"Creo sinceramente —añade— que la cultura del cine atraviesa un periodo crucial. El cine es único. Se comparte. Mirar juntos exige más a lo que se muestra e intensifica la experiencia. Eso nos lleva a algo muy diferente de esa dopamina secretada por el desfile de pantallas individuales".

Östlund fue el gran ganador de la pasada edición gracias a una sátira ligera y desatada sobre la superficialidad de la cultura capitalista y la devoción por el selfi. Antes de eso, en 2017 se había llevado su primera Palma de Oro por la también satírica The Square, en la que atacaba el mundo del arte.

El director sueco hizo estudios de cine en Göteborg y en 2004 vino su primer largometraje, The Guitar Mongoloid, con tintes de documental, en el que describía los destinos cruzados de personajes marginales con un humor que ha caracterizado después su cinematografía.

En 2008, Happy Sweden fue seleccionado para la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes. Dos años después, Incident by a Bank se llevó el Oso de Oro al mejor cortometraje en la Berlinale con un análisis de las reacciones ante el atraco de un banco por parte de la gente que pasaba por allí.

Como presidente del jurado en el Festival de Cannes, Östlund dice que recordará a sus colegas "el papel del cine" porque a su juicio "una buena película conecta también con la experiencia colectiva, estimula la reflexión y da ganas de discutir. De forma que, vayamos a ver películas juntos".