En 1997 Cameron contaba una historia de amor a bordo del transatlántico más famoso de la historia y arrasaba. Superó los 2.194 millones de dólares y logró 11 Oscar, la cifra más alta de la historia (empatada con Ben-Hur y El retorno del rey). El romance trágico de Jack y Rose cumple 25 años (en España se estrenó en enero de 2008) y como Cameron no tiene límites, estrena una versión remasterizada y en tres dimensiones de su propio clásico. En un giro loco, Titanic y Avatar 2 coincidirán en salas. Dos mastodontes que son el ejemplo de la ambición de su director, y también de su forma de entender el cine como espectáculo hecho para maravillar a un público al que cada vez le cuesta más levantarse del sofá e ir a la sala. Cameron lo consigue, y ahora quiere que la gente pague por ver una película que ya conoce.
De lo que no hay duda es que James Cameron sabe lo que quieren sus fans, y a este reestreno se une la llegada de un documental de National Geographic que en EEUU se ha emitido en Hulu y que, bajo el nombre de Titanic: 25 Years Later, aborda la pregunta que se llevan haciendo los fans desde hace más de dos décadas: ¿cabía Jack en la tabla de madera donde se subió Rose? Desde su estreno, el final de la película ha sido comentado, parodiado y convertido en meme y en chiste. La puerta donde el personaje de Kate Winslet se sube mientras ve a su amado congelarse y ahogarse parece, a ojos del espectador, suficientemente grande para que ambos pudieran subir.
Una respuesta que Cameron podría haber dado de manera concisa, pero que ha preferido explotar en forma de experimento científico. El director ha recreado la escena usando dos dobles que tienen el mismo peso y altura que la que tenían entonces sus dos protagonistas, Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Realiza con ellos varias pruebas para ver si, en alguna de ellas, Jack podría haber vivido. En la primera de ellas, ambos se suben a la tabla, porque sí que cabían… pero se hunden, algo que Cameron llevaba aportando mucho tiempo atrás como excusa. Pero el experimento no se queda allí y prueban con otras posturas, como por ejemplo haciendo que solo suban la mitad del cuerpo, con lo que hubieran salvado sus órganos vitales. Una prueba en la que no tienen en cuenta el factor del cansancio de toda la peripecia anterior, por lo que les pide un tercer intento.
Primero pide a los dobles que realicen todo lo que habían hecho Jack y Rose para llegar tan cansados como ellos y le pide a ella que le dé su chaleco cuando ya ha subido a la tabla y está a salvo. Ahí es cuando James Cameron reconoce lo que los fans llevan tanto tiempo diciendo: podrían haber acabado juntos. "Él se estabiliza. Llegamos a una situación en la que, si lo hubiéramos hecho, Jack podría haber aguantado hasta que llegara el bote salvavidas", reconoce. Lo que nadie tiene en cuenta es que narrativamente la película sería otra. Primero, porque el propio director vendió este filme al estudio como “Romeo y Julieta en el Titanic”.
Lo ha contado en una rueda de prensa con motivo del 25 aniversario donde ha analizado el fenómeno y ha rechazado que el éxito se debiera a una generación de jóvenes adolescentes enamoradas de Leonardo DiCaprio. Al revés, cree que fue el mensaje feminista y empoderador de la película lo que caló entre la gente. Un mensaje que ha sido reivindicado por directoras como Celine Sciamma, autora de Retrato de una mujer en llamas o Petite Maman, que siempre ha defendido lo revolucionario que fue ver una película de un gran estudio de Hollywood en donde la mujer no quedaba traumatizada por la muerte del amante, sino que se la veía realizada, habiendo conseguido hitos feministas en ese repaso en forma de fotos a la vida de Rose post Titanic. Sciamma también destacaba la escena de sexo en el coche en el que se ve a la mujer tomando la iniciativa y siendo ella la que disfruta, dando la vuelta a los estereotipos patriarcales de la industria.
“Acepto que 100 millones del total de la taquilla puede que fueran por el atractivo de Leonardo DiCaprio para las niñas de 14 años, pero lo que creo que realmente estaba sucediendo es que la película fue un catalizador para las mujeres jóvenes que se encuentran en un punto de su vida en el que la sociedad les dice que no sean quienes realmente son. Que no sean las personas increíbles e ilimitadas que realmente son, y se les dice que se sienten, se callen, y se pongan ese corsé, y hagan lo que espera una sociedad dominada por hombres. Esta es una película que habla de Rose y su realización como persona. Jack fue importante para ella, pero vemos esas fotos después donde se demuestra que tuvo una vida plena. Ella se dio cuenta de todo su potencial y creo que eso habla al lado femenino de la audiencia y a los hombres que se preocupan por esas cosas”, zanjó Cameron.
El director también desveló que Leonardo DiCaprio tardó en decidirse por el proyecto porque no consideraba que su papel fuera “lo suficientemente desafiante”. “Buscaba retos, acabar de hacer A quién ama Gilbert Grape e interpretado a un adicto a las drogas en Diario de un rebelde y quería que su personaje tuviera un problema, algo que lo enfureciese, pero eso no estaba en el guion. Tuve que convencerlo para que interpretara a alguien que no tiene un problema, que de hecho es el más maduro emocionalmente de los dos protagonistas y explicarle que la transferencia de energía y la historia de amor es de Jack hacia Rose. Le dije 'eso va a ser algo muy difícil de hacer'. Solo cuando le convencí de que había un desafío, le interesó la película”, cuenta.
Aunque hayan pasado 25 años, James Cameron cree que en Titanic hay un mensaje que va más allá de la historia de amor y lo hace universal e intergeneracional, y es que muestra cómo las tragedias siempre afectan a los más pobres: “Los que tienen dinero sobreviven, y los pobres mueren. Casi todos los hombres de tercera clase murieron, y la mitad de los niños y las mujeres también. Mientras que en primera clase solo murieron la mitad de los hombres y se salvaron casi todas las mujeres y niños. Hay una fuerte disparidad entre el destino de los pobres y de los ricos cuando hay una crisis. Ahora nos enfrentamos a otra crisis llamada cambio climático y es exactamente como ese maldito iceberg. Vamos a estrellarnos contra él y adivina quién sufrirá más. Los pobres, no las naciones ricas que lo causaron”.