Once soldados filipinos murieron y catorce resultaron heridos en combates con terroristas de Abu Sayyaf, grupo leal al Estado Islámico (EI), en la provincia de Sulu, al sur de Filipinas.

"Condenamos el ataque en los términos más fuertes posible", informó el sábado en un comunicado el portavoz presidencial, Harry Roque, sobre los combates que tuvieron lugar el viernes en la localidad de Patikul.

Según Roque, también hubo combates entre el Ejército y milicias de Abu Sayyaf el jueves, cuando resultaron heridos otros tres soldados.

"Los enemigos del Estado no distinguen fecha ni ocasión, atacan incluso en tiempos de pandemia. Pero esto sirve de advertencia: las autoridades están listas y preparadas para aplastar a los enemigos del gobierno y sofocar cualquier ataque armado en medio del actual estado de calamidad y emergencia de salud pública", advirtió Roque.

Fundado en 1991 por veteranos de la guerra de Afganistán contra la Unión Soviética, Abu Sayyaf es ahora el grupo yihadista más fuerte del Sudeste Asiático, que ganó notoriedad internacional en 2016 cuando decapitó a dos canadienses al no recibir el rescate.

En 2014 juró fidelidad al EI y desde la caída del Califato muchos combatientes extranjeros huidos de Siria e Irak encontraron refugio con ellos en el archipiélago de Sulu -la provincia insular más remota de Filipinas- convertido en el último reducto de Abu Sayyaf, que mantiene unos 300 efectivos.

La llegada de terroristas extranjeros a Filipinas ha implicado la importación de nuevas formas de violencia más extrema, como los lobos solitarios y los atentados suicidas, un modus operandi que no era habitual entre los grupos locales.

Desde agosto de 2018, Filipinas ha sufrido cuatro atentados suicidas, todos reivindicados por el EI y perpetrados -salvo uno- por extranjeros en las islas de Sulu y Basilan.

En el Mindanao musulmán también operan otros grupos yihadistas fieles el EI como los Luchadores Islámicos para la Liberación del Bangsamoro, Ansar Khalifa Philippines o Maute.