Los ‘tories’ giran aún más a la derecha en inmigración y cambio climático

El Partido Conservador británico celebra desde este domingo en Manchester su congreso anual con un Gobierno muy impopular, un país en crisis y más de 15 puntos de desventaja en las encuestas respecto a los laboristas para las próximas elecciones generales. El primer ministro, Rishi Sunak, intenta ahora un mensaje aún más a la derecha con medidas sobre el cambio climático y la inmigración que dividen hasta a su propio partido. 

Hace unos días, anunció que retrasaba o cancelaba medidas clave ya en marcha para reducir emisiones y cumplir con el objetivo que tiene el Reino Unido por ley de cortar al máximo los gases más contaminantes, del transporte y la energía, para 2050.

Ahora llega con una propuesta todavía más inesperada: el Gobierno central tomará el control para limitar la capacidad de los ayuntamientos de restringir el tráfico, la velocidad de los vehículos o su tipo, y de promocionar zonas peatonales, según adelanta el Guardian. 

Igual que en la marcha atrás sobre los plazos para terminar con la venta de los coches o las calderas más contaminantes, Sunak revierte así las políticas de los gobernantes de su propio partido. Las medidas para reducir emisiones fueron aprobadas por Boris Johnson, que las sigue defendiendo. Johnson también apoyó las zonas de bajas emisiones, para las que dio ayudas públicas durante la pandemia. Pero el cambio de Sunak es parte de una campaña que enlaza con mensajes que están moviendo activistas, tertulianos y unos pocos políticos, a veces los mismos que empujaron el Brexit.

Sunak no niega el cambio climático ni su gravedad y asegura que el Reino Unido será capaz de cumplir la reducción de emisiones en todo caso, pero corteja a los votantes más conservadores y más escépticos sobre las medidas concretas para reducir emisiones.

También sugiere que cancelará o retrasará las obras para el tren de alta velocidad a Manchester. No lo ha anunciado de forma oficial, pero en vísperas de la celebración del congreso anual en esta ciudad del norte de Inglaterra se ha negado a comprometerse con el plan de mantenerlo y ha hablado repetidamente de la importancia de arreglar los baches en las carreteras.

La mayoría de los británicos están preocupados por el cambio climático y están convencidos de que se debe a la actividad humana, en línea con otros grandes países europeos. Pero cuando se pregunta sobre medidas concretas que les pueden afectar en su vida diaria, los encuestados tienden a ser más reticentes a aceptar cambios, especialmente los más mayores y más conservadores.

El 55% de los ciudadanos cree que “las políticas para reducir las emisiones de carbono sólo tienen que aplicarse si no significan costes para las personas corrientes”, según una encuesta de YouGov de finales de julio. El 47% está en contra de la prohibición de la venta de coches nuevos de gasolina y diésel en 2030 (cuyo retraso ahora Sunak ha anunciado) frente al 42% que la apoya; en el caso de quienes votaron por los conservadores en 2019, el 68% está en contra de la prohibición. La mayoría de los votantes tories también se opone a la jubilación de las calderas de gas más contaminantes.

Mientras Sunak ha defendido que se trata sólo de unos ajustes en su política climática, la ministra de Interior, Suella Braverman, ha ido más allá y equipara los plazos para la transición verde a la ruina económica. “Tenemos que adoptar un enfoque pragmático y proporcionado y que también nos sirva para nuestros objetivos. No vamos a salvar el planeta llevando a la quiebra a los británicos”, dijo en una entrevista.

Braverman es la que ha llevado el mensaje más extremo sobre uno de los asuntos que divide a los británicos y que puede jugar a favor del Partido Conservador: la inmigración. Braverman lleva meses amenazando incluso con la salida del Reino Unido de la convención de la ONU de protección a los refugiados que el país ayudó a fundar en 1951 para poner en marcha una polémica ley que prohíbe pedir asilo si se llega al país de manera irregular. 

En un discurso este martes en el American Enterprise Institute, un think-tank conservador de Washington, Braverman dijo que ser perseguido por la orientación sexual no es suficiente para ser considerado refugiado, en contra de una de las normas básicas de protección internacional. “No vamos a poder sostener un sistema de asilo si, de hecho, simplemente ser gay o una mujer y tener miedo de la discriminación en tu país de origen es suficiente para que te den protección”, dijo. 

Incluso aseguró que “en muchos casos” los refugiados fingen ser gays para recibir ayuda, que la inmigración irregular es “un reto existencial para las instituciones políticas y culturales de Occidente” y la convención de Naciones Unidas está obsoleta.

En un comunicado, la agencia de refugiados de la ONU contestó a Braverman recordándole las reglas esenciales del asilo internacional: “La convención de refugiados sigue siendo tan relevante hoy como cuando fue aprobada. Cuando los individuos están en riesgo de persecución por su orientación sexual o de género, es crucial que puedan buscar seguridad y protección”. 

Diputados conservadores describieron después el discurso de su colega de partido como “alarmista”, “exagerado” y una amenaza para el estatus internacional del Reino Unido. 

La ministra también dijo que “el multiculturalismo ha fracasado” porque permite a las personas “vivir vidas paralelas” y no integrarse en la sociedad. Braverman es hija de inmigrantes indios que buscaron refugio primero en Kenia y en islas Mauricio y luego, en los años 60 del siglo pasado, en el Reino Unido. Ella nació en Londres y estudió en París, primero gracias a una beca Erasmus de la Unión Europea. Braverman también es una de las grandes defensoras del Brexit.

Al ser interrogado por la BBC sobre si estaba de acuerdo con Braverman, Sunak, también hijo de inmigrantes, contestó: “Creo que hay algo increíble sobre este país, y eso es una fantástica democracia multicultural”. 

Los mensajes contra la inmigración fueron clave para el triunfo del Brexit en referéndum en 2016. Ahora, pese al aumento de los inmigrantes tras la salida del Reino Unido de la UE, no se percibe como un problema prioritario para el país entre una mayoría de votantes. Aun así, hay una parte de conservadores que todavía pueden movilizarse con este mensaje. 

Si se mira a la población general, hay más británicos que creen que el Reino Unido debe acoger a personas perseguidas en su país, pero un 25% de los adultos asegura que el país debe aceptar menos personas o ninguna en estas circunstancias, según la encuestadora YouGov. Los votantes que apoyaron a los conservadores en 2019 son los más entusiastas con las medidas del Gobierno para limitar la inmigración. 

El giro hacia la extrema derecha del Partido Conservador británico en el caso de la inmigración ya está consolidado, como explicaba Tim Bale, profesor de Políticas en la Universidad Queen Mary de Londres, experto en los tories y autor de The Conservative Party After Brexit en una entrevista a elDiario.es en abril: “Si observamos la retórica y algunas de las políticas, particularmente sobre inmigración, no hay mucha diferencia entre el tipo de lenguaje y el tipo de soluciones propuestas por Rishi Sunak y las propuestas de varios partidos populistas radicales de derecha en toda Europa. Si un partido y un país europeo proponen prohibir a todos los solicitantes de asilo, considerarlos ilegales y enviarlos a un país africano lejano, dirías que ese es un partido populista de derecha radical en lugar de uno de centroderecha convencional”, explicaba. “En ese aspecto en particular, el Partido Conservador se ha convertido en un partido de derecha populista y radical.”