Corea del Sur retiró hoy oficialmente a Japón de su lista de socios comerciales preferentes, un nuevo paso en el conflicto abierto entre ambos vecinos a cuenta de sus diferencias históricas.
Tal y como había anunciado Seúl, hoy entra en vigor un nuevo esquema de clasificación para los socios de la cuarta economía de Asia, que separa a los Estados en tres categorías en vez de en dos.
De este modo, Japón pasa de estar en el primer grupo, reservado a socios preferentes, al segundo.
El tercero está reservado a aquellos socios que operen "un sistema de control de exportaciones que viole normativas internacionales" y no cooperen con la comunidad internacional para solventar esta situación, según indicó en su momento el Ministerio de Comercio.
Japón es de momento el único país que queda en el grupo intermedio, lo que implica mayores trabas burocráticas que hasta ahora para el envío de mercancías.
Por ejemplo, las compañías nacionales que exporten bienes estratégicos al archipiélago deberán remitir cinco documentos (en vez de tres, como anteriormente) para lograr el visto bueno en la aduana surcoreana, lo que alarga el proceso burocrático de cinco a unos 15 días de media.
La decisión de Seúl llega después de que en julio Tokio activara restricciones sobre sus exportaciones al país vecino de materiales químicos básicos para fabricar pantallas y chips de memoria, pilar básico de las exportaciones surcoreanas, y de que en agosto retirara a su vez a Corea del Sur de la lista nipona de socios preferentes.
Japón argumentó que la medida responde a una supuesta laxitud en el control de estos materiales por parte surcoreana, lo que hace posible que dichos productos puedan ser usados con fines militares.
Seúl sostiene, en cambio, que es una represalia contra la decisión de finales de 2018 del Supremo surcoreano que abre la puerta a que empresas japonesas compensen económicamente a coreanos esclavizados en el periodo colonial (1910-1945).
Tokio defiende que las compensaciones quedaron cubiertas con el tratado de normalización de lazos de 1965, por el cual donó 300 millones de dólares a las víctimas, dinero que la dictadura militar de Park Chung-hee no hizo llegar a todas, motivo por el cual miles de afectados han denunciado a su vez al Gobierno surcoreano.
En medio de las peores tensiones bilaterales en varias décadas, Seúl protestó la semana pasada por las restricciones niponas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), que podría tardar unos tres años en solventar el contencioso.