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‘El sueño de tu vida’ y otros estereotipos patriarcales en la reproducción asistida
Las vidas de las parejas, futuras madres y padres, están marcadas por esperas en clínicas, análisis médicos, ecografías transvaginales, inyecciones de hormonas, pruebas para conocer la cantidad y la calidad de los óvulos, extracción de gametos, transferencias de embriones…

La betaespera se convierte en una espera que desespera. Una maraña de nuevo vocabulario, de terminología especializada que, sin embargo, contiene en su semántica lo que será, para la mayoría de las mujeres y parejas en tratamiento, el proceso más importante de sus vidas, el que lleva a la maternidad.

En los últimos años, la necesidad de recurrir a procedimientos de Reproducción Asistida (RA) ha ido en aumento. La prueba es que, en un momento donde cada vez hay menos nacimientos, más de 40.000 bebés han sido concebidos mediante Técnicas de Reproducción Asistida (TRA), lo que representa el 12% de los nacimientos en España. Y todo ello rodeado de un tabú social que aún persiste, como el 80% de las mujeres a las que se ha encuestado así lo indican.

Precisamente, uno de los objetivos del Proyecto NEOTERMED, Neología y terminología en ciencias de la salud: variación y análisis multidimensional del discurso biomédico. Aplicación al ámbito de la Reproducción Asistida en la Comunidad Valenciana para la alfabetización en salud y la igualdad de género es analizar el papel del lenguaje en todo este proceso. De los muchos aspectos que se han tratado, como la traducción de términos especializados de las TRA a otros idiomas —recordemos que España recibe centenares de “turistas sanitarios” que vienen a recibir este tratamiento y necesita un vocabulario preciso—, nos vamos a ocupar aquí de dos asuntos: la representación desigual del género y la apelación a las emociones, tal y como se muestran en textos divulgativos producidos por las clínicas de RA, —una de las principales fuentes de información de quienes reciben TRA.

Como es natural, el objeto principal de observación clínica es la mujer. Su cuerpo es concebido como una “máquina” reproductiva, de manera que es frecuente el uso de metáforas mecánicas o arquitectónicas como aparato reproductor, ventana de implantación o paredes de la vagina. De su buen funcionamiento depende la consecución del embarazo, pero si este no ocurre, se recurre a una terminología de polaridad negativa como fallo reproductivo, baja reserva ovárica, edad maternal avanzada. Sin embargo, nos ha resultado curioso observar que, cuando el embarazo no se consigue por causa masculina (un 40% de los casos), entonces no se habla de fallo ni de problema sino de ‘factor de infertilidad masculina’. En una encuesta llevada a cabo entre pacientes, el 67% de las mujeres encuestadas señalaron que estas expresiones las hacían sentir culpables o responsables del éxito o el fracaso del tratamiento. Además, esta representación desigual del género, centrada principalmente en la mujer, refuerza una narrativa cultural en la que la maternidad es vista como el destino último y más importante de la vida de una mujer, ignorando otras posibles formas de realización personal y profesional.

Otra demanda de muchas pacientes —el 78%— es que consideran que el lenguaje empleado por las clínicas en sus páginas web es muy técnico y científico —diagnóstico genético preimplantacional, vitrificación de óculos, preservación de la fertilidad, rejuvenecimiento ovárico, método ROPA, etc.— y no tiene en cuenta sus emociones ni sentimientos en un proceso que puede ser largo y costoso en muchos sentidos.

Y, sin embargo, recurrir a las emociones va a ser una de las estrategias clave para persuadir a las mujeres de la conveniencia de iniciar un tratamiento de RA. “Cumplir tu sueño”, acompañarte “en el maravilloso viaje de ser mamá”, “en la aventura de tu vida”, “a conseguir tu mayor deseo”. Las clínicas reproducen, como se ha señalado, el estereotipo patriarcal según el cual la maternidad es el centro de la vida de las mujeres y la urgen a comenzar con él con mensajes de tranquilidad —“todo va a ir bien”— que no anticipan los problemas que pueden surgir. Porque no es oro todo lo que reluce; y eso es lo que nos ha delatado otro de nuestros trabajos. Frente al optimismo un poco “ñoño” (hay que ver las imágenes de bebés, embarazadas y familias) que ofrecen las clínicas, los foros de mujeres en tratamiento de RA muestran un estado de ánimo muy distinto. El análisis de los chats en los que ellas intercambian experiencias, preguntan dudas y se animan colectivamente muestran un vocabulario emocional muy distinto: “Hace 16 días me hice una inseminación, pero desde el día 15 estoy manchando y siento mucho dolor. Me da miedo hacerme la beta”, “Yo también estoy leyendo los comentarios, es que quiero hormonas, me siento mal, dolores de ovarios como si quiere empezar regla y no puede; a ver en cuántos días... Pobre cuerpo está confundido”, “solo nos toca seguir luchando, no pierdas las esperanzas”.

Manchar, dolor, miedo, mal, no poder, pobre cuerpo, confusión, lucha, pérdida de esperanza… Solo tres intervenciones son suficientes para poner en evidencia la complejidad física y emocional de la experiencia de buscar la maternidad a través de la RA. Si el lenguaje especializado es proclive al uso de metáforas con dominio de origen en procesos materiales y concretos —banco de óvulos, método anticonceptivo—, las metáforas que utilizan las mujeres para hablar de sus emociones remiten a las metáforas bélicas clásicas —luchar, pelear—, pero también a otras expresiones metafóricas que remiten a la pérdida, el rechazo, la expulsión, la eliminación que conducen, en el peor de los casos, a la frustración y la desesperanza.

En nuestra opinión, el mayor desafío comunicativo de las clínicas de RA es ser capaces de nombrar a las mujeres como seres adultos, personas capaces de asumir el riesgo y el dolor como una elección consciente, de iniciar un camino de incertidumbre animadas solo por su propio deseo y no por un destino de color de rosa.

Isabel Santamaría Pérez es catedrática de lengua española de la Universidad de Alicante interesada por la comunicación médico-paciente desde la perspectiva de género.

Carmen Marimón Llorca es catedrática de lengua española de la Universidad de Alicante, investigadora, divulgadora y siempre dispuesta a conversar.

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