“Tax de rich”. Es un reclamo mundial que permitiría engrosar las cuentas de los países y, con ello, mejorar los servicios públicos al mismo tiempo que se hace un reparto más equitativo de la riqueza. Y ese es el espíritu de un informe elaborado por el grupo de La Izquierda (GUE/NGL) que apuesta por la creación de un impuesto a las grandes multinacionales a nivel europeo. La idea es imponer una tasa progresiva de entre el 20 y el 40% a 209 compañías que permitiría recaudar unos 107.000 millones de euros.
“Este estudio propone un impuesto general y permanente en los beneficios persistentemente excesivos para afrontar la crisis de desigualdad y democracia causada por las grandes corporaciones demasiado grandes para regularlas y controlarlas democráticamente”, señala el texto publicado este jueves.
La selección de las empresas se ha hecho a partir de aquellas que tuvieron una facturación superior a los 20.000 millones de euros anuales, con unos márgenes de beneficio superiores al 10% durante los tres últimos años. El grueso de las compañías son energéticas, financieras, tecnológicas y farmacéuticas, aunque las hay de otros sectores, como el automovilístico (Mitshubishi) o de la hostelería (McDonalds o Starbucks). En el listado hay una mayoría de estadounidenses (Apple, Philip Morgan o Coca Cola, entre otras) y chinas, entre ellas varios bancos.
En el caso de España, las empresas por las que La Izquierda se inclina en gravar son Banco Santander, BBVA, Inditex e Iberdrola.
“Con un impuesto así, las 25 mayores petroleras pagarían unos 25.000 millones de euros al año; Microsoft, 4.000 millones de euros; y LVMH y Philip Morris, asta 1.000 millones de euros cada una”, ejemplifica: “Este dinero podría utilizarse para impulsar la inversión pública desigualdad y financiar la transición a una economía digital y ecológica”.
La Izquierda parte de la premisa de que grandes multinacionales tienen mayor capacidad para sortear el pago de impuestos, en buena medida por las ventajas fiscales que logran en algunos países.
“Las grandes empresas tecnológicas de EEUU pagaron algo más de 10.000 millones de euros en multas de la UE en los últimos 20 años, lo que equivale aproximadamente a la suma de sus beneficios excesivos obtenidos en la UE cada año. Y a veces, la regulación puede ser en realidad la fuente de un exceso de beneficios sostenido, como en el caso de la excesiva protección de patentes en la industria farmacéutica. En la mayoría de los casos, el resultado es una alta rentabilidad, que alimenta un mayor crecimiento del poder corporativo. En estos casos, un impuesto sobre los beneficios excesivos podría servir de apoyo mientras fracasan los intentos de regulación o antimonopolio”, señala el informe. La UE está en plena batalla con las 'big tech'. En estos momentos hay unos 24.000 millones de euros en disputa en los tribunales europeos.
El informe recuerda que ya ha habido experiencias de gravar los beneficios extraordinarios de las grandes corporaciones, como ha sucedido recientemente con la crisis energética. “Cuando los precios de la gasolina subieron a nuevos récords históricos y casi alcanzaron el récord de la última gran crisis del petróleo de 1980, las empresas petroleras y gasísticas obtuvieron entre 200.000 y 300.000 millones de euros en beneficios inesperados de los clientes europeos. La UE recaudó unos 20.000 millones de estos beneficios con la contribución solidaria”, recoge el documento, que también alude a los impuestos extraordinarios a las energéticas y bancos en España, con el que el Gobierno aspira a recaudar 1.300 millones extra.
“No necesitamos recortes en Europa, ni en la protección del clima ni en las pensiones. Lo que necesitamos es justicia fiscal. Con un impuesto sobre los beneficios extraordinarios de las inmerecidas ganancias monopolísticas de poderosas empresas como Microsoft, Pfizer o Goldman Sachs, podríamos tapar fácilmente los agujeros presupuestarios y luchar contra la pobreza. Es sólo cuestión de voluntad política. La UE prefiere proteger a las corporaciones y recortar a los que no tienen nada”, lamenta Martin Schirdewan, copresidente del grupo La Izquierda.
“Estas poderosas corporaciones tienen más dinero que países enteros, y sin embargo algunas de ellas pagan tipos impositivos más bajos que el panadero local. Emplean ejércitos de grupos de presión e influyen en la política a su favor. Explotan descaradamente su poder de mercado para obtener ventajas competitivas, embolsándose así beneficios inmerecidos e inflados. Es hora de que la política tome cartas en el asunto, limite el poder de las megacorporaciones y les quite el exceso de beneficios”, agrega el eurodiputado alemán de Die Linke en vísperas de las elecciones europeas.