Algunos libros de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) pueden llegar a las mil páginas, o casi, pero “No te veré morir” (Seis Barral), pese a que no elude las referencias históricas ni las digresiones, es uno de los más concisos y fulgurantes. De hecho, las primeras setenta páginas son un tour de force formal, un torrente textual de setenta páginas sin un solo punto. "Lo sintético, lo caudaloso y lo visionario de la poesía me hacían falta mientras estaba escribiendo", dice el autor jienense. Un experimento que sin embargo no atraganta porque la prosa mece y se sostiene en un vaivén torrencial del ayer y del hoy, cuando “el presente y el pasado parece que chocan entre sí y sueltan chispas”: el reencuentro cincuenta años después de un hombre y una mujer que se amaron pero no se tuvieron, excepto en la imaginación y el deseo.
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