Primero fueron las políticas expansivas para dar respuesta a la crisis que dejaron la pandemia y la guerra. Después, llegaron las reformas sin recortes, como la de pensiones. Y ahora le llega el turno a la flexibilidad fiscal. Bruselas va dejando atrás las viejas recetas de la ortodoxia financiera que asfixiaron a los países del sur en la crisis de la pasada década con el desembarco de los 'hombres de negro'. Sin embargo, los equilibrios han sido difíciles para la Comisión Europea, que ha diseñado las reglas fiscales que deben ponerse en marcha el próximo año en medio de presiones de los estados, como España y Holanda, que apostaban por un sistema 'a la carta', pese a su tradicional distancia en los asuntos económicos, y otros, como Alemania, que quieren unos mínimos comunes y mayor exigencia en la senda de ajuste ante el temor de que el gobierno comunitario acabe siendo permisivo con los incumplidores.