La UE

Granada, blindada; la Alhambra, de largo para dar la bienvenida a medio centenar de líderes europeos que se dan cita bajo el paraguas de la Comunidad Política Europea (CPE), un actor geopolítico ideado por el francés Emmanuel Macron que pretende contrarrestar la influencia que puedan tener en el continente otras potencias como Rusia. Pedro Sánchez será el anfitrión de una cita organizada bajo la batuta de la presidencia española del Consejo de la UE, en la que la palabra ampliación será la protagonista de todas las crónicas.

No solo porque en la CPE están representados los ocho países con aspiraciones de unirse al club, sino porque los 27 están ya dándole vueltas a cómo materializar su adhesión. 

Más allá del simbolismo de un encuentro que congrega a la mayor parte del continente y de foros formales que en esta ocasión ha organizado España como anfitrión sobre multilateralismo, medioambiente o inteligencia artificial, fuentes comunitarias admiten que la importancia de la CPE está en lo que pasa en los márgenes. La diplomacia al más alto nivel. Y, en esta ocasión, la cita quedará descafeinada con la ausencia anunciada del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev. Su encuentro con el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, era de lo más esperado de la cumbre en la que los representantes de la UE, además de los líderes de Alemania y Francia, pretendían mediar in situ ante el conflicto de Nagorno Karabaj, que deja ya miles de desplazados. 

“Estamos viendo si podemos hacer progreso a pesar de la complicada situación en el terreno”, admite una fuente de la UE. El mensaje oficial es que se reconozca “la soberanía e integridad” del enclave por las dos partes, aunque fuentes comunitarias admiten que es el momento de ayudar a Armenia y darle “apoyo práctico”. Por ahora se han enviado cinco millones de euros. 

Precisamente, los medios azerbaiyanos apuntan a que el motivo de la cancelación de Aliyev son las discrepancias con los países que ejercen el papel de mediadores, además de la Unión Europea, en la cumbre de Granada: Francia y Alemania, informa la Agencia EFE. 

No es el único conflicto que llega abierto. Durante la anterior reunión de la CPE en Moldavia, Serbia y Kosovo mantuvieron un encuentro, pero sin muchos avances. De hecho, la tensión llega exacerbada después de un ataque de paramilitares serbokosovares en el norte de Kosovo.

La reunión dejará, además, una imagen simbólica: la recepción oficial a Kosovo por parte de Felipe VI y también de Pedro Sánchez, pese al no reconocimiento. Esa situación hizo precisamente que España pidiera en el primer encuentro en Praga el pasado año que no hubiera banderas ni carteles de países en el plenario, simplemente los nombres de los participantes. 

Por el momento se desconoce si Volodímir Zelenski estará presente en la cita. La anterior sirvió precisamente como imagen de fuerza frente a Vladímir Putin a unos kilómetros de la frontera con Rusia: todos los países del continente arropando a Ucrania. Aunque no esté presente, la guerra y sus consecuencias tiene un papel protagonista en estas reuniones, aunque solo sea desde el punto de vista dialéctico. 

La tensión en torno a Ucrania también se ha incrementado en el seno de los 27 en las últimas semanas. Polonia ha admitido un "declive de las relaciones" con Kiev a raíz del conflicto del grano, que escaló al máximo nivel diplomático. El ministro polaco de Exteriores no acudió por esa razón a la cita informal con sus homólogos en la capital ucraniana esta semana. En su lugar fue el número dos, al igual que en el caso de Hungría, que ha amenazado con retirar el apoyo en política internacional si Ucrania no reconoce los derechos de la minoría húngara en ese país. También mantiene el bloqueo a 500 millones de euros para armamento por la inclusión del banco OTC en el listado negro de empresas que ayudan a Moscú.

Pero la guerra en Ucrania ha servido precisamente de catalizador de la ampliación de la UE, una idea que estaba congelada desde hace tiempo. Ahora no hay ninguna duda de que los 27 pasarán a ser 30+. La cuestión es cómo se produce la integración de los candidatos (Albania, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia) y los aspirantes Ucrania, Moldavia y Bosnia y Herzegovina. Está previsto que la Comisión Europea haga un informe sobre los avances producidos y los 27 decidan si abren formalmente las negociaciones en el Consejo Europeo de diciembre. 

“¿Qué queremos para la UE? Tenemos el compromiso para la ampliación. ¿Qué hacemos juntos? ¿Qué somos? ¿Cómo adaptamos la UE? Es la discusión”, explican fuentes comunitarias. Mientras los aspirantes, especialmente Ucrania, meten prisa para la adhesión, en la UE ni siquiera se ponen de acuerdo en si establecer una fecha orientativa –el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, planteó 2030, mientras que en la Comisión Europea insisten en que todo depende del proceso basado en los méritos– ni en cómo dar los pasos. 

Francia y el propio Michel son partidarios de hacer una integración gradual, que pueda ir por fases, en lo que Macron ha denominado “las dos velocidades”, mientras que otros no lo ven con buenos ojos, como Josep Borrell. “¿Quién ha hablado de membresía parcial, media membresía, un 25% de membresía? Membresía es membresía”, respondió en una rueda de prensa en Kiev. 

La idea de una integración por etapas figura en el 'non paper' preparado por doce expertos a petición de Berlín y París, que apuestan por cuatro círculos concéntricos: la UE, que puede tener una fase más exhaustiva con el euro y la pertenencia al espacio Schengen; una fase asociación basada en el mercado único; y la Comunidad Política Europea, como foro de convergencia geopolítica y acuerdos bilaterales. 

La intención de los 27 es empezar a hacer los deberes dentro del club antes de integrar nuevos miembros. Sobre la mesa están modificaciones como la eliminación de la unanimidad en la toma de decisiones para evitar que los vetos con más de una treintena de países hagan impracticable el funcionamiento –ya difícil en las circunstancias actuales en las que negociar cuestiones como el Marco Financiero Plurianual se pone cuesta arriba– o el reforzamiento del Parlamento Europeo como colegislador, entre otras.

“Debemos analizar cada política y ver cómo le afectaría una Unión más grande. La Comisión empezará a trabajar en una serie de revisiones pre-ampliación para ver cómo se tendría que adaptar cada área a una Unión más grande”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el último debate sobre el estado de la UE. Una de las cuestiones que más preocupan, especialmente a los países del este, es lo que tiene que ver con el reparto de fondos de una UE ampliada a 500 millones de ciudadanos. 

Con la actual estructura de los fondos de cohesión o las políticas agrícolas, España recibe el 9,6% de los fondos europeos y la cifra pasaría a ser 0% con la entrada de los países aspirantes. Polonia pasaría de recibir el 30,2% al 12,6% y Rumanía, del 18,4%, al 7,2%. Por el contrario, Ucrania ‘se comería’ el 41,7% del total, según detalla el analista Carlo Bastasin en un informe publicado por el Instituto Brookings. 

Esos son los retos que la UE debe abordar en casa antes de abrir las puertas a nuevos huéspedes. Y, aunque la Comisión Europea tiene deberes hasta el próximo semestre, que es cuando presentará sus propuestas para la ampliación, fuentes gubernamentales sostienen que en Granada “se sientan las bases del futuro de Europa”. "Diremos en Granada que esto nos hará más fuertes y más prósperos y que es una continuación del proyecto de paz que es la Unión", agregan fuentes comunitarias.

La jornada del jueves dejará imágenes de encuentros bilaterales en los que asuntos como la migración estarán presentes, al igual que el viernes en la reunión informal del Consejo Europeo. Giorgia Meloni pidió a Pedro Sánchez y Charles Michel que incorporaran un punto al orden del día sobre ese tema, que ha tensado las costuras de los 27 en las últimas semanas, especialmente entre Italia y Alemania. Finalmente ha habido un acuerdo de última hora para el expediente que les quedaba pendiente a los gobiernos, pero la inmigración siempre es uno de los asuntos más delicados de estas citas. En la última fue imposible consensuar unas conclusiones sobre el asunto y Hungría ya avisa de que no bajará el tono. "El aumento de la presión migratoria en Europa Central es enteramente culpa de Bruselas", ha afirmado el ministro de Exteriores, Péter Szijjártó: "Esperamos que las próximas elecciones al Parlamento Europeo traigan líderes que quieran detener la migración, no invitar a más migrantes a Europa". Y eso que la extrema derecha ya se ha ido imponiendo en las negociaciones del pacto migratorio de la UE.