler en los ajetreos amorosos de Mumin y la señorita Snork, por ejemplo. Pero, sobre todo, en Mumin se observa su amor por la vida rural y retirada, que Jansson practicó junto con su pareja en largas estancias en una casa en la isla de Klovharu, documentadas en películas filmadas por la propia Pietilä.

Por todo ello, el trabajo de Tove Jansson, reconocido con abundantes galardones, entre ellos, el Premio de las Artes de Finlandia (1993) o el prestigioso Premio Hans Christian Andersen (1966), ha quedado para la posteridad como una obra viva, cuya lectura hoy resulta tan necesaria como en su época original.