El 2 de mayo las turbulencias se agravaban en Hollywood con la negativa del sindicato de guionistas de EEUU (WGA, en inglés) a prorrogar un nuevo convenio colectivo con la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP) si no planteaban unas condiciones laborales acordes a este panorama de incertidumbre para el sector.
Sus reclamos principalmente se basaban en una subida del salario mínimo; mejor cobertura en sanidad y planes de pensiones; el establecimiento de una regulación concreta que les protegiera frente a las creaciones por inteligencia artificial (IA) y un aumento en los llamados derechos residuales, pagos extra que reciben cuando un título se reestrena en otro mercado o plataformas.
Una situación prácticamente calcada a la del gremio de actores de Hollywood (SAG-AFTRA), que, tras una intensa negociación con los grandes estudios y servicios de streaming, decidió sumarse el 14 de julio a los piquetes en la que sería la primera huelga conjunta del sector desde 1960, cuando Ronald Reagan presidía el sindicato de intérpretes.
"Los beneficios de las empresas repuntaron tras la pandemia y los aumentos salariales no llegaron. Los actores no podían mantener sus carreras y la amenaza de la IA hizo que la situación fuera aún más precaria", explica a EFE Kevin Klowden, jefe de estrategia global del Instituto Milken de California.
Esta institución, al igual que la Oficina de Estadísticas Laborales del Departamento de Trabajo de EE.UU., cifra en, al menos, 6.500 millones de dólares el agujero que han dejado estas huelgas en la economía de California, donde hasta 45.000 trabajadores perdieron sus empleos como consecuencia de las mismas.
En la ciudad de Los Ángeles, la meca del cine, los paros provocaron que el 17% de los profesionales del mundo del entretenimiento ?incluyendo sectores como el transporte, cáterin, vestuario o maquillaje? fueran despedidos de mayo hasta septiembre, según un estudio de la escuela privada de educación superior Otis College.
Además, la concesión de permisos para rodar en lugares públicos de la urbe cayó un 28,8 % durante este período, de acuerdo a la oficina encargada de proyectos cinematográficos del Ayuntamiento de Los Ángeles.
Así, la televisión se vio obligada a reponer programas, prestigiosos premios como los Emmy tuvieron que posponerse hasta 2024 y esperadas producciones, como la última temporada de la serie Stranger Things o las nuevas versiones de Mission: Impossible y Gladiator, echaron el freno.
Sin embargo, la necesidad de salvar la trascendental temporada de Navidad en la cartelera de EEUU propició el entendimiento, primero entre AMPTP y WGA, que abandonó la huelga el pasado 27 de septiembre con aumentos significativos en sus prestaciones.
Casi un mes y medio después, los actores alcanzaron un acuerdo con los estudios que fue ratificado el 5 de diciembre y calificado como "histórico cambio de era".
El nuevo documento incluye un aumento salarial de hasta el 14,5% en los próximos tres años y una cláusula "razonablemente específica" que permitirá a los actores decidir si consienten ?bajo una subida de su caché? que sus escenas sirvan para entrenar una IA que pueda replicarlos digitalmente.
También se aceptó un pago añadido para las producciones de éxito en las plataformas, es decir, aquellas que sumen durante los primeros tres meses en su país de origen un total de visualizaciones equivalente al 20% de los abonados nacionales del servicio de streaming en cuestión.
"Los cambios de paradigma, como ocurrió cuando las películas pasaban del cine a reestrenarse en televisión, siempre conllevan que la industria se recicle", expresa a EFE Robert Thompson, profesor de la Universidad de Siracusa (EEUU) y fundador del Centro Bleier para la Televisión.
El estreno cinematográfico que alivió parte de las pérdidas por las huelgas de Hollywood fue Barbie, la versión de Greta Gerwig sobre la muñeca de Mattel en la vida real, que superó los 1.400 millones de facturación en la taquilla internacional espoleada por las apariciones estelares de Margot Robbie y Ryan Gosling.
Tras desvelarse las nominaciones de premios como los Globos de Oro o los Critics Choice, Barbie se perfila ya como uno de los fenómenos del año para una temporada de premios que tratará de reflejar un ambiente de normalidad en un sector cambiante.
Y es que, según la agencia calificadora Moody's, los nuevos convenios colectivos costarán entre 450 y 600 millones de dólares extra a los grandes estudios, que están optando ya por una reducción del gasto en creación de nuevos contenidos y por rodar historias con atractivo global fuera de EEUU para abaratar costes.
Conglomerados como Disney han comunicado que el año que viene invertirán 2.000 millones menos en nuevas series y películas, mientras que, de acuerdo a la empresa de análisis de datos Ampere, plataformas como Netflix ya graban el 69% de su catálogo más allá de las fronteras estadounidenses.