Vuelven las SPAC: las controvertidas sociedades que atraen a Shaquille O

Sicav, socimis... y ahora SPAC. Unas nuevas siglas están protagonizando las bolsas internacionales, principalmente las estadounidenses, pero también está llegando a Europa. Tras ellas se esconden las Special Purpose Acquisition Company, un modelo de sociedades que cotizan en Bolsa y que está atrayendo a un importante número de grandes y heterogéneos inversores, muchos de ellos famosos en campos muy distintos a los del sector financiero. Este tipo de empresas ha vivido un boom vinculado a la pandemia del coronavirus y, según distintas fuentes, ha servido para captar casi 70.000 millones de euros en 2020.

Sin embargo, para el público general, este nuevo modelo de sociedades es completamente desconocido. Son también apeladas como "compañías de cheque en blanco" por sus objetivos y su formación. Estas sociedades se crean por promotores con el objetivo exclusivo de salir a Bolsa, captar fondos de inversores y realizar adquisiciones, habitualmente de empresas que no están cotizadas. Estas compañías compradas ocupan posteriormente el puesto de la SPAC como sociedad cotizada. No tienen estructura ni empleados y se han convertido en una alternativa de inversión para distintos sectores en crecimiento. Es tal la relevancia que han tomado estas empresas que se estima que la mitad de las salidas a Bolsa durante el pasado año en EEUU han sido SPAC.

"Es verdad que puede parecer un procedimiento extraño", explica Javier Amo, con amplia carrera en gestión de activos y hoy director del máster en Bolsa y Mercados Financieros del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Puntualiza, eso sí, que "no vale cualquier cosa" en este modelo. Las SPAC deben presentarse al mercado con unos promotores identificados, un objetivo concreto (por ejemplo, comprar empresas de un determinado sector) y tienen un plazo acotado. Si en dos años no se ha realizado ninguna operación, el inversor recibe de vuelta el dinero que ha depositado. En caso de cumplirse el objetivo, la inversión se convierte en acciones de la compañía adquirida.

Estas sociedades están lideradas por unos promotores que son los que dan rostro a la compañía y señalan los objetivos de las SPAC, como el tipo de empresas que esperan adquirir. Sin embargo, estos no son accionistas de la SPAC, sino que se dedican a gestionar el dinero que se capte entre inversores para realizar la operación, dentro de ese mandato de dos años. Eso sí, una vez se ejecute la compra, como señala el profesor del IEB, estos directivos se reservan a modo de comisión una participación en la empresa adquirida que puede llegar al 20%.

"Estas empresas permiten ser más creativo a la hora de recaudar capital y patrocinadores, con lo que al final se traduce en la compras de otras empresas o start-ups en el futuro, operaciones que normalmente tienen en mente antes de formarse, aunque no lo hacen público", señala Sergio Ávila, analista de IG. Amo coincide en esta idea y liga el fuerte crecimiento de este tipo de sociedades al "exceso de liquidez" y "pocas alternativas de inversión" en el contexto de la pandemia.

Un repaso a estas SPAC que han comenzado a operar en los últimos meses en EEUU deja distintos nombres de celebridades de muy diversos ámbitos que patrocinan este tipo de iniciativas. Uno de los más destacados es el exjugador de baloncesto Shaquille O'Neal, ganador en cuatro ocasiones de la NBA, quien junto con exdirectivos de Disney o el hijo de Martin Luther King creó FRX, destinada a comprar empresas de medios y tecnología que está valorada en 500 millones de dólares. Otro nombre es el del rapero y productor musical Jay-Z, cuya apuesta por el mercado del cannabis en California se ha visto respaldada por una SPAC, The Parent Company, que debutó hace unas semanas en Bolsa valorada en 1.000 millones de dólares.

El multimillonario Richard Branson, fundador de Virgin, cuenta con VG Acquisition, una SPAC valorada en 850 millones de dólares y que recientemente ha anunciado la fusión con 23andMe, una compañía de investigación genética, dando lugar a un grupo valorado en más de 3.500 millones. Previamente, a finales de 2019, el multimillonario sacó a Bolsa su filial de turismo espacial, Virgin Galactic, fusionándose con una SPAC. Estos son solo algunos ejemplos de operaciones de este tipo patrocinadas por celebridades estadounidenses, pero otros nombres que han participado o bien en la creación de estas sociedades o sus empresas se han fusionado con ellas son el exjugador de béisbol Alex Rodríguez; el excandidato a la vicepresidencia de EEUU Paul Ryan o el antiguo consejero delegado de Twitter, Dick Costolo. Incluso una compañía participada por la fundación Bill y Melinda Gates, Butterfly Networks, se ha fusionado con una SPAC.

El mercado europeo, hasta la fecha, se ha movido mucho menos que el estadounidense, aunque Javier Amo ve a este tipo de sociedades como una vía para que las bolsas del viejo continente vuelvan a tener nuevas empresas cotizadas tras años de sequía. Uno de los movimientos más relevantes lo ha dado en los últimos días el grupo Arnault, holding que gestiona las inversiones de Bernard Arnault y su familia, la mayor fortuna de Francia y de Europa, propietaria del grupo de lujo LVMH (Louis Vuitton). El empresario se ha aliado con Tikehau Capital para crear una SPAC, Pegasus Europe, con el fin de invertir en empresas del sector financiero. Para ello, cuenta con un exconsejero delegado del banco italiano UniCredit para dirigir estas inversiones.

La historia de las SPAC no comenzó en 2020. Su existencia se remonta a décadas atrás, pero su imagen ha ido muy vinculada a ciertos casos de fraude que se produjeron bajo este paraguas. La visión que se tiene de estas sociedades cambió hace una década, cuando una reforma legal en EEUU dio cabida a un nuevo modelo de SPAC, lo que ha facilitado su crecimiento en los últimos tiempos impulsados por grandes inversores. Esto no significa que hoy por hoy todo el mundo reciba con los brazos abiertos a estas sociedades e, incluso sus defensores, reconocen que existe una controversia en torno a esta figura. La principal crítica que tienen distintos analistas reside en que puede funcionar, de hecho, como un "atajo" para que ciertas empresas en crecimiento, como las start-ups lleguen a Bolsa, como apunta Javier Amo. Esto se produce porque la empresa que compra la SPAC pasa a cotizar en la posición que tenía esta sociedad.

De este modo, la empresa adquirida o fusionada llega a cotizar sin haber tenido que pasar por los controles habituales que tiene que cumplir una operación pública de venta (OPV en sus siglas en español o IPO, en inglés). Este arduo proceso para una empresa precisa, entre otras cosas, del visto bueno de los reguladores un folleto donde se establece los riesgos de una empresa, su modelo de negocio o su estrategia. Así, un procedimiento que lleva meses, se puede reducir a semanas. También logra ahorrarse el alto coste que supone la contratación de todos los intermediarios que, durante la salida a Bolsa, se encargan de colocar las acciones de la empresa en cuestión. "Lo negativo es que las empresas que cotizan en bolsa a través de SPAC no reciben el mismo escrutinio que las salidas a bolsa tradicionales, lo que genera riesgos para los inversores", explica Sergio Ávila, analista de IG. A esto se suma que distintos medios especializados como Financial Times o Fortune hayan puesto en duda la revalorización que tienen las empresas que salen a cotizar tras haberse fusionado con una SPAC y el elevado coste que tiene para los inversores la participación que se queda en manos de los promotores a modo de retribución por su gestión.

Es por eso que, en este contexto, Amo, del IEB, puntualiza que es muy importante la confianza que tiene el inversor en los promotores de de una SPAC y de su capacidad de encontrar una empresa para adquirir que cumpla con el objetivo planteado por esta sociedad. Es en este punto donde ve una justificación a que haya tanto rostro conocido detrás de estas compañías. "Si me interesa invertir en medios o en empresas de vinculadas al mundo de deporte, es lógico que confíe en alguien que venga de esa actividad", asegura.

Por el momento, en España no se ha presentado ninguna SPAC. Preguntada por si este tipo de operaciones tiene cabida en la actual regulación, la Comisión Nacional del Mercado de Valores señala que sí, aunque hasta la fecha no se haya realizado ningún movimiento en este sentido. El anterior presidente de la CNMV, Sebastián Albella, se mostró favorable a que en España comiencen a cotizar este tipo de sociedades para lograr una economía "más bursátil". "Esta fórmula se ha utilizado en el caso de empresas familiares como una alternativa al proceso convencional que suele ser largo, genera incertidumbre y es uno de los puntos débiles en esa competencia con el capital riesgo en las salidas a bolsa", señaló en otoño.

Los analistas se muestran algo cautos sobre el recorrido en un futuro próximo de las SPAC en España. "En un primer momento, no lo veo para personas físicas, pero sí puede ser una alternativa de inversión para fondos de pensiones o gestoras de fondos", señala Amo, del IEB. "En España es mucho más complicado que aparezcan estas empresas ya que no tenemos un ecosistema preparado para la aparición y crecimiento de start-ups como tienen en los EEUU, con lo cual, tiene menos sentido", añade Ávila, de IG.

En este impasse en el que Europa comienza a recibir los primeros movimientos de las SPAC, una plaza se está posicionando como el punto donde estas sociedades salgan a cotizar: Ámsterdam. Será en la capital neerlandesa donde debute el vehículo creado por el fundador de LVMH y se espera que le sigan otras sociedades en un futuro próximo, según apuntan inversores y entidades financieras que consideran que de este modo Ámsterdam se beneficiará de que Reino Unido haya salido de la Unión Europea, como recogía hace unos días el Financial Times. "La reputación de Euronext Amsterdam como sede de empresas internacionales también lo convierte en un lugar más atractivo que sus rivales europeos", señalaba el diario financiero. "Banqueros y abogados consideran que los ejecutivos detrás de SPAC se sienten atraídos por las reglas flexibles de la ciudad y la reputación internacional", añadía.

Aunque el fuerte incremento de este tipo de operaciones en el mundo ha estado muy ligado al contexto provocado en el mercado financiero por la pandemia, los expertos consideran que todavía hay camino para que estas empresas sigan creciendo. "Se ha visto impulsado por la reducción en el pago de dividendos y también por un entorno de tipos de interés muy bajos. Con lo que en este entorno, es probable que sigamos viendo apariciones de este tipo de compañías", asegura el analista de IG. Más rotundo se muestra Amo al considerar que "habrá muchas más". "Ya ocurrió con las socimi, que cuando se abrió el paraguas entró mucha gente. Una vez se vulgariza un vehículo, se convierte en normal", pronostica el experto.

Al mismo tiempo, hay voces en el mercado que ya consideran que el ritmo vivido durante el año pasado, al menos en EEUU, no se va a poder mantener mucho tiempo. "Si bien creo que estos niveles de actividad continúan siendo muy sólidos y que siguen a medida que nos adentramos en 2021... No creo que esto sea sostenible en el medio plazo", apuntó hace unas semanas David Solomon, director ejecutivo de Goldman Sachs, una de las tres entidades financieras que han estado más activas en el apoyo a la salida a Bolsa de estas sociedades.