Volkswagen se aprieta el cinturón: austeridad y despidos a la vista

Aumentar la productividad para ser más competitiva y poder “acelerar hacia adelante”. Esa entrecomillada expresión es la que da nombre al “programa de eficiencia” que tiene entre manos el Grupo Volkswagen para corregir, especialmente, la mala marcha de la marca Volkswagen, el gran nombre del mayor fabricante de coches de Europa.

Se trata de un programa de “duro ahorro”, según lo ha descrito la prensa económica alemana. Seis de sus centros de producción en Alemania están afectados por las medidas de austeridad: las fábricas de Hannover, Braunschweig, Salzigtter, Emden, Kassel y, también, la mítica central de Wolfsburgo.

 

A principios de mes, el Grupo Volkswagen ya dejaba dicho a través de una portavoz que no habría nuevas “contrataciones externas” debido al citado “programa de eficiencia”. Pueden sonar crípticos anuncios como ese, pero mucho más claro está que el Grupo Volkswagen va a tener que apretarse el cinturón de manera más que notoria. De aquí a 2026, de acuerdo con el programa de “eficiencia”, los costes del consorcio tendrán que disminuir en nada menos que 10.000 millones de euros. La marca Volkswagen será la firma que se verá más afectada por los recortes, según informaciones publicadas este lunes por el diario económico Handelsblatt.

Visto está que a la marca Volkswagen le cuesta hacer dinero. Por cada 100 euros que gasta en su negocio, obtiene 3,4 euros de beneficio, recoge el Handelsblatt. Ese rendimiento está muy lejos de los 6,5 euros que quiere alcanzar la compañía, de acuerdo con los datos que maneja aquí la prensa económica.

Entienden en Volkswagen que, dado que los vehículos eléctricos de la marca no están atrayendo a tantos clientes como esperaban, han pasado a entender en Wolfsburgo que en Volkswagen sobran “capacidades industriales”.

Esta consideración es lo que explica que vuelva a hablarse de despidos en el Grupo Volkswagen como medida a través de la cual lograr rebajar costes. Hasta 4.000 empleos estarían en la cuerda floja, de acuerdo con una cifra recogida por el semanario económico WirtschatsWoche. En el Grupo Volkswagen desmienten esas intenciones. Pero sus máximos responsables sí que hablan a las claras de la necesidad de realizar “esfuerzos”.

A cuenta del “programa de eficiencia”, el CEO de la marca Volkswagen, Thomas Schäfer, ha dejado dicho que la empresa tiene que poner en marcha un “esfuerzo colectivo para llevar la marca a reforzarse y posicionarse sólidamente de cara al futuro”. El propio Schärfer ha dicho en un reciente podcast interno que Volkswagen es “demasiado lenta, perezosa, complicada, algo que no nos permite sobrevivir”, según recogía el Handelsblatt.

Por este tipo de declaraciones ya se sabe que, como dicen en el sector, la marca Volkswagen está “bajo presión”. Sea como fuere, ya se están tomando medidas que implican poner trabajadores del consorcio en la calle. Ahí están, por ejemplo, los 2.000 empleados que quiere ver Oliver Blume, presidente del Grupo Volkswagen, saliendo de Cariad a partir de 2024.

Cariad es la firma del consorcio especializada en software. También está afectada por esta operación de adelgazamiento de la plantilla, ha informado la revista económica Manager Magazin. Al frente de Cariad tiene Blume como CEO a Peter Bosch, un directivo llegado de la filial Bentley y del que se dice tiene fama de ser un buen “saneador” de empresas.

Cariad cuenta actualmente con 6.000 empleados en todo el mundo. Problemas recientes en el desarrollo de sus productos están detrás de los retrasos en la fabricación de dos vehículos de alta gama del consorcio: el Porsche e-Macan y el Audi Q6 e-tron, según han explicado en sus páginas económicas en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Esos problemas ya costaron una notable salida del Grupo Volkswagen, la del mismísimo predecesor de Blume, Herbert Diess, dimitido en el verano de 2022.

Diess ya se preocupó en su momento, sin mucho éxito, por reducir costes en Volkswagen. De acuerdo con el citado diario de Fráncfort, Diess se quejaba de costes innecesarios como los que se asumían en la sede central de Volkswagen en Wolfsburgo, donde las instalaciones tienen unas envidiablemente cuidadas zonas verdes además de un servicio de gastronomía que incluye un carnicero que prepara unas celebérrimas salchichas con salsa de curry “a la Volkswagen”. 

No obstante, los problemas que acusan en Wolfsburgo son mucho más que una cuestión de jardinería o de orden culinario. El pasado mes de mayo, Schäfer, ya decía que Volkswagen no tenía “una posición económicamente sólida”. Otros sostienen que todo el consorcio ha de “reinventarse” en pleno proceso de electrificación de la movilidad. Pero no ayudan en este contexto la persistente inflación, los altos costes energéticos derivados de la guerra de Rusia contra Ucrania ni la fuerte competencia que representan los modelos chinos de coches eléctricos o los vehículos de la firma estadounidense Tesla. 

Todos estos factores en contra son los que llevaban a la sindicalista Daniela Cavallo, la influyente presidenta del comité de empresa del Grupo Volkswagen, a hablar de la “tormenta perfecta” a la que se está enfrentando la compañía. Ella se acoge estos días a la “garantía de empleo” con la que cuentan los trabajadores hasta 2029.

En el Grupo Volkswagen defienden que, al menos en la primera mitad del año, han registrado “unos resultados muy sólidos”, según los términos de Blume. Cierto es que, entre enero y junio, el volumen de negocio del consorcio alcanzaba los 156.300 millones de euros. Los beneficios, sin embargo, habían caído un 20% respecto al año anterior en los primeros seis meses del ejercicio, quedándose en unos 8.521 millones de euros. 

Está por ver si la marca Volkswagen se convierte en un lastre para la Blume y compañía o puede volver a erigirse como buque insignia del mayor fabricante de coches de Alemania y Europa.