Al principio, Lobna Shammout se enteró poco de lo que estaba pasando con los ataques de Hamás contra Israel el 7 de octubre, porque estaba celebrando su 40 cumpleaños. "Las alertas de última hora se acumulaban en mi móvil, y pensé 'por favor, hoy no'", recuerda la germano-palestina. "Cuando finalmente comprobé las notificaciones... cada noticia era peor que la anterior".

En las semanas siguientes, cuando Israel lanzó su ofensiva sin cuartel contra Gaza, en represalia por los atentados en los que murieron 1.200 personas, Shammout empezó a esperar ansiosamente noticias de amigos y familiares en la Franja.

Algunos de ellos están entre los 18.800 palestinos que, según los datos del Ministerio de Sanidad dirigido por Hamás, han perdido la vida.

Shammout, que dirige una residencia de ancianos en la ciudad de Lügde, se ha convertido en este último mes en una fuente de información para los amigos y colegas que buscan comprender el conflicto (dice que les da "la versión de cinco minutos"). Como muchos musulmanes, observa con creciente frustración la forma en que Alemania se ha convertido en uno de los países europeos que apoyan la estrategia de Israel de manera más incondicional.

El vicecanciller Robert Habeck dijo en un mensaje de vídeo: “La frase 'la seguridad de Israel es parte del Staatsräson de Alemania ' nunca ha sido una frase vacía y no debe serlo. Significa que la seguridad de Israel es esencial para nosotros como país”. Luego añadió que Alemania tenía una “responsabilidad histórica” por haber perpetrado el Holocausto en el que fueron asesinados seis millones de judíos.

"Fue la generación de mis abuelos la que quería exterminar a los judíos en Alemania y Europa. Después del Holocausto, la fundación de Israel era la promesa de protección a los judíos, y Alemania está obligada a contribuir en el cumplimiento de esa promesa; para nuestra república se trata de un pilar fundamental", dijo Habeck.

Shammout entiende esa postura, pero también cree que deja poco margen para que las personas críticas con la reacción de Israel se manifiesten o se sientan representadas por el gobierno alemán. "Respeto la historia de Alemania", dice. "Realmente entiendo el apoyo a Israel como Estado, como un lugar seguro para los judíos, y que el Holocausto no pueda ocurrir 'nunca más'. Forma parte de lo que es ser alemán. Pero si esa responsabilidad histórica se usa como excusa para justificar violaciones masivas de los derechos humanos, para incumplir con el derecho internacional, me entristece y me enfurece, y no acepto esta llamada staatsräson".

Alemania se encuentra en un estado de tensión máxima desde que Hamás lanzó sus atentados contra Israel. Muchas ciudades han prohibido marchas propalestinas, que otras sí permiten bajo estrictas directrices. "No puede haber celebraciones del terrorismo; hemos prohibido manifestaciones que pretendían incitar al antisemitismo, y no se puede abusar de la libertad de expresión para propagar mensajes de odio", dijo Luise Amtsberg, delegada del gobierno federal para la política de Derechos Humanos.

Mientras tanto, se ha producido un fuerte aumento en las denuncias de ataques antisemitas contra la población judía, estimada en 200.000 personas. Según el grupo Rias, que hace un seguimiento de estos ataques, entre el 7 de octubre y el 9 de noviembre se registraron 994 incidentes, un 320% más que durante el mismo período de 2022.

En noviembre se celebró en Alemania una conferencia anual que dura dos días y reúne a políticos con grupos musulmanes y de las comunidades cristiana y judía. En la víspera de la conferencia, la ministra del Interior Nancy Faeser pidió a las organizaciones musulmanas que se distanciaran del antisemitismo y condenaran de manera inequívoca los ataques de Hamás. "Espero que las organizaciones musulmanas se posicionen claramente y asuman su responsabilidad en la sociedad", dijo en la televisión alemana. Faeser precisó que tenían que condenar el ataque de Hamás, "y no solo diciendo 'sí, pero'". "Debe quedar bien claro que estamos del lado de Israel", dijo.

Pero muchos musulmanes —que, con 5,5 millones de fieles, forman el segundo grupo religioso más numeroso de Alemania— dicen que están siendo atacados injustamente. También ha habido un gran aumento en el número de ataques islamófobos en el país y se sospecha que hay muchos sin denunciar. El imán y teólogo musulmán Scharjil Ahmad Khalid, cuenta que en su mezquita Khadija de Pankow, al norte de Berlín, se ha reforzado la seguridad. "De la misma forma que han aumentado los ataques antisemitas, también ha aumentado la animadversión hacia los musulmanes", dice.

Hay numerosas denuncias de ataques en los que se dejan coranes quemados, excrementos, o cadáveres de cerdos en el terreno y los buzones de las mezquitas. En Magdeburgo, pintaron esvásticas sobre tumbas musulmanas.

"De manera regular en nuestros buzones dejan mensajes de odio en los que dicen cosas como 'no formáis parte de Alemania', 'el islam no es parte de Alemania, volved a casa', 'sois responsables de importar el antisemitismo que está envenenando a nuestro país'", dice Khalid. "Han aumentado en consonancia con la información negativa que sale en los medios atribuyendo exclusivamente a los musulmanes el antisemitismo; hay una sombra de sospecha sobre todos nosotros".

Khalid escribió en el periódico Berliner Zeitung un artículo de opinión donde argumentaba que detrás de los ataques antisemitas era mucho más probable encontrar a la extrema derecha en ascenso en Alemania —especialmente a la anti-inmigración Alternativa para Alemania [AfD, por las siglas en alemán]—, que a musulmanes comunes. El artículo desató una violenta reacción en las redes, donde algunos se preguntaban cómo era posible que hubieran pedido a un imán escribir sobre esa tema y cómo se atrevía a hablar en nombre de los alemanes una persona de nombre árabe. "Nací y crecí en Alemania", dice Khalid. "Eso es racista y profundamente ofensivo".

Otros comentaristas, como la escritora judía germano-estadounidense Deborah Feldmann, creen que el conflicto está siendo aprovechado por partidos de extrema derecha como AfD "para poder decir por fin 'fuera esos inmigrantes' en voz alta". "Me da miedo porque me trae recuerdos de la época en la que mis abuelos se vieron obligados a huir", dijo Feldmann, que vive en Berlín, a la emisora de radio DLF.

En su discurso, Habeck se refirió a las divisiones sociales y dijo que los extremistas de derecha se estaban "resistiendo por razones puramente tácticas" a protagonizar ataques antisemitas, "para así poder clamar contra de los musulmanes".

Para Dervi? H?zarc?, presidente de Kiga, una ONG creada para luchar contra el antisemitismo que cada vez más tiene que lidiar también con casos de islamofobia, el discurso de Habeck "fue bueno y útil". "Pero me hubiera gustado oírle hacer más preguntas y sugerencias. Hagamos una reflexión crítica sobre las cosas que podríamos haber ignorado, sobre nuestros errores", dice.

El auge de la extrema derecha y los crecientes apoyos a la AfD son motivos para que los alemanes se cuestionen "si realmente somos tan buenos en el vergangenheitsbewältigung como pensábamos que éramos", afirma H?zarc? en alusión al proceso de llegar a un acuerdo con el pasado, uno de los pilares de la sociedad alemana de posguerra.

"Si la gente piensa que es sobre todo la Shoah, y nuestra respuesta a ella, lo que nos da nuestra identidad social, esa identidad tal vez sea demasiado débil si no incluimos una comprensión de nosotros mismos y de nuestra responsabilidad hacia todos", dijo H?zarc?, hijo de unos padres turcos que en 1969 llegaron a Alemania como gastarbeiter (trabajadores invitados).

Antes de la frágil tregua que se instauró en Gaza, los participantes de una manifestación propalestina en Berlín se juntaron en noviembre frente a la cancillería para exigir un alto el fuego inmediato, una petición que el canciller Olaf Scholz rechazó. "En última instancia, eso significaría que Israel da a Hamás la posibilidad de recuperarse y de obtener misiles nuevos", dijo Scholz el 12 de noviembre, pidiendo la realización de "pausas humanitarias" en lugar de un alto el fuego.

Con 48 años, Nazan es una enfermera de padres turcos y nacida en Alemania. Dice que la postura del gobierno le ha hecho pensar en renunciar a su pasaporte alemán. "Aquí ya no me siento en casa", explica.

Con una madre alemana, un padre palestino, y un abuelo que se vio obligado a huir de su hogar durante la Nakba de 1948, Lobna Shammout dice entender demasiado bien la postura de Nazan: "Me duelen las dos partes, la palestina y la alemana". Tras asistir a dos manifestaciones pro-palestinas en las últimas semanas, Shammout siente que hay límites evidentes a su libertad de expresión. "No se nos permite decir que queremos una patria libre; la policía nos restringe para que usemos solo un número determinado de banderas", explica.

"No apoyo a Hamás y condeno los atentados completamente, pero me reservo mi derecho a protestar, a llorar a nuestros muertos", dice.

A varios de sus amigos los han parado en la calle para hacer que se quitaran el pañuelo palestino, dice Shammout. A una estudiante palestina conocida, que ella conoce, la policía le dijo que retirara de su balcón la bandera palestina si no quería ser acusada de sedición y correr el riesgo de perder su permiso de residencia. "Siempre he estado orgullosa de ser alemana con raíces palestinas", dice. "Ahora empiezo a dudar de mi identidad, igual que una adolescente".

Traducción de Francisco de Zárate