Su última publicación, Los libros de Jacob (Anagrama), vio la luz el pasado mes de marzo.

Pero no es este título el que ha motivado su visita a España durante esta semana, sino las conferencias ¡Europa! organizadas por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, en las que la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2018 invitará este miércoles a pensar en las letras como instrumento con el que escribir otra historia del continente.

La autora pasará también por San Sebastián el viernes 27 y por Bilbao el sábado 30. Pero antes atendió a los medios en una rueda de prensa donde se pronunció sobre la censura, el tiempo, las inminentes elecciones de su país y el concepto de 'autismo testosterónico' que acuñó en su ejemplar Sobre los huesos de los muertos (2019).

La escritora aseguró en sus páginas que, con la edad, muchos hombres caen en él. Circunstancia que "se manifiesta en una lenta pérdida de la inteligencia social y de la capacidad para comunicarse con las otras personas, lo cual afecta también a la capacidad de formular pensamientos. La persona aquejada de esta dolencia se convierte en un ser taciturno y parece estar sumido siempre en sus reflexiones".

"Fue una broma que no esperaba que se popularizara tanto", reconoció al respecto con humor en su encuentro con la prensa, donde aclaró: "Desde el punto de vista patriarcal de la historia, el autismo sería en estos términos el retirarse de la comunicación, ese retraimiento. La expresión con la que mostrar esta manera de pensar tan anticuada que ahora se queda un poco apartada del mundo".

Tokarczuk ya está inmersa en su próximo volumen, del que avanzó que es "una novela histórica muy compleja, con muchas tramas y personajes". "Es muy difícil y quizás sea la última de este estilo porque, a medida que me voy haciendo mayor, me doy cuenta de que no es tan fácil", añadió. Su último título en salir a la venta fue Los libros de Jacob, en el que recorrió las andanzas de Jacob Frank, un hombre que se autoproclamó Mesías en pleno Siglo de las Luces.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, este joven judío se reinventó una y otra vez recorriendo dos imperios (el de los Habsburgo y el Otomano), profesó tres religiones, soliviantó a las autoridades, reunió discípulos y creó una secta que abogaba por romper tabúes y practicaba, según algunos rumores, ritos orgiásticos y bacanales. "Descubrí esta historia maravillosa en una librería pequeñita en el norte de Polonia y pensé: '¿cómo es que ha quedado en el olvido?'", reveló. A partir de ahí, comenzó a investigar por qué se había borrado del imaginario y acabó pasando hasta ocho años recopilando información.

Dentro de todo el contenido, quiso usarlo para explorar en "las relaciones que se establecen entre los recién llegados y los que ya están. Vi fantástico contar el punto de vista del recién llegado. Las personas que pasan de vivir su tradición con sus idiomas y costumbres, y que, al verse en una nueva situación, se ven obligados a negociar".

Otro punto que cautivó su interés fue abordar la presencia de judíos en Polonia y Europa. "Cuando estudias historia en las escuelas, la existencia de los judíos se queda estancada en el Holocausto. Y a veces la gente ni si quiera se pregunta cómo puede ser una población tan grande se encontrara en estos territorios del continente. Este es el segundo motivo por el que quise encarar este libro. Ha sido muy íntimo y privado, porque mi familia viene de la región donde sucede esta historia. Conocía el nombre de los pueblos y los ríos. Me obsesioné, y la obsesión es uno de los mejores motivos que llevan a una escritora a escribir", declaró.

Sobre el componente mesiánico que impregna la biografía de Jacob, Tokarczuk valoró que, trasladado a la actualidad, no ve el "mesianismo en el sentido religioso, sino contemporáneo". "Necesitamos una narrativa nueva que llegue, se implante e intente volver a contar la historia de otras maneras. Para eso sí que estamos preparados porque las ideas en las que llevamos inmersos en los últimos 200 años se han fusionado. No creo que este tipo de revelación vaya a venir de la religión, nos va a llegar a partir de los movimientos sociales", dijo.

En esta línea, consideró que la literatura facilita que los movimientos permeen en la sociedad, hasta el punto de permitir "aprender a percibir, sentir al otro y comunicarse de forma no verbal". "Parece una paradoja porque trabajamos con textos, pero los textos son a menudo solo una herramienta para trasladar ideas más profundas", apuntó la escritora polaca.

El tiempo fue otro de los elementos que destacó por su naturaleza "inacabable" como tema. "Podemos trabajar con él como si fuera una herramienta. Toda historia necesita un tiempo pero tampoco es lo más importante. Lo que más pesa es la propia historia", sostuvo.

Dentro de su estilo como autora, indicó que "no confía" en la narrativa lineal, ya que considera que las narraciones que se desarrollan de esta forma no le "bastan". ¿Cómo aplica esto a sus procesos de escritura? "No tengo ninguna teoría que pueda verbalizar cómo trabajo con el tiempo, pero sí que el narrador queda liberado. Salta de un momento a otro de la historia. Puede ralentizar y acelerar el tiempo, jugar con él", sostuvo.

"Europa es la mejor idea que se ha inventado en el último siglo. Estoy muy orgullosa de que siga existiendo y que lo haga en bastante buena forma", defendió ampliando las miras de su discurso más allá de la literatura.

La escritora expuso que era consciente de los problemas que se daban dentro de la comunidad, como la inmigración o el cambio climático, pero que aun así: "Hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos para mantener esta Unión Europea como sistema". Una opinión que aportó desde su perspectiva como ciudadana polaca que ha de "enfrentarse a una situación con un Gobierno que buscar distanciarse de él".

Otro de los grandes conflictos presentes en el continente es el auge de los movimientos de ultraderecha. Un contexto de crisis sobre el que la autora destacó ser consciente de las ventajas que puede conllevar: "Las crisis te permiten desarrollarte. Si piensas en términos individuales, no hay desarrollo sin crisis. Una crisis será el lugar donde habrá nuevas ideas que se arraigarán, y desde ahí evolucionaremos".

"En Europa estamos muy implicados emocionalmente con la guerra entre Rusia y Ucrania. Es muy próxima y está evidenciando que la historia se repite. La gente de mi quinta no se habría imaginado nunca que volvería a ver al ejército ruso/soviético acercándose con tanques a la frontera. Parece una pesadilla pero demuestra que esas antiguas maneras de pensar y resolver los problemas a la antigua usanza, todavía se pueden utilizar, incluso con problemas inventados. Tenemos muy presente la II Guerra Mundial y parece que estamos viviendo la misma situación", advirtió.

Polonia celebrará elecciones dentro de tres semanas, sobre las que compartió que no sabe cuál será el resultado, pero sí confesó su preocupación por la tensión palpable en el ambiente ante la incertidumbre que generan. "Imagina la locura que estamos viviendo en el país", aseguró sobre una coyuntura que afecta igualmente al ámbito de la cultura. Tanto ella como la cineasta Agnieszka Holland lo vivieron en sus carnes en 2017, año en el que su libro Sobre los huesos de los muertos fue adaptado al cine bajo el título El rastro.

"La película dividió a la sociedad polaca. La gente más de derechas se puso en contra", lamentó por cómo la directora se ha visto envuelta de nuevo en polémica con su siguiente filme, The Green Border, lanzado en el presente 2023. "Es curioso que una obra de arte pueda ser usada como herramienta en una lucha política. Cuando escribí la novela, nunca pensé que se pudiera usar también desde ese prisma. Es una historia más oscura, pero sobre algo más bien metafísico: el cómo las personas dicen 'no' a las normas del mundo a nivel individual", dijo.

Sobre la controversia que generó, explicó que decidió seguir viviendo en Polonia y criticó que la gente que utiliza internet para verter sus juicios "olvide" que "todo el mundo tiene su vida. Hay que ser más responsable con lo que se publica". Además, recordó que entonces denunciaron a las personas culpables, que ya recibieron su castigo. Como reflexión final, ha apuntado: "Somos luchadores aunque a veces no lo sepamos".