Brasil tiene las condiciones para lidiar con la crisis del coronavirus y proteger a la población. Sin embargo, el país no puede enfrentarse a la pandemia con Jair Bolsonaro como presidente del país. Es lo que cree Vladimir Safatle, profesor de la Universidad de Sao Paulo, para quien el presidente "promueve la crisis" cuando no activa ni articula las medidas necesarias para combatir la epidemia y proteger a las personas, lo que debería motivar a la mayoría de la población a movilizarse "horizontalmente" e impulsar un impeachment.

Saflate se ha adherido a una propuesta de destitución impulsada por tres diputados del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) que obtuvo más de un millón de firmas, aunque fue criticada públicamente por la dirección del partido.

El filósofo habla con Agência Pública de esta y otras cuestiones relacionadas con la crisis del coronavirus en Brasil.

Hemos visto diferencias dentro del Gobierno sobre la gravedad de la epidemia y la forma correcta de abordarla, como el conflicto entre Bolsonaro y el ministro de Sanidad, al que fulminó esta semana. Muchos analistas atribuyen a los militares la "domesticación" parcial del discurso del presidente. ¿Estas diferencias internas pueden favorecer un impeachment?

Es difícil saberlo, algunas rupturas son más evidentes, como las del sector un poco más técnico y el centro ideológico del Gobierno. Ahora, entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas, es difícil saber si existe algún tipo de tensión. Una de las apuestas de Bolsonaro es que cree que tiene la capacidad de ocultar los cuerpos. Su ADN de torturador, del sótano de la dictadura militar, admirador de Ustra [Carlos Alberto Brilhante Ustra, general del ejército brasileño que fue jefe de uno de los órganos activos en la represión política durante la dictadura militar en Brasil], le hace creer que puede hacer lo que normalmente se hace en Brasil: hacer desaparecer los cuerpos, ocultar muertes, conseguir que esta pandemia pase más o menos sin consecuencias. Quiero decir, él piensa que puede hacerlo. Veremos si es posible o no.

Además, cuando llegue la crisis económica, dirá que es responsabilidad de los gobernadores de los estados del país y que había insistido en no hacerlo (en referencia a la política de aislamiento social), o intentará minimizarla de inmediato y escuchará al sector empresarial que lo apoya, un sector genocida, no hay otro nombre que lo describa.

Diría incluso que los miembros de este sector son suicidas en el sentido de los imperativos económicos que dicen defender. Basta con un razonamiento simple: si suspendemos el confinamiento, cómo será la situación en cinco meses. Tendremos montañas de muertos en todas partes, el Gobierno intentará esconderlos, habrá censura para evitar difundir las muertes, pero la opinión pública internacional no es tonta, lo sabrá. ¿Y qué harán? Con todos los países saliendo del encierro después de una experiencia dramática, lo primero que van a hacer es poner un cordón sanitario a Brasil. ¿Quién va a querer comprar carne brasileña en un país totalmente contaminado?

Es completamente básico, demuestra la increíble estupidez de la comunidad empresarial nacional. Solo se justifica por un pensamiento esclavista que nunca se ha superado. Piensan como alguien que dirige un engenho de esclavos [instalaciones con máquinas y recursos necesarios para refinar el azúcar de la caña de azúcar] . ¿Van a morir dos o tres esclavos? El molino no se va a detener por eso. Por lo general, esta lógica se utilizaba para someter a una parte de la población, a la clase trabajadora vulnerable vinculada a la raza negra. Ahora la diferencia es que están sometiendo a esta lógica de esclavitud a toda la población.

¿Eso incluye a los otros miembros de la élite?

El contagio es democrático, no entiende de clases, por eso digo que la lógica del Estado brasileño es completamente suicida. Si he entendido correctamente, el sector que posee los medios de producción apoya a Bolsonaro debido al ADN esclavista que nunca abandonarán y que ha pasado de generación en generación. Ahora, parece que incluso en la clase alta ha habido diferencias, ¿no? Estaba viendo una encuesta y el 55% de los entrevistados que ganaba más de 10 salarios mínimos, que representaba la base de apoyo de Bolsonaro, está en contra de las medidas que está tomando. Esto tiene sus efectos.

Tenemos una situación perfecta para destituir al Gobierno y salvar a la población brasileña, para crear una política efectiva que combata esta pandemia y permita a la clase trabajadora quedarse en casa sin trabajar durante tres meses, porque los empleos y salarios estén garantizados. Todo eso sería posible, incluso que que parte de la población que vive en zonas de alta densidad pueda alojarse en un hotel. El Estado brasileño está en condiciones de hacerlo siempre que persiga a quién realmente puede contribuir. En principio, el cálculo del impuesto solo para grandes fortunas es de al menos 80.000 millones de reales (unos 14.000 millones de euros) . Pero esto ni siquiera se piensa. Tuvimos un gobierno de izquierdas durante 13 años y no se planteó esta cuestión, por lo que la gente ni siquiera recuerda que es posible.

Trump cambió su actitud después de enfrentarse a la gravedad y el alcance de la epidemia en EEUU. ¿Por qué es tan difícil para Bolsonaro dejar de lado la lucha ideológica y asumir la responsabilidad de combatir la enfermedad y apoyar a la población con políticas sociales de emergencia?

Son personas que provienen de horizontes completamente diferentes. Trump es un hombre de negocios, una persona de marketing, y sabe que no puede ocultar los cuerpos. Así no es como se ha manejado la guerra históricamente en Estados Unidos. Además, tiene elecciones en noviembre, así que sabe que tiene que hacer algo.

Bolsonaro proviene de los sótanos de la dictadura militar. Está conectado a sectores de tortura, a milicias, a un poder paralelo. Es un dictador fascista, no tiene otro nombre, proviene de las cloacas del Ejército. Tiene esa formación, trae esta lógica de que es posible utilizar una estructura para desacreditar y descalificar la información. No le interesa gobernar nada, nunca quiso gobernar Brasil, ya dice que Brasil es ingobernable. Se centra en crear un proceso continuo de movilización, hace el siguiente cálculo: ¿qué debo hacer para movilizar? Aunque eso traiga montones de cadáveres. Para él, no hay ninguna diferencia. Para una persona que dijo que debieron haber matado a 30.000 personas en la dictadura, que mataron muy pocas, no le importa si mueren 40 o 50.000.

¿Recuerda cuál fue la reacción de Bolsonaro cuando se rompió la presa de Brumadinho? Cualquier estudiante de semiótica se da cuenta. Su reacción inicial fue: "no es responsabilidad del Gobierno". Punto. No tuvo ni esa hipocresía clásica de la clase política de mostrarse afectado por las muertes, ni siquiera lloró con los familiares de los muertos. Imaginar que una persona así entenderá lo que significa una pandemia es completamente absurdo.

Usted ha abogado por la destitución del presidente Bolsonaro ante la aceleración de la pandemia. ¿Estamos en condiciones de vivir un proceso como este en un momento en que estamos encerrados en casa y el Congreso está trabajando de forma remota, ocupado con medidas contra el virus?

Creo que lo único sensato que se puede hacer en esta situación es luchar por la destitución porque se ha hecho evidente que Brasil no está en condiciones de gestionar dos crisis al mismo tiempo, y Bolsonaro es una crisis andante. Bloquea y desarticula todas las medidas, moviliza a sectores de la población para eludir las medidas necesarias para una contención mínima y aprovecha esta situación para crear un sistema que destruye cualquier posibilidad de garantías para la clase trabajadora, la clase más desfavorecida.

La Medida Provisional 936 [publicada el miércoles 1 de abril que establece el Programa de Emergencia para Mantener el Empleo y los Ingresos] permite la flexibilización de los despidos en una situación como esta, a los trabajadores se les ha reducido sus salarios hasta un 70 %... todo evidencia cómo Bolsonaro multiplica la crisis. Brasil no está en condiciones de soportar esta situación durante más tiempo.

Una iniciativa de tres diputados del PSOL, completamente minoritarios, pudo recoger un millón de firmas que la diputada Fernanda Melchionna (PSOL-RS) entregó al presidente de la Cámara, el diputado Rodrigo Maia. La última investigación que tenemos del mapa político muestra que el 47% está a favor de la destitución, aún sin haberse movilizado.

¿Se imagina qué pasaría si todos los sectores de la oposición o, al menos todos los sectores de la izquierda se movilizaran de forma continua? Este grupo a favor del impeachment aumentaría significativamente mostrando, por un lado, que tiene una fuerza muy clara. Y, por otro lado, aunque es posible que no se pueda sacar a la gente en la calle, existen otros mecanismos para presionar al Gobierno, para mostrarle que ya no tiene legitimidad para gobernar. Huelga general, rechazos a colaborar en diferentes niveles, desobediencia civil. El problema es que la izquierda ya no tiene un discurso de lucha.

"Quienes dicen que es muy pronto para solicitar un impeachment, que es necesario reunir con calma todas las fuerzas, dirán que esto nunca sucederá. La izquierda brasileña ya ha demostrado que está en una situación de parálisis y esquizofrenia", dice en un artículo en El País. Hemos visto las peleas dentro del propio PSOL sobre este tema y no se progresa en la idea de una de izquierda amplia. ¿Quién lideraría entonces el movimiento en el juicio político?

De hecho, este es un punto central. Sin embargo, ya no diría que la izquierda brasileña está paralizada, diría que ha muerto. La política brasileña se reduce a una lucha entre la derecha y la extrema derecha. Simplemente, ya no queda otra cosa. Creo que el problema del coronavirus lo ha demostrado de una manera pedagógica. La izquierda es completamente irrelevante.

Lo que sucedió en el PSOL también lo ejemplifica claramente. Un partido que acude a la prensa para rechazar a los diputados que toman una iniciativa de impeachment que tiene apoyo popular, está firmando un certificado de defunción de la izquierda en el sentido más estricto del término. Por tanto, este es el problema más grave: no se trata solo de quién va a liderar la acusación, sino de qué hacer con la oposición en el futuro.

La izquierda se ha quedado atrás en todas las decisiones, no ha tenido la capacidad de presionar en ningún proceso, de marcar una agenda o algo por el estilo, y creo que hay cuestiones mucho más profundas, ¿verdad? Porque de esta experiencia de lucha colectiva contra la pandemia podría nacer un afecto político fundamental de solidaridad general. Una solidaridad que demuestre muy claramente: "Mi vida depende de personas que ni siquiera conozco". Personas que no se parecen a mí, no pertenecen a mi grupo, no tienen mi identidad, pero son fundamentales. Tenemos un destino colectivo.

La izquierda, sin embargo, está tan atrapada en otro tipo de agenda que no logra convertirse en un altavoz de solidaridad general y universal. Tiene miedo de decir algo de ese estilo. Por tanto, al menos en Brasil, la izquierda tiene muy poca capacidad para reorientar los debates hacia la experiencia colectiva ante algo como esta epidemia.

"El fascismo brasileño y su representante, Bolsonaro, finalmente encontraron una catástrofe para hacerla suya", escribe en otro artículo. ¿Cómo puede favorecer una pandemia a un gobernante? ¿Qué tiene de positivo?

Primero, la posibilidad de movilizar continuamente a sus partidario. Segundo, esa es una tesis que proviene de algunos teóricos sobre el fascismo, como Hannah Arendt o Adorno, de que existe un deseo de catástrofe en el fascismo. Porque no es un Gobierno, es un movimiento continuo. Por ejemplo, una guerra fascista no es una guerra de conquista, es una guerra hecha por la guerra, que no puede detenerse en ninguna circunstancia. Desde el punto de vista de la lógica de la conquista, es una guerra irracional porque es una movilización de la población para la guerra, no una guerra como una forma de lograr algo.

Entonces, atrapas a una parte de la población en una dinámica donde este movimiento puede incluso volverse contra las personas, hacia la autodestrucción. Hannah Arendt tiene una posición interesante, cuando dice que incluso cuando el movimiento nazi fue en contra de sus partidarios, esos partidarios no pararon de apoyarlo.

¿Cree que, si no hay un movimiento fuerte para la acusación el impeachment, el Gobierno de Bolsonaro puede sobrevivir a la pandemia? ¿O incluso hacerse más fuerte?

Parte de la población que entra en esa lógica no la abandona. No tiene cómo salir. El sector que llegó con él hasta este punto, no lo abandonará. Morirá con él, pero no lo abandonará. No en vano, varios de estos eruditos, cuando hablaron de fascismo, tendieron a caracterizarlo como una lógica paranoica. Y no fue una metáfora, la analogía es fructífera porque se obtiene la movilización gracias a una ilusión de grandeza, persecución, y se tiene una certeza delirante de que es imposible de modificar con la experiencia. No hay nada en la experiencia que pueda hacerla tambalear.

Con este sector no hay posibilidad de diálogo. Cualquier intento de crear diálogo es un suicidio para el resto. Y no hay una estructura para movilizar al resto, que es lo que se necesita. Esa es la mayoría. Nosotros somos la verdadera mayoría. A la gente le cuesta entenderlo.

¿Y cree que esta mayoría puede movilizarse incluso sin el liderazgo de un partido?

Tendrá que aprender a hacerlo porque ahora es una cuestión de vida o muerte. Y, por cierto, esto sería saludable porque las estructuras partidarias brasileñas no han estado a la altura de los desafíos del país. No solo en este momento.

Es fundamental que aparezca un tipo de estructura horizontal. Por ejemplo, en este momento está sucediendo de todo, estoy en una región donde ha habido cacerolazos [para protestar por la gestión de Bolsonaro] durante diez u once días, totalmente espontáneos, sin una organización detrás. Esto muestra muy claramente que hay una sociedad en resistencia contra el Gobierno, sin que nadie pueda darle voz. Tal vez no somos conscientes del nivel de calamidad al que se ha enfrentado el país. Hoy los únicos países que tienen este tipo de situación son Brasil, Bielorrusia y Turkmenistán. ¡Mire adónde hemos ido a parar!

Traducción de Mary Gomez