Seis años antes de que se estrenara Solo en casa, Hollywood tuvo otro niño de moda. En esta ocasión era diferente, porque se trataba de un niño de origen vietnamita al que todos llamaban por su nombre en la ficción, Tapón. Indiana Jones y el templo maldito presentaba en sociedad a Ke Huy Quan, por entonces conocido como Jonathan Huy Quan en un guiño a la cultura anglosajona y para facilitar su contratación en cualquier producto. Steven Spielberg descubría a un chaval descarado, carismático y fresco que un año después se confirmaba como el niño del momento gracias a Los Goonies, título de culto que fue producido, precisamente, por Steven Spielberg.
Después de aquellos dos éxitos desapareció de Hollywood. No había más papeles para un niño de origen asiático. La industria le encumbró y le escupió fuera. Desde 1986 solo apareció en papeles completamente testimoniales, y desde 2002 estaba directamente sin aparecer en ninguna película. Pero llegaron los Daniels y todo cambió. Fue el éxito de Crazy rich asians lo que le hizo intentar de nuevo y se presentó a un casting para el que, a priori, encajaba perfectamente. Era un papel para la nueva locura de los Daniels. Se llamaba Todo a la vez en todas partes, y por aquel entonces solo era una comedia surrealista sobre multiversos de dos directores prometedores.
Huy Quan se agarró a esa nueva oportunidad sin pensar que se encontraba ante el fenómeno de moda en Hollywood y ante un papel que le entregaría su primer Oscar. Ha sido el favorito desde hace meses y no ha dejado casi ningún premio por el camino y se ha confirmado con el premio de la Academia que ha recibido de manos de los ganadores del año pasado, Troy Kotsur y Ariana DeBose, que se emocionó solo de decir su nombre. El actor recibió una ovación enorme. Con todo el público en pie y entre lágrimas se acordó de su madre: "Mamá, he ganado un Oscar". "Mi vida empezó en un barco, estuve en un campo de refugiados. Las historias como la mía solo pasan en las películas, no pensé que esto me fuera a pasar a mí. Esto es el sueño americano", añadió.
El actor se ha pasado más de tres décadas pensando que no tenía hueco, y así lo reconoció en su emotivo discurso en los Globos de Oro, un momento que se hizo viral rápidamente. “Me criaron para nunca olvidar de dónde vengo y para recordar siempre quién me dio mi primera oportunidad. Estoy muy feliz de ver a Steven Spielberg aquí esta noche. ¡Steven, gracias! Cuando comencé mi carrera como actor infantil me sentí muy afortunado de haber sido elegido. A medida que crecía, comencé a preguntarme si eso era todo, si solo fue suerte. Durante años tuve miedo de no tener nada más que ofrecer. No importa lo que hiciera, nunca superaría lo que logré cuando era niño”, decía entre lágrimas.
“Afortunadamente, más de 30 años después, dos chicos pensaron en mí. Recordaron a ese niño y me dieron la oportunidad de intentarlo de nuevo. Todo lo que ha sucedido desde entonces ha sido increíble. Dan Kwan, Daniel Scheinert, muchísimas gracias. Me has dado más de lo que podría haber esperado”, terminó de decir en un discurso que también ayudó en una carrera por el Oscar donde no solo vale entregar una gran interpretación sino construir el mejor relato de cara al premio.
El relato de Ke Huy Quan es uno de esos que ama Hollywood. Una historia de redención con la que ellos se lavan las manos y se quitan la culpa. Fueron ellos los que le dieron de lado, los que dejaron de llamarle y de darle papeles. Los mismos que más de 30 años después le reconocen todo con un Oscar para su vitrina. Es, además, el premio para un actor que les hace enfrentarse a una de las partes de la historia reciente de EEUU que más les avergüenza, la Guerra de Vietnam. Huy Quan nació en Saigón, y tras la caída de la ciudad en la guerra con EEUU sus padres intentaron huir del país en dos ocasiones sin éxito.
Para tener más oportunidades, sus padres se dividieron a los hijos y huyeron por separado. Su madre se llevó a tres hermanos y fue destino a Malasia, mientras que su padre se fue con cinco, entre ellos él, y terminaron en un campo de refugiados de Hong Kong, donde estuvieron un año antes de que se les concediera asilo político en EEUU. En 1979 pudo reunirse con sus hermanos y su madre. Una historia ‘bigger than life’ propia de una película de un Hollywood que reconoce también con este premio a toda una generación de actores de origen asiático condenados a ser los secundarios graciosos pero nunca con el hueco que merecían en la industria.