El Gobierno brasileño anunció este lunes que restringirá las visitas a las cárceles, con la meta de prevenir la llegada del coronavirus a una población penal calculada en unas 800.000 personas, en su mayoría hacinadas en lugares poco adecuados.

Según el Ministerio de Justicia, durante los próximos quince días estarán suspendidas "las visitas sociales", en tanto que las de los abogados serán restringidas durante una semana, salvo en casos que requieran "urgencia" o respondan a estrictas razones procesales.

En un comunicado oficial, ese despacho informó también que el Departamento Penitenciario Nacional ha ordenado que se realice un inventario de material sanitario en todos los presidios, a fin de establecer las necesidades de alcohol, máscaras y toallas de papel, entre otros insumos que ayudan a prevenir el COVID-19.

La suspensión de las visitas a los presidios ya había sido decretada a nivel local por las autoridades de los estados de Río de Janeiro, Río Grande do Norte, Goias, Amazonas, Roraima, Tocantins y Alagoas, y una medida similar rige desde la semana pasada en el Distrito Federal de Brasilia.

Ahora, tendrá carácter nacional en todas las cárceles que están bajo administración federal y será extensiva a las regionales, que en su conjunto albergan a unos 800.000 presos.

El sistema penitenciario brasileño, considerado uno de los peores del mundo, tiene un déficit cercano a las 350.000 plazas, lo que desde hace años ha agravado gradualmente el hacinamiento en unos penales en los que, además, la atención sanitaria es precaria, según coinciden los organismos de derechos humanos.

Muchos de los penales están virtualmente bajo el control oficioso de bandas de reclusos organizadas tras los muros de las prisiones, lo que en forma recurrente es motivo de encarnizadas riñas.

Hasta ahora, Brasil ha registrado cerca de 200 casos de COVID-19, sin ninguna muerte, pero las autoridades admiten que en las próximas semanas esa cifra irá en aumento, sobre todo porque el virus ya ha comenzado a circular en forma local en algunas ciudades.

Las mayores preocupaciones están enfocadas en Sao Paulo y Río de Janeiro, las dos ciudades más pobladas del país, que son en las que se ha concentrado la mayoría de los casos.